Luis José salió vivo. Hay gente que asegura que salió vivo.
Ese día, la madrugada del 31 de agosto, Luis José acababa de llegar a casa de su tía. Buscaba a su primo para regresar a la suya, darse un chapuzón en la piscina y compartir otro día de vacaciones, pero el joven no estaba. Decidió esperarlo con Edward, esposo de una de sus primas, con quien había llegado ahí, a Colinas de Unare. La espera no duró demasiado.
Dicen que no fueron más de cinco minutos. La demora terminó no porque llegara su primo, sino un grupo de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que arrestó a Luis José, a su cuñado Edward y Ángel José Alguera. Esa fue la última vez que lo vieron con vida.
– Mi hijo salió vivo. Tengo testigos que lo demuestran. Después apareció muerto. No era delincuente. Nunca había sido detenido ni nada de eso. Lo mataron porque quisieron. Él llegó a la hora y momento equivocado -lamenta su padre, Luis Márquez.
Este es el saldo que nadie escribe. El que no sale en los partes policiales. La otra cara de la Operación Liberación para el Pueblo (OLP) y esta, su víctima letal más joven. Solo 14 años tenía Luis José Márquez Cedeño, el tercero de cinco hermanos y uno de los 13 muertos que ha cobrado el operativo en el estado Bolívar.
Luis José murió en el cuarto de los cinco operativos de la OLP en la entidad. Ahí también fallecieron Edward Moisés Sánchez Odremán, de 22 años y Ángel José Alguera Macuare, de 23.
El adolescente de 14 años jugaba fútbol desde hace tiempo para el equipo Lobos de Unare. Tenía por costumbre estar en su casa, compartir con su novia en la piscina y laboraba con un vecino haciendo trabajos de refrigeración en vacaciones. “A él le gustaban ese tipo de cosas y estaba aprendiendo bastante”, añade su papá. “Compartían un rato de forma tranquila y sana”.
Luis Márquez admite entre la tristeza y el dolor que su hijo nunca le dijo qué quería estudiar al terminar el bachillerato, pero sí tenía algo claro: “quería ser alguien en la vida, un profesional. Ese era su propósito”. Pero el incidente de este 31 de agosto lo acabó todo. Acabó con sus planes. Su vida. Su fútbol…
Así también la OLP terminó con otras vidas. Unas con antecedentes policiales, otras, como Luis José, que jamás conocieron el delito.
Estado represor
– Yo tengo pruebas de todo. Fotografías de los disparos que dejaron en mi puerta y del golpe que dejó la mandarria. Se llevaron varias cosas de mi casa y otras me las quemaron -comentó Arelis Urbaneja, madre de Jhonathan Viani Urbaneja, de 23 años de edad.
Jhonathan murió el 28 de agosto en el sector Francisca Duarte, en San Félix. Con él, Javier Calzadilla Enrique, Yancarlos José González Rojas, ambos de 19, y un cuarto aún sin identificar. Todos a manos de la OLP.
Los cuerpos de sus familiares se les fueron entregados el sábado 29 de agosto. “Mientras los velábamos nuevamente llegaron los funcionarios del Cicpc, para llevárselos. Frente a familiares y amigos; ni eso respetaron. Se tardaron hasta dos días más para volvernos a entregar los cadáveres”.
Un funcionario de dicho componente explicó que fue una confusión por parte de uno de los jóvenes que trabaja en el lugar, el cual realizó la entrega de los cuerpos cuando estos aún no estaban autorizados para hacerlo.
Los familiares de los jóvenes aseguraron: “ellos salieron vivos de la casa y horas después nos avisaron que estaban muertos. Esto solo da luz verde para matar a gente inocente. Deben de investigar más antes de ir a una casa y sin orden entrar y matar a los que están dentro de ella”.
Preguntas por responder
Cada vez son más las personas que vencen el miedo y denuncian las irregularidades de estos procedimientos. Los funcionarios alegan que las muertes fueron por enfrentamientos, pero los cuerpos y las evidencias eran recogidas de forma veloz en cada lugar donde se registraban los crímenes. Las zonas acordonadas antes y después del operativo. De los tres casos solo dos de las familias optaron por hablar y denunciar lo que ellos consideraron como un abuso de autoridad.
– A mi hijo le robaron su cadena. A Edward le llevaron dinero y cheques. Él era gerente en el Hotel Rasil. También se llevaron tres computadoras, tres televisores y dos aires acondicionados. Además que nos matan, nos roban, denuncia Luis Márquez.
El funcionario prosigue y cuestiona: “¿Cómo esos delincuentes tienen aires acondicionados nuevos?, tiene que ser producto del robo. De comprobarse lo contrario eso le es devuelto a las familias”, sostuvo el efectivo.Funcionarios del Cicpc ligados a la investigación aseguraron que no son robos. “Son evidencias que guardan relación con el caso. Uno de los abatidos el 31 de agosto en Colinas de Unare se había escapado del enfrentamiento que se registró por Residencias Tumeremo. Dentro de esa casa incautamos dos pistolas 9 milímetros y un revólver 38 (mm)”.
Esa no es la única pregunta que queda en el ambiente. Aún quedan muchas otras por responder, como qué hubiese sido de la vida de Luis José si una bala no la hubiese truncado. Quizás su padre hubiese tenido tiempo de preguntarle qué quería ser cuando grande, pues hoy lamenta no haberlo hecho nunca.
– El dolor por lo que pasó se mantiene. Ya no lo vamos a llevar a sus partidos de fútbol. No era un chamo de amanecer en la calle. Era de la casa al trabajo y la de la novia, más nada.
Lo lamentable es que su nombre quedó manchado, y él era inocente. Tenemos testigos que lo vieron salir vivo de la casa de mi hermana, pero por temor no quieren hablar. Pedimos justicia”. (Correo del Caroní.10.09.2015)