Entender las cooperativas como organizaciones con la doble dimensión Asociación-Empresa facilita comprender la importancia y de las decisiones tomadas en la asociación, en la empresa, entre ambas, y en la cooperativa como un todo con su doble anclaje socio-económico en la sociedad.
Así, la Asociación se identifica como la esfera política de la cooperativa. En ella se concentran las decisiones estratégicas, aquellas de las cuales depende la constitución misma de la cooperativa, su organización y funcionamiento, la definición de mercados y procesos productivos, reparto de excedentes, agremiaciones, integración, y hasta su disolución; ella posee un horizonte de largo alcance, mayor a un año.
La empresa por su parte se identifica con la esfera operativa y concentra las actividades cotidianas, las de corto plazo, aquellas que hacen realidad los objetivos de la cooperativa: compra – venta si es de consumo, captación de ahorros y otorgamiento de créditos si es financiera, prestación de servicios, transporte, capacitación, etc., en otras palabras desarrolla las funciones administrativas: mercado – tecnología – producción - capital humano – finanzas - y lo administrativo – contable.
La coordinación o gerencia constituye la intersección entre las dos dimensiones y actúa como bisagra o enlace entre ellas. Es responsable de convertir las estrategias en hechos, los sueños en realidades.
Dependiendo de las condiciones técnicas, la complejidad de las actividades, del número de asociados y las dimensiones operativas de la cooperativa, en cada esfera los asociados establecen órganos o instancias a las cuales atribuyen decisiones y actividades propias.
Así tenemos la Asamblea General de Asociados como instancia básica y obligatoria en la esfera asociativa, que funciona bajo el principio de «una persona un voto» y en ella domina el valor de la igualdad.
Tendremos también las actividades propias de la esfera empresarial, que pueden ser realizadas por todos los asociados o por equipos estables con responsabilidades específicas. En la esfera empresarial domina el valor de la equidad, a cada quien según su trabajo.
Si se opta por atribuir actividades empresariales a equipos, uno deberá coordinar lo operativo y pudiera denominarse Consejo deAdministración o Junta Directiva. Otro grupo debería encargarse de la vigilancia y el control, de la legalidad de las acciones, y el cumplimiento de los mandatos de la Asamblea, y pudiera recibir el nombre de Consejo de Vigilancia, Junta de Vigilancia, Comisión Fiscalizadora, Junta de Control, Unidad de Contraloría, Comité de Control Social, Junta de Comisarios u otro.
Dependiendo de la complejidad de los procesos operacionales, los gerentes pueden o no ser indispensables. Ciertas cooperativas no poseen gerentes para así colectivizar las decisiones ya que no existiendo esa persona, el Consejo de Administración o Junta Directiva, por ejemplo, ocuparía ese espacio.
En cuanto al valor de la educación, debería existir un Comité de Educación que asuma lo relativo a la formación, al adiestramiento y la información, en aras de garantizar que quien ingresa conozca el cooperativismo, y los asociados se preparen para ejercer sus cargos.
El Comité de Educación es clave para trazar líneas internas de desarrollo personal y laboral y asegurar rotaciones en los cargos de dirección. También para formar jóvenes como generación de relevo de las cooperativas.
Recuérdese que las cooperativas se constituyen sin un período de vida predeterminado como las compañías anónimas ya que se pretende que permanezcan en el tiempo, al igual que lo ha hecho la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), organismo cúpula de integración del cooperativismo mundial que agrupa a más de mil millones de terrícolas, que pronto cumplirá 117 años. Bajo ningún concepto debemos dejar morir una cooperativa, ellas deben ser inmortales y llenar todos los espacios posibles con la lógica de la Economía Social: Globalización de la Economía Social. (Tal Cual, 26.07.12)