Estamos a tan solo nueve días de la realización de las elecciones para que el pueblo decida de manera democrática quién será el próximo presidente de la República. Como es natural en procesos electorales polarizados por dos grandes candidatos, cada uno se da ganador y los simpatizantes abrigan enormes esperanzas de triunfo.

Los procesos electorales son una expresión del ejercicio de la democracia que tiene como uno de sus valores principales reafirmar la diversidad y pluralidad existente en la sociedad. En nuestro caso es más que evidente que Venezuela es diversa en lo político y los resultados de los últimos procesos electorales lo confirman. También confirman un nivel de madures de la población en aceptar triunfos y derrotas y rechazar la violencia una vez se anuncia como ganadora a una u otra opción.

En nuestro caso es más que evidente que Venezuela es diversa en lo político y los resultados de los últimos procesos electorales lo confirman

Un aspecto positivo es el fortalecimiento institucional del Consejo Nacional Electoral como consecuencia de un mayor grado de confianza de la población en la transparencia del proceso electoral y en el escrutinio que se realiza. Ese proceso genera hoy un nivel aceptable de confianza que con seguridad se expresará en una masiva participación de los electores.

El ejercicio del voto será por lo tanto una manera de participar en democracia, una forma de materializar el ejercicio de los derechos políticos. Ese voto debe ser libre de cualquier presión directa e indirecta y consciente de las implicaciones que produce para el presente y el futuro del país. Tu voto contribuirá a construir democracia pero no es suficiente.

Hay tres aspectos esenciales para hacer de la jornada electoral del próximo 07 de octubre una jornada democrática y ejemplar.

La primera, es aceptar los resultados que emita el Consejo Nacional Electoral por más ajustados que pudiesen ser. La participación democrática en un proceso electoral significa estar consciente que la opción que apoyamos y a la cual dedicamos iniciativas y esfuerzos, puede resultar vencida.

La segunda, rechazar cualquier opción de violencia. La frustración frente a un resultado o las dudas que pudiese generar debemos canalizarlas por mecanismos institucionales y pacíficos. Ya el país tiene además suficientes manifestaciones de violencia diaria para que le agreguemos un ingrediente más.

La tercera, aceptar que el país es diverso en lo político y que lo más conveniente y democrático es convivir en medio de esa diversidad. El vecino, compañero de trabajo o de estudio que votó por una opción distinta a la que preferíamos muy posiblemente tenga las mismas angustias y necesidades nuestras y con él podemos coincidir en muchos otros aspectos en la cotidianidad de nuestras vidas. La diversidad adecuadamente aprovechada y canalizada produce enormes fortalezas en la vida social.

Finalmente, hay que indicar que la dirigencia política del país debe dar el ejemplo. Ellos tendrán una gran responsabilidad  en cuanto a favorecer que la jornada electoral se desarrolle en un ambiente propicio para ejercer el voto y garantizar la paz.

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