Por Rafael Uzcátegui

En nuestras organizaciones con vocación social siempre decimos que no hay nadie imprescindible, pero ciertamente hay personas que marcan la diferencia. Y a pesar del empeño del resto, son sencillamente irremplazables.

 

El pasado 7 de julio falleció Pablo Mandazen Soto, mejor conocido como el Hermano Ginés, una persona de origen vasco que hizo de Venezuela no sólo su lugar de residencia, sino el centro de sus pasiones y sus querencias, dejando un legado de amor y protección a la naturaleza y al ser humano que perdurará, indeleblemente, en el tiempo.

 

El Hermano Ginés, quien contaba 99 años en el momento de su partida, era fundador y presidente Honorario de Fundación La Salle de Ciencias Naturales. Nació en Aribe, Aezkoa, Provincia de Navarra, España, el 26 de junio de 1912. Desde muy temprana edad despertó su amor por el medio ambiente y el conocimiento, encaminándose por un sendero en donde el hombre maneja sabiamente su entorno para crearse un futuro mejor. En 1939, por los motivos que en esos años tantos emigraron de la península ibérica, llega a Venezuela, en donde ejerce la docencia como profesor del colegio La Salle ubicado en la esquina de Tienda Honda en Caracas, donde aún permanece. Un año después promueve la fundación de la Sociedad de Ciencias Naturales La Salle, un 13 de marzo de 1940. Apenas comenzaba su efervescencia formativa y multiplicadora. En 1950 recibe su licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad Central de Venezuela (UCV). En la “Casa que vence las sombras” hace su posgrado en Zoología y se gradúa de Doctor en Ciencias, en 1952. 5 años más tarde crea la Fundación La Salle de Ciencias Naturales. Este es el epicentro de uno de los aportes más luminosos de Ginés: un modelo educativo novedoso que disemina en toda la geografía nacional a través de los llamados “Campus”. Cada Campus opera a través de una estructura en la que funcionan un liceo técnico, un instituto tecnológico universitario, una estación de investigación y talleres de infraestructura para la capacitación técnica. El esquema ha dado grandes contribuciones al desarrollo de regiones desfavorecidas, cultivando en lugareños el amor por su entorno y generando la conciencia y el trabajo creador para aprovechar las propias potencialidades en beneficio de los excluidos y excluidas.

 

En el Campus Caracas, sede principal de la institución, Ginés ubicó el Museo de Historia Natural La Salle (Mhnls) y el proyecto del Museo del Hombre Venezolano y su Ambiente. Siempre insistió que el científico debía cumplir una función de magisterio, llevando sus conquistas hacia el mejoramiento del nivel de vida de la colectividad.

 

Guiado por una filosofía de formación integral del ser humano, el Hermano logró que Fundación La Salle a través de sus Modos de Acción: Educación, Investigación y Extensión y Producción, fuera orientada por el Servicio de Orientación Integral. Entre sus objetivos siempre tuvo presente que cada actividad que se realizara desde la Fundación tomara en cuenta el equilibrio entre los tres ejes fundamentales que rodean al hombre: el eje telúrico (terrenal o corpóreo), el eje cósmico o espiritual y el eje cultural-social.

 

Como lo recuerda la propia Fundación, para el momento de su despedida, Ginés lega a Venezuela una institución establecida en Caracas y en 8 estados del país, a través de 5 campus y 3 subcampus que cuentan con 60 profesionales y técnicos dedicados a la investigación básica y aplicada y 790 profesores, los cuales atienden un total de 9.493 estudiantes, repartidos en 2 institutos universitarios de Tecnología: el Iutemar en la isla de Margarita con sus 4 extensiones ubicadas en Boconó, San Carlos, San Félix y Tumeremo, y el Iutama en Puerto Ayacucho; 5 escuelas técnicas ubicadas en Margarita, San Félix, San Carlos, Boconó y El Baúl, además del Centro de Formación de Recursos Humanos “San Juan Bautista de La Salle”, en Ocumare del Tuy. Ginés también dejó 63 publicaciones especializadas producto de sus investigaciones en las áreas de las ciencias naturales, ecología y desarrollo sostenible.

 

Quienes lo conocieron de cerca sostienen que Ginés supo llevar todo el tiempo sus dos patrias, sus dos amadas, sin complejos y sin molestias. No eran secretos su vasquismo y sus anhelos con el terruño que lo vio nacer. Y siempre estuvo dispuesto en aportar, como tantos otros, su grano de arena en pro de esa Euskal Herria que él visualizaba grande y unida. Con un temple inquebrantable y don de mando, típicamente vasco, su fino humor repetía, a sus noventaytantos, como conjuro contra el pesimismo una frase que recuerdan sus afectos en estos momentos de despedida: “Pa’ lante y Pa’ rriba, manque la cuesta sea empinada y a veces resbaladiza”.

 

La ciencia, la protección del medio ambiente y el respeto por las comunidades originarias del país recordaremos por siempre la presencia de este menudo y gran hombre, vasco-venezolano por convicción, que ya nos comienza a hacer falta para enfrentar los retos del país en el futuro.

 

 

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