José Pinto, habitante del sector San José de Chirica ha visto pasar muchos gobiernos y pocas soluciones. Su calle, un sendero irregular de tierra rojiza, se mantiene igual a pesar de los 20 años que han transcurrido desde que llegó a la comunidad, similar suerte corren la lluvia de solicitudes de sus vecinos por mejoras en los servicios básicos.
Son pocas las obras que de «buena gana» las autoridades han hecho en la comunidad. Otras, quizás la mayoría, son producto de las medidas de presión que han decidido ejercer los vecinos ante la falta de celeridad en las acciones del estado.
El también vocero del consejo comunal del sector, toma como ejemplo la reciente protesta en la que reclamaban la regularización del servicio eléctrico y el saneamiento de la cárcava conocida como «Cañón del Diablo», para ilustrar el tiempo de respuesta otorgado por la municipalidad.
«Trancamos una calle y al otro día estaban aquí con maquinaria para medio sanear la cárcava, pero eso es muy poco, por eso estamos esperando que culminen los cálculos del proyecto de embaulamiento para movilizarnos, buscar recursos y ponerlo en marcha», dijo y se apresuró a aclarar que «en conversaciones con la gente de la Alcaldía han recibido las peticiones con mucho agrado, pero necesitamos celeridad».
Poca fe
Para Yuselis Caldera, habitante de esta localidad de la parroquia Chirica, no se justifica que hasta ahora el gobierno no haya invertido en subsanar el problema de la cárcava, «claro que tienen dinero, pero no sé que lo están haciendo».
Cada día se enfrenta al farallón lleno de escombros y rodeado de maleza, que a tres metros de la puerta de su humilde residencia representa una amenaza más que inminente.
«Estamos en esto desde 2002. Aquí se ve de todo, lo que menos nos preocupa son las culebras… me extraña que no se haya aparecido el Chagas» ironiza, al tiempo que amenaza con cerrar nuevamente las calles «esta vez bien trancarlas» dice, si no obtienen respuesta inmediata del ayuntamiento, «necesitamos más que dos maquinitas y un poquito de tierra para rellenar».
José Pinto manifiesta no estar de acuerdo con cerrar accesos y quemar cauchos, «es sólo una medida de presión, no nos gusta hacerlo porque sabemos que traspasamos los derechos de los demás, pero a nosotros también nos han violado esos derechos por años al permitir que vivamos en estas condiciones».
Más y más promesas
A pocos kilómetros del sector San José de Chirica, los habitantes de Brisas del Sur no escapan a esta realidad. Magaly Villalba, vocera de la organización vecinal comenta que no hace mucho estuvieron sin energía eléctrica por una semana y fue luego de cerrar el acceso a la vía Upata, cuando finalmente recibieron la visita de Cadafe.
«Muchas veces las autoridades no cumplen su palabra y eso ha hecho que desconfiemos de ellos y busquemos resolver nuestros problemas dentro de las comunidades, pero irremediablemente los necesitamos», apuntó la dirigente vecinal.
Habló en nombre de sus vecinos al decir «lo que la mayoría queremos es que los servicios básicos funcionen, y eso implica que cuando vayamos a las instituciones públicas a tramitar soluciones a los problemas de las comunidades seamos atendidos como debe ser».
Pero el Gobierno venezolano ha puesto ciertas condiciones para atender a las comunidades y han obligado a los vecinos a organizarse en consejos comunales para trabajar por autogestión en la resolución de los problemas, con recursos económicos del Estado.
Esto según algunos residentes que prefirieron no identificarse, «es peor que esperar a que vengan a ayudarnos», y justifican el rechazo alegando «esto es un poco para lavarse las manos, les dan tres lochas para que solucionen, pero esa no es la salida. Lo que deben es aprender a administrar y planificar, para poder mejorar nuestra calidad de vida, sin más y más promesas».