Seguidamente, en su primer artículo, se reiteran como propósitos fundamentales la paz y el lograr “por medios pacíficos” el arreglo de controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir al quebrantamiento de la misma.

Sin embargo, el mundo a través de los años ha sido testigo de que esta declaración de principios se ha quedado en el papel, prevaleciendo en algunos países miembros de la ONU intereses que aúpan la guerra en pro de ambiciones políticas y económicas y que, además, desoyen las voces que claman porque la paz prevalezca en beneficio de los habitantes del planeta.

El conflicto por el cual atraviesa Libia ha vuelto a desnudar la saña contra aquellas naciones que se oponen al ejercicio de la dominación por parte de quienes fungen ser los amos del mundo. Con acciones guerreristas y en nombre de la libertad, han pisoteado la autodeterminación de los pueblos desde tiempos atrás, siendo tristemente recordadas las intervenciones de Estados Unidos (EEUU) en Vietnam, Nicaragua, El Salvador, Bosnia, Yugoslavia, Irak, entre muchos otros.

Ante tales conductas, no se ha escuchado de las organizaciones encargadas de garantizar la paz condena alguna a los reiterados atropellos que han arrebatado millares de vidas inocentes en el mundo.

En el caso de Libia, vemos cómo flagrantemente el Gobierno de EEUU ha anunciado su disposición a proveer de armas a los llamados rebeldes libios, mientras la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se mantiene vigilante y amenazante, a la espera de desatar su poder bélico contra esa nación, poniendo en peligro la paz mundial.

La ONU, por su parte, ha obviado el papel de mediador que le corresponde y, por el contrario, contribuyó a exacerbar los ánimos al dictar una Resolución a través de la cual se decidió expulsar a Libia del Consejo de Derechos Humanos de ese organismo.

Ante este peligro, se hace imperativo llamar a la comunidad internacional a la reflexión y que, en consecuencia, se establezca una comisión de diálogo orientada a coadyuvar al retorno de la paz en Libia, tal como lo planteó el Estado venezolano, que, en este delicado momento, ha sido el único en el mundo en enarbolar las banderas de paz y libertad, tal y como lo hizo una vez nuestro Libertador Simón Bolívar.(MP;14.03.2011)

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