Este Miércoles no hubo clases en el Liceo Andrés Bello. Las actividades fueron suspendidas por la muerte de Michele Buraglia, de 16 años, estudiante de 5º año de bachillerato, al recibir un tiro en la cancha del plantel. La entrada era custodiada por policías nacionales, quienes respondían a las madres y representantes que se acercaban para saber cuándo se reiniciarían o dónde estaban velando a la joven.
“Yo me asusté tanto cuando mi hija me llamó. Tengo dos niñas aquí, primera vez que pasa esto. Queremos más seguridad, aquí sólo están los vigilantes de la escuela”, comentó una señora que no quiso dar su nombre, como la mayoría de las que llegaban a preguntar, con cuentagotas. El desespero, la preocupación, la tristeza y la conmoción eran evidentes en cada mamá que se acercaba.
Algunas manifestaron que retirarán a sus hijos del liceo, otras no lo ven como opción
“Mi hija tenía una crisis anoche, me decía ‘yo la vi agonizando’; dice que vio cuando cayó al piso pero todos pensaron que se había desmayado y que era un fosforito”, señaló Marta Sulvarán, otra representante.
Ayer en la mañana hubo una reunión de pocos padres con el director, quien les informó que posiblemente iban a colocar detectores de metales en la entrada. Luego llegaron representantes de la Fiscalía, ONA, Cicpc, Min-Educación y Defensoría del Niño, pero negaron la entrada a los periodistas y no dieron información. Hoy habrá otra reunión con los representantes y las clases se reiniciarán el viernes (7º grado) y el lunes.
Los padres indicaron que la parte de atrás del liceo es muy sola y se presta para lanzar cosas, por lo que piden seguridad en esas áreas también. El uniforme no tiene insignia, y esa es otra petición para controlar la entrada de jóvenes que no estudian allí, agregaron. “El director actual lo ha hecho muy bien, este es un liceo tranquilo, ya no se ven peleas con armas blancas ni botellas”, indicó otra mamá.
Algunas manifestaron que retirarán a sus hijos del liceo, otras no lo ven como opción.
Prioridades. Oscar Misle, director de Cecodap (institución que defiende los derechos de niños y adolescentes), precisa que lo primordial en estos casos es apoyar a los estudiantes que vivieron el hecho.
“El trabajo del Ministerio de Educación es atender a los estudiantes y familias afectadas emocional y psicológicamente, hablar de por qué ocurrió, no de qué pasó; manejar el duelo. Con los amigos de esa joven manejar la impotencia, la rabia, el dolor, porque la frustración acumulada genera rabia y la rabia deriva en violencia”.
Agregó que lo ocurrido revela que los liceos ya no son un lugar seguro. “Cuando alertamos sobre la violencia en las aulas nos dicen alarmistas, pero no es así, esto pone en evidencia la necesidad de que la violencia sea prioridad”.
Las acciones que se tomen no deben ser reactivas sino programas enfocados en la formación (qué hacer, a dónde ir, autoprotección), participación (involucre a estudiantes, familias, profesores, trabajadores), coordinación y continuidad (hacerles seguimiento y que sean regulares), explicó Misle.
“No debe verse como un hecho común de violencia, ni normal. Esto no debe ocurrir en otro plantel”, recalcó el director de Cecodap. (Patricia Marcano, Últimas Noticias, 10.01.13)