Imagino cómo se sentirá ante el tremendo reto que le han puesto en sus manos: el Ministerio del Poder Popular para la Educación. ¡No es un juego! Nunca lo ha sido, mucho menos ahora que además de los problemas de siempre- mantener ese montón de planteles, los sueldos siempre insuficientes- se añaden los nuevos: la violencia creciente, las amenazas que provienen del narcomedueo reclutando alumnos, las vacantes sin llenar porque la profesión no es atractiva, la urgencia por mejorar la calidad.
Debe tener ya muchas cartas en su escritorio, yo quiero mandarle la mía para ver si ayudan los subrayados.
Veo que nunca ha dado clases. Le sugiero que se olvide de cuando fue alumno porque ya esos tiempos no son los mismos. Póngase entonces otros lentes que le permitan no seguir haciendo más de lo mismo si eso ya no funciona.
Como fue Ministro del Deporte y Ministro de la Juventud, espero que haya conversado con muchos muchachos y sabrá entonces que en esa población hay jóvenes que no terminan el bachillerato, porque no hay suficientes liceos en este país, y otros porque el liceo no se presenta como algo atractivo, aún teniendo cupo, se van de las aulas por falta de interés, o porque se cansan de las horas sin profesores. No tenemos docentes para completar los horarios, Urge una política sostenida de incentivos para ser educador. No es solo el sueldo.
Como fue Ministro de la Juventud, supongo que dedicó tiempo a escuchar a jóvenes de sectores populares y ellos le habrán contado como el narcomenudeo anda reclutando adolescentes, y una vez que entran en ese espiral solo queda que crezca la violencia. En los planteles no hay equipos interdisciplinarios para trabajar en prevención o en intervención en los casos de violencia abierta.
Tal vez alguno le contó que cuando una madre ve a su hijo en riesgo, no sabe a dónde acudir para recibir atención, no hay suficientes programas de atención a los alumnos de conducta difícil. La violencia escolar es un fenómeno muy complejo y debe reconocerse para abordarse sin disfraces. Le habrán contado también que el Sistema de Protección de niños y adolescentes está muy desprotegido: no cuentan con especialistas, algunos ni siquiera cuentan con espacio adecuado para tratar los casos. El Sistema de Protección tendría que ser un aliado de la escuela.
Ahora que tiene poder de decisión, le sugiero que recupere las horas de guiatura en el bachillerato y elabore un programa de guiaturas para la convivencia pacífica, que esas horas se le asignen a los mejores docentes, se les de herramientas, se les escuche, y puedan dedicar tiempo para enseñar a los muchachos a pensar antes de actuar, puedan dedicar tiempo a ESCUCHAR a los adolescentes que están tan solos; ¡Usted se imagina lo que avanzaríamos si todas la semanas los adolescente contaran con dos hora semanales para hablar de sus problema, de sus miedos, de sus sueños? Imagine que todos los adolescentes elaboren su proyecto de vida, seguro que se nos perderían menos. La cultura de la violencia puede revertirse pero con procesos sostenidos, planificados.
Usted sabe de jóvenes, ahora le toca saber también de pequeños, mire con cuidado las estadísticas y vea que la Educación Inicial tiene insuficiente cobertura. Hay que garantizar que todos tengan acceso a la educación en esos años tan importantes. La cobertura debe ser total, , y cada centro, con su programa de formación para madres. Lo que hagamos por los niños en esa edad será la base.
La escuela tiene que ser fortalecida como institución, con reglas claras para la convivencia pacífica. Con protocolos claros para la disciplina.
Finalmente ciudadano ministro, usted no está solo, en este país hay muchas organizaciones sinceramente preocupadas y ocupados en el que hacer educativo, le aseguro que no nos anima ningún interés oculto, hay décadas de experiencias, usted cuenta con ellos. Déjese ayudar, por el bien de todos. Un diálogo abierto sería muy beneficioso.
Sinceramente,
Luisa Pernalete
Educadora