La palabra “paraíso” siempre se asocia a algo bueno: un lugar que da felicidad, tranquilidad, a veces se asocia a la naturaleza, generosa y hermosa. Por mucha punta que saquemos a lo que vemos y oímos, no es un paraíso nuestro país con esta violencia creciente y de todo tipo, incrementada de manera evidente estas últimas semanas.
Con tanta arma suelta no puede haber paraíso. Arma es la navaja que lleva el niño de “camisa blanca” a la escuela y dice que es para sacar punta al lápiz, pero luego confiesa que es para defenderse, como me contó un maestro.
Las pistolas de juguetes también son armas, se pueden usar para jugar pero también se usan para amenazar y para atracar. Armas son esos cuchillos utilizados por unos adolescentes para asesinar a los dos salesianos hace una semana, no llorados lo suficiente.
Armas son las que le sacaron a la maestra Juanita en las tres ocasiones que asaltaron en el autobús, vía a su escuela en San Félix. Son armas que quitan la paz a la comunidad de La Victoria, en San Félix, cuando a cualquier hora las bandas juveniles apuntan a los vecinos, como me narró la señora Del Valle el otro día. Así no hay paraíso.
Hay armas de armas, y si hay un conflicto bélico abierto, ambos bandos tienen armas de guerra, como fusiles, aviones y tanques. Las armas de guerra, valga la redundancia, son para la guerra, no para un país democrático en donde, se supone, la protesta pacífica está aceptada por las leyes y se supone que son expresiones propias de los ciudadanos.
Cuando se protesta hay que escuchar las razones de las mismas y las autoridades deben buscar hablar con los que manifestantes para transformar el conflicto en resolución de las necesidades expresadas.
Si no hubiese razones, se prueba la equivocación y si los manifestantes se ponen agresivos, hay que calmarlos por el bien de todos. También los palos y las piedras pueden ser armas, pero enfrentarlas con tanques de guerra luce desproporcionado.
De paso, ¿creen que la inseguridad no es un problema sentido por la mayoría de los venezolanos? Las mujeres de la Fundación por la Dignidad Sagrada de las Personas – Ciudad Guayana- la mayoría de sectores populares, tienen una lista larga de víctimas. ¿Usted no?
Los venezolanos han visto uniformados equipados con armas largas y tanquetas enfrentando estudiantes que gritaban consignas y cargaban pancartas, la mayoría hechas a mano, con marcadores de escolares. Gente cercana a esta que escribe las vio en Caracas, Puerto Ordaz, Barquisimeto.
De las otras nos enteramos por los medios de comunicación o por internet, y siempre cabe la duda de los montajes y manipulaciones, pero de los testigos directos no podemos dudar.
¿Son necesarias tanquetas y ese despliegue de fuerza uniformada para vigilar manifestaciones, o para reducir excesos si los hubiese? ¿No suena a amedrentamiento, e incluso a provocación?
El año pasado, a raíz de una nota de prensa de agencias internacionales, escribí preguntando para cuál guerra nos preparábamos, pues según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz, de Estocolmo, Venezuela lidera la compra de armas en América Latina.
Aparece dentro de las 20 naciones que más equipos bélicos ha adquirido entre los años 2008 y 2012. Los rusos son nuestros mayores vendedores. Según Rafael Uzcátegui, basándose en datos del mencionado instituto, Venezuela gastó 643 millones de dólares. ( 24/04/2013). Aviones, tanques… ¿Cuánto costará un tanque de guerra?
También se mencionaba en aquella nota que Venezuela instalaría una fábrica de fusiles AK en el oriente del país. ¿ Ya está funcionando? No sé, pero no creo que sean fusiles lo que esta país necesite. Sobre todo si en los sectores más pobres los niños pequeños siguen sin tomar leche a diario, como debería ser, las madres deben seguir haciendo largas colas para conseguir los productos de la cesta básica, el papel sanitario sigue siendo un dolor de cabeza y muchos adolescentes siguen sin tener liceo en su comunidad. En medio de esta situación ¿Son las armas de guerra un producto de primera necesidad en esta Venezuela?.
Estoy pensando en esa hermosa canción del tío Simón, que murió pero nos dejó su herencia,” Qué vale más”. Puede ser una buena pregunta para los que pueden tomar las decisiones en este país.
@luisaconpaz