En el siglo XIX, el alumbrado público no era algo común en todas las ciudades del país. Tampoco el agua potable, o el gas para cocinar, y la televisión, el teléfono y lo que supone estar conectado a internet, eran cosas impensables, algunas cabían solo en novelas de ciencia ficción. Hoy, en muchas aldeas de Africa, todavía no hay electricidad y las mujeres deben caminar kilómetros para buscar agua en algún pozo. Pero no estamos en Africa ni estamos en el siglo XIX sino en Venezuela del siglo XXI: electricidad, agua potable por tubería, gas, que exista una manera de recoger la basura en las ciudades, son servicios indispensables para la vida moderna y sin ellos los ciudadanos nos sentimos muy golpeados.

Ninguna muerte violenta es justificada, pero en este caso, no basta con que los responsables de este crimen en Aragua se lleven a juicio, es necesario que los responsables de la rabia ciudadana también respondan

Hay una relación entre servicios públicos y convivencia ciudadana. Los buenos servicios le dan calidad de vida a la gente, y los malos generan estrés, molestia, hasta rabia, y la rabia acumulada puede llegar a ser explosiva, sin embargo, nada justifica una muerte violenta. La muerte de los dos trabajadores de Corpoelec, el pasado miércoles 19, en Aragua, en medio de una trifulca vecinal, enardecidos por las frecuentes fallas del servicio eléctrico, tiene que llamarnos a las reflexión a todos los venezolanos, no puede pasar desapercibido -en realidad ninguna muerte violenta debiera pasar desapercibida- pero este caso, a mi juicio, es síntoma de un gran problema de convivencia. El hecho mencionado me genera una reflexión en dos sentidos: primero, de parte de los ciudadanos, la manera como estamos enfrentado los problemas; segundo, departe del Estado, su responsabilidad en garantizar servicios a la población, puesto que las empresas dependen del Estado, y la relación de esta garantía con problemas de convivencia.

De parte de los ciudadanos: la violencia no debería ser nunca una opción para resolver ningún problema, la violencia trae siempre más violencia, eso es así en el hogar, en la escuela, en la comunidad. Hay que aprender a resolverlos por vías pacíficas, por medio del diálogo, la negociación. Se dice fácil, pero en Venezuela parece que muchos estamos adoleciendo de estas herramientas, por eso tantas víctimas por asuntos banales, por eso tantos niños maltratados y tantas mujeres golpeadas por sus parejas, y tanta muerte anticipada. Es necesario aprender a pensar antes de actuar, es necesario saber expresar el descontento de manera asertiva, para que no se acumulen y se vuelva una olla de presión, que ya sabemos cómo explota.

El Estado, los gobernantes como representantes del mismo, deben comprender que la gente se exaspera, que las promesas hay que cumplirlas, que hay que invertir recursos en mantenimiento y prevención para que los servicios básicos no se suspendan, y si hay un problema éste se pueda restablecer con rapidez. Si así fuese, los ciudadanos podrían encontrar razones para tener paciencia y actuar con sensatez.

Esta semana pasada, en Ciudad Guayana, Francisco Alarcón, dirigente oficialista del sector eléctrico, denunció desinversión en el área de distribución, dijo también, entre otras cosas, que ellos “no tienen chalecos antibalas” para hacer su trabajo, dijo que a veces han sido secuestrados por vecinos… (Correo del Caroní, 22/09/12, p. A5). En un noticiero radial escuché que en Ciudad Guayana hacen falta 27 camiones para atender los problemas eléctricos y sólo cuentan con 4. Así no pueden ser rápidos para abordar las emergencias. Ellos, los trabajadores no son los que toman las decisiones sobre los recursos que deben ser invertidos, no son pues, los últimos responsables de los problemas.

Ninguna muerte violenta es justificada, pero en este caso, no basta con que los responsables de este crimen en Aragua se lleven a juicio, es necesario que los responsables de la rabia ciudadana también respondan. (Conflictove, 25.09.12)

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