Los y las trabajadores de Sidor vienen dando un gran ejemplo al resto del sector laboral del país.
La huelga que les permitió obtener la firma de un compromiso por parte de la gerencia, de rectificación en la manera como se deben pagar un conjunto de beneficios tiene varios aspectos que resultan interesantes analizar.
La respuesta del gobierno a la protesta fue mantener una política de intimidación.
Amenazas de despido y militarización. Fracasaron en su propósito. Los y las trabajadoras mantuvieron su voluntad de persistir en la defensa de sus derechos. Fracasó como ocurrió en Ferrominera. Por más que militarizaron dicha empresa no pudieron arrodillar a la masa laboral.
El gobierno ha venido progresivamente militarizando la respuesta a la protesta social principalmente en las empresas básicas. Se pretende con la bota militar generar miedo, autocensurar y forzar a aceptar unas condiciones de trabajo que desmejoran lo ya conquistado.
Pero ha encontrado el muro de la disposición a defender lo que por justicia y con esfuerzo han conquistado a través de muchos años de lucha.
Otro aspecto interesante de lo que pasó y continúa pasando en Sidor es que la mayoría de los trabajadores rebasó a la dirigencia sindical.
Una dirigencia pro gobierno que ha venido actuando como anestesia frente a los ánimos de organizar acciones de exigibilidad de los derechos. Una dirigencia que ha privilegiado sus intereses políticos partidistas por encima de los intereses de quienes los eligieron para que defendieran sus derechos.
A diferencia de Ferrominera donde la directiva sindical liderizada por Rubén González ha contado con un amplio respaldo, en Sidor esa dirigencia fue rechazada y finalmente forzada a que algunos de sus integrantes se plegaran a la huelga.
Los dos aspectos: no dejarse intimidar y rebasar a la dirigencia sindical son un ejemplo para el resto del sector laboral en el país. Muy posiblemente se avecinen tiempos más difíciles tanto por la situación económica como por las tendencias progresivas autoritarias que muestra el gobierno de Nicolás Maduro recurriendo más a la fuerza militar y policial ante los reclamos populares.
Desde hace cinco años vivimos una creciente protesta social y el sector laboral encabeza esa protesta. Sus protestas son dispersas porque entre otros aspectos no existe una dirigencia sindical en el país capaz de entrelazarlas y darle un contenido más global.
Una dirigencia sindical que por años viene priorizando defender o atacar al gobierno pero que descuidó la agenda social. Iniciativas como el Frente en Defensa del Salario y el Sindicato que abrieron en un momento expectativas como factor emergente hoy se encuentra desafortunadamente debilitado.
Mientras ello ocurre, la base sindical arrecia sus protestas a lo largo y ancho del país.
En las empresas básicas de Guayana se está marcando una senda. Con firmeza de acero los y las trabajadores muestran que con unidad y disposición de lucha se pueden imponer ante la arbitrariedad.