Emilio Campos era un dirigente que no temía en aceptar costos por decir lo que pensaba. Sorprendía cuando aceptaba fotografiarse al lado del dirigente sindical más impopular del momento, sin cálculos, aunque eso derivara en un error político.
Llegaba tarde a reuniones cuando su vieja camioneta le fallaba. Tomaba pocos descansos, tenía a sus hijos siempre en el verbo y jamás olvidaba contestar una llamada. No tenía poses y eso hoy lo reconocen todos los trabajadores sin distinción. Era sincero y frontal; conciliador cuando el objetivo era un bien superior.
No faltó algún político acomodado que le ofreciera favores o que intentara comprar sus principios con lujos. “Yo prefiero tener mi conciencia tranquila”, siempre decía, aunque reconociera que alguna vez falló.
Ese es el dirigente que este lunes, en el escenario de sus luchas sindicales en el portón industrial en la avenida Fuerzas Armadas, trabajadores, amigos y familiares reconocieron en el hombre de 48 años que murió sin riquezas este sábado, como un trabajador más de la empresa más deprimida del sector aluminio y líder del movimiento sindical más coherente en discurso y acción.
En la última década Emilio se dedicó a construir un sindicato de trabajo en equipo. Por eso no era apremiante su presencia para fijar posición sobre cualquier ámbito de la vida pública y en especial de las empresas básicas que tanto defendió del modelo político en el que, alguna vez creyó, pero que hace años calificó como “agotado”.
“No es fácil. Mantener la posición de Emilio, y de muchos compañeros, no es fácil. Perdimos un gran hombre…pero hoy más que nunca debemos estar unidos, los trabajadores sabemos que no podemos desperdiciar todo lo aprendido”, dijo entristecido el director laboral de Carbonorca, Hernán Pacheco.
Algunos de sus más cercanos ni siquiera pudieron hablar. El diputado Américo De Grazia reconoció en Emilio su humildad. El secretario general de Sintraferrominera, Rubén González, su solidaridad y coherencia. “No tenía posiciones ambivalentes. Asistía a la reunión que fuese si estaba Emilio porque era de confiar”.
El secretario general de Sintralcasa, Henry Arias, propuso denominar con su nombre la casa sindical de CVG Carbonorca y su hermano, compañero de toda la vida, Ramón Espino, pidió multiplicar su legado en un grito doloroso.
Así fue como este lunes, dos días después de su muerte en la vía a Caicara en un accidente, dirigentes sindicales de todas las tendencias rindieron homenaje a quien reconocieran como un líder, un luchador de Guayana, un gran hombre. (Clavel Rangel, Correo del Caroní, 19.06.2014)