luisa pernaleteUno se siente como en guerra desde hace tiempo, y en las últimas semanas más. Si queremos la paz, tenemos que “desaprender la guerra”, de otra manera se devaluará también la esperanza.

Tomo prestado parte de la letra de la canción de Luis Guitarra, compositor español, Desaprender la guerra. Las guerras no nacen solo cuando se declaran, se van incubando con gestos, acciones, discursos, luego se expresan abiertamente con armas, ¡y digan ustedes si en este país no estamos viendo armas por todos lados! ¡Hasta tanques en las avenidas! Hay armas en las escuelas, en las cárceles, “en las calles mandan los armados”, me dijo Elsy… hay mucha guerra regada, mucha descalificación que humilla, mucho twitter ofensivo, muchos decibeles ante los micrófonos… Todo eso hay desaprenderlo.

“Desconvocar el odio/desestimar la ira/reusar usar la fuerza”, sigue Guitarra. Hay rabias sanas, normales, producto de la indignación frente a una injusticia, por ejemplo, esa es sana, lo que no es sano es que la ira nos domine y aconseje reacciones violentas.

El verbo iracundo daña, el agua derramada no se puede recoger aunque luego podamos comprender y lleguemos a perdonar. La ira y el luso de la fuerza son a veces empujadas por testigos o público que aplaude incluso de manera automática.

No usar la fuerza no significa no enfrentar, o no sancionar, la impunidad convoca a más odio, pero hay que buscar los procedimientos no violentos para ser coherentes con los deseos de paz expresados.

“Reabrir todas las puertas/sitiar cada mentira”, nos dice el cantautor. Con la puerta cerrada no se puede dialogar. Un portazo significa “no quiero nada contigo”.

Si no me abren a la primera, habrá que seguir tocando, si es que hay voluntad de diálogo, claro, se espera que al abrir la puerta no esté la escoba detrás, señal de trampa. Y en cuanto a las mentiras, hay que sitiarlas, aquí se miente descaradamente, hay que hacer un esfuerzo por buscar y decir verdades. Con mentiras no hay confianza, y con desconfianza es difícil hablar.

“Rehabilitar los sueños” sigue Guitarra. No se trata solo de calmar los ánimos, aunque eso también hace falta, hay que ver completo el escenario y saber que las rehabilitaciones llevan su tiempo. Hay heridas profundas que no se ven.

Las protestas son síntomas de heridas -hay que escucharlas- pero están los gritos de los que no salen: el atraco de cada día, la leche que no se consigue… A eso también hay que poner atención. Todos tenemos algo que hacer en esto de “desaprender la guerra”, pero no todos tenemos la misma responsabilidad. Quien más poder detenta, más deberes tiene y más hay que exigirle.

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