Cincuenta y ocho familias de los sectores Los Duques, Alí Primera, El Marqués, Los Ortices y La Trinidad, de Barrancas parte alta, municipio Cárdenas, temen que un día amanezcan tapiadas en medio de una gran tragedia. ¿La razón? Un movimiento en masa, que está afectando a esa comunidad desde hace dos años, aproximadamente, les ha deteriorado sus hogares, al punto de dejarlos inhabitables.

Y es que a pesar del estado en que se encuentran esos inmuebles, sus propietarios no tienen a dónde irse. Después de vivir cómodamente, ni siquiera imaginan cómo sería estar en un refugio.

La mayoría son casas de dos o tres plantas, las cuales se han hundido, en cualquier momento escuchan un ruido seco y van a ver qué pasó, y se dan cuenta que un pedazo de la pared se ha salido y ha dejado una especie de claraboya que se suma a los otros “tragaluces” (o huecos, grietas) que se les han formado en las habitaciones, la sala y demás espacios.

Las puertas y ventanas ya no cierran. Han tenido que retirarlas de las habitaciones, e incluso los baños, porque ya perdieron el nivel y no descartan que puedan quedarse atrapados en el interior de los mismos. Los portones ya no abren, y si aún pueden lograrlo, solamente los pueden cerrar entre varias personas y con mucho ingenio. La parte baja de las viviendas ha sido desalojada, pero la planta alta está sostenida sobre columnas que están dobladas, inclinadas, y han originado el “abombamiento” de la platabanda.

En las noches sienten el “traqueteo” del movimiento de masa; el interior de la planta baja de las casas parece una zona bombardeada, con escombros y huecos, incluso algunos hechos por los propietarios, en un intento por hacer drenajes y tratar de “salvarlas”. Sus moradores han “emigrado” a la planta alta, sin acatar la propuesta de los organismos competentes: desalojar o irse a un refugio.

El otro problema lo tienen con los cables de alta tensión, cuyos postes se hunden al igual que los inmuebles, y en ese movimiento dichas cuerdas se han recostado a las casas. Una señora fue a Corpoelec para pedir que se las retiren, por temor a un corto circuito, pues alguien o todos pueden quedar electrocutados, pero la respuesta fue -dijeron-: tiene que pagar 23 mil bolívares. Para evitar problemas retiró el techo de la planta alta, pero el problema continúa en otras viviendas de la comunidad.

Los drenajes colapsados es otro “atentado” a la comunidad, tanto las aguas residuales como las pluviales, e incluso la potable, porque saben -expresan los vecinos- que por ser un cerro o terreno en declive, bajan y hacen efecto en las casas que aún no tienen problemas, porque se filtran de manera subterránea. Antes -señalaron- Hidrosuroeste enviaba al personal, pero “arreglan un bote en la mañana y se daña otro en la tarde. Las aguas residuales, los mismos vecinos intentan canalizarlas “empíricamente”.

La regresiva fue construida en abril entre la comunidad y la Alcaldía, y los paños de concreto están considerablemente separados e, incluso, hay un tramo tan deteriorado, que no permite el acceso en carro a la parte alta.

Y es que a pesar del estado en que se encuentran esos inmuebles, sus propietarios no tienen a dónde irse. Después de vivir cómodamente, ni siquiera imaginan cómo sería estar en un refugio.

“Nos da miedo de que algún día quedemos tapiados con niños y todo, y no sepamos más de mundo, pero a dónde nos vamos”. Así lo dijo Sonia Sánchez, quien al ver el año pasado que su vivienda se deterioraba, la volvió a hacer, pensando -explicó- que era la misma. “Pero no, después dijeron que era la laguna, y se perdió la inversión y todo, tuvimos que prestar plata, para nada”.

Su casa es similar a la de la señora Carmen Calderón, que es de las que están completamente inhabitables, al igual que la de los señores Miguel Molina, María Elena Carvajal, Sonia Loaiza, Lisbeth Romero y Julia Oliveros, entre otros; muchos no comprenden cómo es que Oliveros sigue viviendo con su esposo y sus dos niños en su inmueble prácticamente destruido, con paredes totalmente “abiertas”, las que no se han derrumbado, con vigas de corona dobladas y con la casa de la parte alta encima.

De hecho, cuando hace casi dos años, cuando se le comenzó a destruir la casa, cuyo caso fue publicado en los medios de comunicación, la alcaldesa de Cárdenas se comprometió -dicen los vecinos- a solucionarle el problema. Todavía desconoce los efectos de la Misión Vivienda, a pesar de la urgencia.

¿Tomateras?, ¿lagunas?, ¿drenajes?

Como en los demás sitios que están en las condiciones descritas, en estos sectores de la parte alta de Barrancas el problema es un “movimiento de masa”, según les han dicho en el Ministerio del Ambiente, Corpointa y Protección Civil.

La comunidad considera que unos cultivos de la parte alta y dos lagunas son los que originan dicho movimiento. Explican que hace siete años, aproximadamente, vivieron un problema parecido y le metieron máquina a la laguna, y la misma bajó el nivel del agua y la afectación para el sector. No obstante, según el informe del Ministerio del Ambiente, que cita, en dicho ente lo descartaron, al considerar que lo ocasiona “el exceso de humedad, ya sea por la alta pluviosidad y por una ineficiente red de aguas servidas presentes en la zona”.

Dicen que Corpointa va a hacer unos estudios para precisar la situación. Mientras tanto, Protección Civil les recomendó la canalización y el empotramiento de las aguas pluviales del sector, la revisión de los empotres y tomas del sistema de aguas servidas; tramitar la inspección ante el Ministerio del Ambiente sobre la laguna y los cultivos, cuya eliminación de este último está pidiendo la comunidad.

También propuso en su informe, elaborado el dos de octubre pasado, que tramiten un estudio de suelo para descartar las condiciones del terreno, y llevar el caso ante Ingeniería Municipal de Cárdenas.

De allí que piden a los gobiernos, nacional, regional y municipal, ayuda urgente para evitar una tragedia. Confían en que los representantes de dichos poderes no esperen que sea tarde y haya hechos qué lamentar, y los ayuden a conseguir terreno y casa, pues aseguran que no piden un regalo, pues para eso todos trabajan.

Insisten en que les presten auxilio, antes de que haya más casas destruidas, pues en abril hicieron un censo y eran veintidós los inmuebles dañados; dos meses después hicieron otro y eran sesenta; Protección Civil hizo un censo y contó cincuenta y ocho casas afectadas, tres de ellas colapsadas en su totalidad. Piden que los incluyan de manera urgente en la Misión Vivienda o les faciliten terrenos, para cada uno volver a construir su inmueble. (Marina Sandoval Villamizar, La Nación, 23.10.12)

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