¿Qué es la educación popular en Derechos Humanos?
En términos conceptuales y prácticos, la educación en Derechos Humanos está orientada a empoderar y formar sujetos y sujetas de derechos; ello implica abordar la realidad existente para transformarla. En la medida en que las personas se asumen de esta manera, tienen elementos y convicciones para exigir el respeto de la dignidad humana, pero también para aportar propuestas y participar en aras de avanzar hacia una sociedad más justa, equitativa y democrática donde se fortalece una cultura de respeto de los Derechos Humanos.
Entre los objetivos de la educación popular en Derechos Humanos están: formar en valores de naturaleza universal que sustentan la dignidad y derechos de la persona; formar en el análisis y la evaluación de la realidad en que cada una o uno se desenvuelve, con los parámetros valóricos y normativos de los Derechos Humanos; y, formar en el compromiso activo por modificar todos los aspectos de la realidad que agreden u obstaculizan la concreción efectiva de los Derechos Humanos, en el orden individual y colectivo.
Por ello, es la metodología de este modelo educativo la que resulta más innovadora y adecuada al proceso de formación emprendido para las y los aspirantes de la Policía Nacional Bolivariana, ya que tiene como referencia los postulados de la educación problematizadora de Paulo Freire, y que podrían resumirse en:
• Conocer la realidad social, política y económica en la que se está actuando y tener una comprensión crítica de la misma.
• Respeto a los saberes y a la autonomía de las educandas y los educandos.
• Saber escuchar.
• Entender que “nadie es, si se prohíbe que otros sean“.
Resumiendo su importancia
Como vemos, la educación en Derechos Humanos no es neutra e indiferente a una concepción del mundo y de la sociedad. Contrario al modelo de sociedad planteado desde la educación en Derechos Humanos, en nuestras sociedades se perfila la instauración agresiva del modelo económico neoliberal, el consumo y posesión de bienes como garantía de seguridad y de inclusión en un modelo de sociedad que favorece la competencia, el individualismo, la pérdida de memoria histórica y profundiza los niveles de exclusión y fomenta la pérdida de ideales colectivos en aras de la sobrevivencia individual. Esta situación es negadora, por tanto, de la esencia de los Derechos Humanos donde se requiere de un Estado fuerte y comprometido con su rol de garante de los mismos, sin discriminación alguna.
Tenemos un camino avanzado, y es que esta concepción de la educación, que conlleva en su nacimiento el sello latinoamericano, ha sido instrumentada en tratados internacionales de protección de los Derechos Humanos, como por ejemplo en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el artículo 102 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Tenemos un marco normativo nacional e internacional que avala y permite la incorporación de este enfoque en nuestras prácticas educativas en todos los niveles de la educación, formal y no formal. Incluso, desde el Ministerio del Poder Popular para la Educación se ha realizado un gran esfuerzo por incluir la educación en Derechos Humanos dentro de la literatura y el diseño curricular escolar, pero se mantiene la pregunta ¿por qué no se materializa en la práctica, tal como lo ha logrado la UNES en el marco de la reforma policial?