El martes 29 se realizó el foro “Los mil rostros de la violencia de género”, en el marco de los 16 días de activismo que se desprenden del 25 de Noviembre, día de la No violencia contra las mujeres, conjuntamente la Casa de la Mujer Juana Ramírez y la U.I.E.G “Bellacarla Jirón Camacaro” Universidad de Carabobo. Una de las dos ponentes, la psicóloga Migdalia Valdez hizo una exposición general sobre la violencia contra las mujeres y Marbella Camacaro expuso uno de los mil rostros silenciados o poco tratados, la violencia obstétrica.
Este tipo de violencia específica – incluido en la Ley Orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia (2007) – resulta siempre un tema álgido y sentido. El público asistente escuchó con interés y desconcierto los relatos sobre los agravios y maltratos que se cometen como rutina contra las parturientas, tratadas como pacientes – enfermas – y en calidad de retenidas o privadas de libertad. Se compartió la idea de que se trata de un patrón de aprendizaje que se reproduce sin mirada crítica ni sensibilidad y, que necesariamente debe ser modificado.
Los procedimientos practicados con brusquedad y hasta agresión, el rasuramiento, la episiotomía, la sutura, la inducción del parto (administración de pitocín ) , tactos médicos, traslados ,incomunicación – separación de los familiares por tiempo indefinido durante la estadía en la sala de trabajo de parto- la negación general de la información sobre los procedimientos y etc etc, son parte de los elementos que configuran la violencia La separación de la madre y el bebé es otra de las rutinas impuestas en los espacios hospitalarios, una intervención en la relación madre-hija/o, contraria a los deseos y a la salud emocional y física de la protagonista y su bebé .
Las opiniones de las médicas asistentes y de las estudiantes reflejaron su propio conflicto ante muchas de las prácticas que forman parte de una escuela que desconoce los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres , que concibe el embarazo como una patología y la medicalización como algo indispensable y moderno ,y a la autoridad médica por encima del bien y del mal ,independientemente de los derechos y de los nuevos enfoques para humanizar el parto.
De la cultura patriarcal y el desconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos, está hecho el silencio de las víctimas. Vuelve a significar la impunidad para quienes violentan aunque sea en nombre de la academia o de la ciencia, o de la costumbre.
La misoginia está presente en el parto hospitalario y se expresa en la expropiación del cuerpo y los sentimientos. No representa un escándalo…qué va, todo está bien, todo es natural… Las mujeres también tienen que defenderse a la hora del parto… y es como mucha violencia para una sola.
ASÍ HABLARON
Los testimonios de mujeres que habían parido y sido víctimas de las prácticas hospitalarias deshumanizadas, no los podían contar sin estremecerse. La memoria resultaba extremadamente dolorosa, indignante. Una de ellas refirió que se dio cuenta de toda la violencia que sufrió en su parto, después de mucho tiempo, con lo que podemos deducir que la naturalización de la violencia también tiene su lugar a la hora de parir.
Del público participante – durante y después del evento – se escucharon cosas como estas: “Cuesta escuchar lo que pasa todos los días… una no sabe dónde meterse ni qué decir… ““Eso que cuentan parece más bien un asunto de sistema carcelario mal administrado, que un hospital, bueno, una maternidad “. “Durante dos días me quedé sin ropa. Mi trabajo de parto fue largo y “la autoridad”, las enfermeras o los médicos (sic) decidieron que no la necesitaba. ” Recuerdo que tenía mucha sed y nada que me dieron agua “, ni un sorbo, ni un hielo”. “Cuando traspasas la reja te están separando de tu familia. Te mantienen incomunicada hasta que les da la gana” . ”Todo iba muy bien, me trataron decentemente hasta que me hicieron la revisión uterina. Esto no lo he podido olvidar. Es un dolor demasiado adentro, demasiado fuerte. Me sentí como un animal. “
HORA DE TESTIMONIAR
Cuando Mambrú se va a la guerra qué dolor qué dolor qué pena, no tiene límites, más que nada tiene permiso para matar y violar ; se convierte en el dueño de la gente y goza de total impunidad.
Una mujer, una campesina, una líder de la Asociación de Mujeres del Magdalena, se paró frente a un auditorio de 300 personas. Leyó con la voz quebrada. Su testimonio inauguró la ‘Semana por la Memoria’ y ayudó moldear el informe: “Mujeres que hacen historia. Tierra, Cuerpo y Política en el Caribe Colombiano”. Esto fue lo que contó.
En el Magdalena obligaban a las madres a buscar los cuerpos de sus hijos muertos durante días, los cadáveres que los paramilitares mataban y botaban lejos. A otras les ordenaban no darles sepultura. (…) A las que eran habladoras las amarraban a un palo todo el día. A las que usaban faldas cortas les rapaban el pelo o les marcaban la piel. A las que acusaban de infidelidad las mataban. A las que señalaban de ser colaboradoras de la guerrilla las torturaban y las violaban, como trofeos de guerra. A las campesinas las mandaban a lavar la ropa y las botas ensangrentadas, y les decían que tenían que cocinarles. ¿Quién les decía que no?
En Orihueca, por ejemplo, a las mujeres de los obreros y campesinos las secuestraban todas las noches y las llevaban a pernoctar con los paramilitares. Las montaban en las camionetas y luego se las repartían como quien reparte vacas. Y cuando no se movían o no se dejaban acariciar, por el asco que les producían, las torturaban con puñales, les laceraban el cuerpo. Las violaban en público y en plena calle del pueblo.
Las niñas también eran acosadas sexualmente. En las escuelas, los chicos no se atrevían a acercárseles porque ya tenían dueños. Como Silvia, que apenas con 13 años estaba destinada a ser mujer de varios paramilitares y no se les permitía a los chicos mirarla. Si lo hacían firmaban su sentencia de muerte.
No es fácil contar estas historias. Las mujeres que se atrevieron a contarlas vencieron el dolor y la vergüenza. Han resistido y siguen resistiendo porque en el Magdalena muchos actores armados siguen en el territorio.
No es fácil escuchar estas historias. Nunca ha sido fácil soportar la crueldad del poder y las armas.
Fuente: http://www.enfoques365.net/N33498-colombia—paramilitares-las-secuestraban-para-violarlas-y-se-las-repartian-como-vacas.html
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Casa de la Mujer Juana Ramírez “La Avanzadora” Maracay
(Fundada en 1985)
Programa de Atención a mujeres en situación de violencia
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