Todos los derechos humanos consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y en diferentes tratados internacionales comprometen a los Estados nación a proteger la dignidad humana.
Para hacer realidad esta premisa hay que entender que ningún derecho es más importante que otro, o que el logro de algunos derechos puede hacernos olvidar la realización de otros.
Es imposible pensar en una vida digna sin la realización de todos los derechos civiles, culturales, económicos, políticos o sociales. Por ejemplo, no basta con tener libertad de expresión si no existen posibilidades de acceder a una educación gratuita y de calidad; la satisfacción del derecho al trabajo se relaciona estrechamente con el derecho a la educación; el derecho a la alimentación está vinculado con los derechos laborales; el derecho a la salud depende también que todos los ciudadanos tengan derecho al acceso a la justicia. Así ocurre entre uno y otro derecho humano: el alcance de unos es interdependiente del alcance de otros.
Por todo lo anterior, no se puede aceptar y/o justificar la negación de unos derechos por parte del Estado, señalando que ha cumplido con otros.
La violación de un derecho humano conduce a la violación de otros.
Caracas, 28.04.04