Concentración frente a la FGR para exigir Justicia

Línea uno metro de Caracas, metro de los nuevos, 1:30 de la tarde. En medio de un vagón lleno de gente, una señora comenta a viva voz: “Este metro si es chévere, friíto, no como el otro que el aire no sirve y hace un calorón. ¡Gracias a mi Presidente Chávez!”. Otro pasajero le responde con pedantería: Sí, pero suena como que se va a estartalar, en fin, así son las cosas de la revolución. Ante esto la señora brinca visiblemente exaltada: “Con mi Chávez no te metas, ¡escuálido! ¡Hasta cuando las críticas! Porque mejor no se van para el imperio para que sean felices!” Este ejemplo, tomado de la vida real, da cuenta de que vivimos, o mejor dicho “sobrevivimos” en una sociedad afectada por el proceso de polarización social y política, agravado por la campaña electoral, donde cualquiera puede ser objeto de una agresión porque piensa distinto, se viste con una camisa de un color particular, participa en una marcha, pasa por una zona que ha sido tomada por sectores afectos a una u otra tendencia política, habla de su candidato favorito en un medio de trasporte público, o expresa su desacuerdo con ideas o posturas dentro de su propio grupo.

Se debe reconocer la validez del adversario, adversaria o del oponente o la oponente, como alguien que piensa distinto a mí, pero no es mi enemigo o enemiga

Entendiendo la polarización social

Como su nombre lo indica, cuando hablamos de polos pensamos en extremos opuestos; así, en el proceso de polarización social se tiende a idealizar la postura del propio grupo y a tener una “representación satanizada del grupo contrario percibido como enemigo”. (1) Se comienza a pensar, hablar y sentir usando los términos: “nosotros- ellos” o “nosotras –ellas”, a las cuales se les asigna una fuerte carga emocional; los hechos se aceptan o se rechazan totalmente, no hay términos medios. La psicóloga social y directora del Instituto de Psicología de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Mireya Lozada, señala que “estas posiciones asumen un carácter rígido e intolerante y la discusión, el diálogo y el debate de posiciones diversas se sustituye por la utilización de estereotipos, descalificaciones, discriminación y exclusión de personas o grupos, a través de referencias a la condición de clase, etnia, raza, sexo u otras características grupales o partidistas”. Por su parte, en menor o mayor grado, las familias, escuelas, iglesias, sindicatos, grupos de organización popular, etc. se ven afectados y afectadas por esta polarización, que puede obligarlos a tomar postura a favor o en contra de uno de los polos de la confrontación; lo cual en algunos casos extremos hasta puede llegar a afectar los objetivos propios de estos espacios de convivencia social.

Consecuencias

El impacto de la polarización varía según la clase social, el lugar donde viva (capital del país o en las regiones), la edad, sexo, estado de salud, así como la cercanía o la exposición a situaciones de violencia directa y problemas personales, familiares, comunitarios o institucionales, existentes previamente. Sin embargo, es común que el temor a ser agredido o agredida por el “otro enemigo” genere una angustia que transforma el actuar del grupo o la persona polarizada llevándola a radicalizar su posición, defenderse o atacar para mantenerse a salvo. A consecuencia de esto, se exalta una cultura heroica, de violencia o defensa, que afecta la convivencia democrática y el respeto a los derechos humanos. Asimismo, la polarización puede incidir en que las personas reduzcan las actividades recreativas en espacios públicos, debido a su inseguridad y el clima de tensión imperante. También puede pasar que se les dificulte el manejo democrático y pacífico de sus conflictos y piensen más bien en adquirir un arma para defenderse o andar sólo en grupos del mismo sector social o de la misma ideología política. Agrega Lozada que en el caso venezolano, la polarización ha favorecido que las personas vean la violencia como algo “natural” y de paso la legitimen.

Acciones por la convivencia pacífica

Desde la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz promovemos y defendemos los derechos humanos en Venezuela y realizamos talleres de educación en derechos humanos con docentes, policías y comunidades en general donde les proponemos resolver sus conflictos de manera pacífica. Consideramos que debemos aprender a vivir con nuestras diferencias. Por otro lado, al formar parte de la Comisión Presidencial para el Control de Armas, Municiones y Desarme realizamos diversas actividades y estudios para entender mejor el tema de la violencia en el país y participamos en la elaboración de una propuesta ley con el objetivo de contribuir a disminuir la violencia y aumentar la convivencia pacífica en nuestro país.

www.redapoyo.org.ve 8 [email protected] (Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, La Voz, 23.07.12)

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