El racionamiento pretende administrar la escasez pero no soluciona el problema de fondo
A diferencia de otros países de la región, donde las protestas y conflictos son focalizados y realizados por grupos específicos, en Venezuela observamos que, desde hace años, una variedad de sectores de la sociedad civil está en la calle demandando distintos derechos, principalmente en materia social. Lo confirmamos en el monitoreo que realizamos en ConflictoVe: hay protestas todos los días y son aproximadamente unas 15 diarias.
La cantidad de movilizaciones públicas no ha sido poca cosa, los informes publicados por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), tan solo en los últimos 3 años y medio, dan cuenta de al menos unas 21 mil. La diversidad de actores y la variedad de demandas hacen que la caracterización de la protesta sea una materia bastante compleja.
No hay respuestas oportunas
Sin embargo, hay aspectos característicos de los conflictos venezolanos que son sistemáticos y que no requieren mucha disertación para identificarlos. Uno de ellos es el tipo de repuesta, muchas veces brilla por su ausencia, que el Estado da a las demandas y exigencias populares.
La falta de respuestas efectivas y oportunas se ha convertido en unos de los motores e impulsores de la altísima tasa de protestas y conflictos en nuestro país. La gente ha tomado las calles después de largas esperas por respuestas de las oficinas de gobierno. No protestan de buenas a primeras, esperan pacientemente hasta que deciden hacer pública su problemática a través de la forma natural e histórica de exigencia de derechos: la protesta de calle.
Esa ausencia de respuestas no solo ha impulsado el aumento de las protestas y el descontento social y político, también ha puesto en evidencia la capacidad de gestión de quienes dirigen los destinos del país. En muchos casos la resolución de grandes conflictos depende de una simple firma o del visto bueno de algún burócrata.
Sacudón: ¿cambios para no cambiar?
El presidente Nicolas Maduro anunció un “sacudón” ministerial, proponiendo revisar la gestión, ejecución de proyectos y capacidad de producción de las empresas del Estado, entre otros. A casi un mes del anuncio presidencial, los ministros pusieron a la orden sus cargos, para facilitar el “sacudón”.
Mientras estos cambios y enroques de altos cargos se concretan -al momento de escribir este artículo, no hay anuncios de nombramientos-, la gente ve cómo se alargan los tiempos para la solución a sus problemas y ahora tendrán que esperar nuevas firmas, nuevas respuestas y muy posiblemente nuevos ministerios o estructuras burocráticas. Si el anunciado “sacudón” es más de lo mismo será peor el remedio que la enfermedad, porque los problemas van a persistir.
Derecho a la salud y a la vida en entredicho
Por ejemplo, el sistema de salud -el público y el privado- está atravesando una profunda crisis que no necesita de grandes cambios ministeriales para corregir las fallas. Es necesaria simplemente voluntad política por parte de quienes tienen la enorme responsabilidad de proveer -o permitir que se provean de- insumos médicos y hospitalarios a todos los hospitales y clínicas del país.
Lo mismo pasa con las medicinas. Hay una profunda escasez que tiene como raíz la no asignación de divisas, bien sea para su importación o para la fabricación de ellas en el país. El tema de la crisis de la salud toca a todos los ciudadanos por igual. Todos somos seres humanos que vemos nuestros derechos, entre ellos el derecho fundamental a la vida, restringidos o en peligro.
Escasez y racionamiento
En paralelo, el gobierno anuncia “un sistema biométrico en establecimientos de alimentación”, es decir, una máquina capta huellas en abastos y supermercados. Estamos hablando, en términos llanos, de racionamiento de alimentos.
Quizás pretenden con esto eliminar o minimizar las colas, cada vez más numerosas y que por cierto pueden llegar a ser causa de protestas, o administrar la escasez que es producto, por cierto, de la mala gestión de gobierno.
O probablemente, siempre hay alguna mente brillante por ahí, quieran implementar ese sistema para ampliar el control sobre la población. O quizás, como ha pasado otras veces, no pase nada, no llegue a implementarse, pero sirve el tema para tapar otros problemas durante un período de tiempo.
En todo caso, no hay justificación alguna para que un país con los recursos como los que tiene Venezuela, racione los alimentos.