Durante la última década los diferentes movimientos sociales venezolanos han experimentado un proceso creciente de fragmentación producto, entre otras causas, de la polarización política anidada entre nosotros y nosotras.Si bien es lícito que cada uno defienda las opciones políticas de su preferencia, lo lamentable ha sido que las diferentes reivindicaciones e identidades, que los configuran efectivamente como un colectivo defensor de derechos y promotor de cambios, se hayan hipotecado por jerarquizar, exclusivamente, su capacidad movimientista en los diferentes certámenes electorales. De esta manera su agenda de peticiones y exigencias a los poderes públicos, así como su potencialidad para edificar emprendimientos que robustezcan la capacidad de auto-organización se han solapado bajo las consignas a favor o en contra del primer mandatario. Mientras en el resto de países de la región las iniciativas populares y ciudadanas juegan un papel fundamental en los procesos de gobernabilidad democrática, en nuestro país en cambio lucen desarticuladas, con poca independencia y autonomía y escasa capacidad de convocatoria.
En el caso del sector sindical, a pesar que existe un aumento cuantitativo de las organizaciones de trabajadores en el país la paralización de la contratación colectiva y la ausencia de diálogo con el Estado para definir criterios básicos como el monto del salario mínimo demuestran que a pesar de la cantidad, promocionada por el gobierno bolivariano como muestra de un supuesto reforzamiento del sindicalismo, las organizaciones gremiales tienen escasa incidencia en el diseño de las políticas que afectan a la masa asalariada, Al contrario, la promoción artificial y desde arriba de la conformación de nuevas organizaciones sindicales ha sumado problemas a los ya existentes. El más dramático ha sido la violencia entre sindicatos de la construcción para obtener puestos de trabajo en la industria, con cifras mortales que para este año deben llegar a las 200 víctimas. Sin sindicatos fortalecidos e insobornables en su papel en defensa de los trabajadores y trabajadoras del país, la exigencia de condiciones laborales dignas se hace cuesta arriba.
Sin embargo hay señales alentadoras en el horizonte. Desde el 2009 se ha conformado el Frente Autónomo de Defensa del Empleo el Salario y el Sindicato (Fadess), el cual intenta ser una plataforma de organizaciones de trabajadores y trabajadoras para la defensa de una agenda común de exigencias. El Fadess ha incorporado sindicatos públicos y privados, oficialistas y opositores en una delicada y tensa relación no exenta de tensiones y vaivenes. Con todos los retos por delante, como el recambio generacional pendiente de la dirigencia obrera y la refundación de los modos de hacer sindicalismo en el país, tiene en su haber su pertinente apuesta por la construcción de una agenda de lucha y reivindicaciones netamente laborales, a defenderse contra viento y marea. Pero si las relaciones internas son delicadas, no menos turbulentas son las relaciones con las centrales sindicales tradicionales, como la CTV, y especialmente con los partidos políticos, algunos de los cuales no saben distinguir, separar y respetar los diferentes roles de los actores sociales en el concierto democrático.
El Fadess actualmente convoca a una marcha para el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, bajo la consigna “Salario mínimo, igual a la canasta Básica. Aumento general de sueldos y salarios”. Armando Guerra, activista sindical y miembro de la coalición, ha expresado ante las amenazas de repetir los errores del pasado en esta manifestación que “En esa tarea no podemos permitir que la marcha unitaria, independiente y autónoma de los trabajadores, del 1 de mayo, nos la empantanen. Los trabajadores debemos cerrar filas ante los patronos públicos y privados, sus representantes ante la AN y sus partidos. Debemos imponer el carácter de nuestra movilización, profundamente obrera por su composición y demandas, en el camino por la reconstrucción del movimiento obrero, por su carácter antiburocrático, antipatronal y por su exigencia de unidad. Diferenciándonos y denunciando el carácter genuflexo de quienes van detrás del gobierno y los empresarios privados y sus partidos. La autonomía e independencia de los trabajadores tiene que ver con la defensa del concepto y los intereses de la clase trabajadora, y la distancia a guardar ante los patronos públicos y privados”.
Provea apoya cualquier paso en pos de la recuperación del sindicalismo venezolano, en el entendido que necesariamente las organizaciones gremiales deben ponerse al frente de la defensa de los derechos laborales presentes en la Constitución y en todos aquellos que faltan por conquistar.