En la noche de hoy nos llega la trágica noticia del fallecimiento de Miriam Romero Martínez, hija del Cacique Yukpa Sabino Romero (asesinado) y su fiel compañera Lucía Martínez; víctima del paludismo y meningitis, mientras permanecía en Ciudad Bolívar por invitación de la Universidad indígena de Venezuela, pues sus hermanos que en están institución se forman actualmente.
Hace tres semanas murió su tía materna al parir bajando de las montañas de la apartada comunidad Wasama en las cabeceras del río Yaza, hace dos semanas murió su sobrino en el Hospital Universitario de Maracaibo, al nacer prematuro, y en la cuenca alta del río Tukuko murió la señora Ishishu de la comunidad Ipica de 30 años de edad de tuberculosis y hepatitis B, etc., etc.
Todos los muertos presentaban desnutrición y anemia producto del hambre. No basta 500 años de invasión y 14 de Chavismo.
Para nadie es un secreto el profundo abandono en el que se encuentran cientos de comunidades indígenas en el país por improvisados planes de atención y la mora en la restitución de las tierras que ancestral y tradicionalmente ocuparon, como lo ordena la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas.
Estas enfermedades coloniales son el legado de las viejas y nuevas prácticas de exclusión hacia los pueblos originarios en Venezuela, ante la negación gubernamental de diseñar y ejecutar un Plan Integral por la Paz del Pueblo Indígena Yukpa acorde a las premisas socio-culturales de esta etnia, ignoradas a pesar de las continuas denuncias ejercidas por organizaciones de derechos humanos y las y los voceros de las comunidades indígenas de la Sierra de Perijá a nivel local, nacional e internacional.
El Gobierno Nacional y la Gobernación del Estado Zulia nada han hecho para comenzar a cumplir con el Plan de Indemnización presentado por las familias de los líderes asesinados Sabino Romero Izarra y Alexander Fernández el 3 de marzo de 2014 en el despacho del Secretario de Gobierno del Estado Zulia, Blagdimir Labrador.
Este legado de muerte y exclusión no quedará impune, y el Estado deberá responder por la continua y sistemática política de improvisación hacia nuestros pueblos originarios. Amor y Solidaridad con el pueblo Yukpa en su dolor y resistencia.