Cuando llegas al Centro Penitenciario de la Región Andina (Cepra) te encuentras una valla muy grande que lo identifica como centro de reclusión, la cual reza “El Gobierno Bolivariano y Revolucionario del estado Mérida les brinda una cordial bienvenida al Centro Penitenciario de la Región Andina, cárcel modelo de país”. Una cárcel “modelo” que se ha caracterizado por ser una de las más violentas. Por ejemplo, el pasado jueves 12 de abril se presentó un nuevo enfrentamiento, presuntamente entre efectivos o internos, que arrojó como resultado 4 internos asesinados, que respondían a los nombres de Roger Antonio Essaa, Ildemaro Alarcón, Edwin Antonio Valero Paredes y Yon Freddy Molina Bello. También resultaron heridos en la misma refriega Eleazar Zapata (22), Junior Maldonado (18), José Becerra de (20), Wilmer Jesús (20); Marco Osuna (26); David Diaz(24); Isaac Ortega (19); Jairo Hernández (35); Ricardo Berríos (19); Joan Villareal (24); Raúl Fernández (25); Gilver Pérez; Gabriel Fernández (26); Wilmer Herrera (28); Jorge Villareal (23); Gabriel Pabón; Jon Villamizar; José Pérez y Carlos Liendo, además del efectivo de la Guardia Nacional Víctor Guerrero.
Pero antes de estos hechos, el 10 de enero, los internos tomaron el anexo femenino y secuestraron a 3 funcionarios, que resultaron heridos, y asesinaron a un interno que había cometido delito de violación, Carlos Eduardo Parra (23 años), conocido como “el monstruo de Timotes”. Para rematar, el 5 de abril se produce una reyerta y asesinan a 9 internos y 8 resultaron heridos, desatándose el enfrentamiento luego de la visita dominical, pasadas ya las 3 de la tarde.
Así queda desnudo el Gobierno: siendo un penal relativamente nuevo, en el cual existen presuntamente programas para la ocupación del tiempo libre de la población reclusa, la realidad nos dice otra cosa. Presumimos que frente a esta horrenda realidad el Ministerio del Servicio Penitenciario callará. Son cifras que hablan claro y que no dejan dudas de que todo sigue igual. Ahora tenemos una institución con autonomía funcional, financiara y jurídica, pero en la práctica nuestra población reclusa sigue muriendo y sus condiciones han empeorado. Sin embargo, a punta de propaganda quieren hacer ver una realidad diferente.
Ya hay una serie de hechos que debieran llamar a la reflexión a los responsables: acuérdense, 5 internos asesinados en la Cárcel de Santa Ana en el estado Táchira; 10 muertos y 9 heridos en la Cárcel de La Pica; 128 heridos en el primer “Coliseo” del año en la Cárcel de Uribana en el estado Lara; y para rematar, en la Comunidad de Coro hubo 1 muerto y 25 heridos. Si Mérida es una la cárcel modelo, no sé cómo calificarán a la de Coro, que no tiene nada de modelo ni de moderna.
Así que, estimados lectores, saquen sus propias conclusiones sobre la política de la actual administración y digan si este sistema puede reinsertar a las personas privadas de libertad con unas herramientas que puedan ayudarlos a rehacer nuevamente una vida con valores.
Para este humilde columnista, las cárceles son universidades del delito, depósitos de seres humanos, donde el bueno sale malo y el malo peor. Son unas realidades que ojalá sirvan para que se revisen los programas actuales, porque en la realidad no funcionan, solo contaminan y matan al interno y a la interna. (Conflictove, 18.04.12)