Inequívocamente lo que se llama socialismo es un desarrollo del pensamiento de Carlos Marx y de Federico Engels. Fueron ellos quienes le confirieron sustrato conceptual a la doctrina socialista que hasta ellos no pasaba de ser una mera especulación o curiosidad.
Marx y Engels la transformaron en una fuerza política, lista para conquistar al mundo. Pero partiendo de premisas tan cautivantes como falsas.
Además de falsas, la aplicación que de ellas se deriva para la construcción del socialismo es absolutamente inviable. Lo falaz del pensamiento marxista reside en ver la historia como una sucesión de etapas que inevitablemente conducirían a la construcción del socialismo y del comunismo.
Nunca pensó Marx que del socialismo se podría saltar de nuevo al capitalismo como efectivamente ocurrió en la desaparecida Unión Soviética y sucede actualmente en China.
En el famoso Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, Marx lo resumió de esta manera: «Ninguna formación social desaparece hasta que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la sociedad antigua».
Un tema que no alcanzó ni podía ver Marx fue que el capitalismo es un sistema económico, que al tener como fundamento la iniciativa personal, siempre se está renovando e innovando y en cada ciclo histórico es diferente.
LA LEY NATURAL
Ese determinismo histórico llevó a Marx, en el Prólogo de la primera edición de El Capital a hablar de una supuesta «ley natural» escrita en piedra conforme la cual se determina el nacimiento y extinción del capitalismo. Nadie todavía ha descifrado el contenido de esa ley ni lo podrá hacer, sencillamente porque esa ley no existe, fue una conjetura jamás verificada.
Nótese el absurdo de Marx cuando analiza la evolución histórica: «Aunque una sociedad haya encontrado el rastro de la ley natural con arreglo a la cual se mueve (…), jamás podrá saltar ni descartar por decreto las fases naturales de su desarrollo. Podrá únicamente acortar y mitigar los dolores del parto».
Sin embargo, donde está el equívoco fundamental de Marx es en la base conceptual que emplea para analizar la economía. Parte él del concepto de mercancía para argumentar que el intercambio entre dos mercancías ocurre por la cantidad de trabajo contenidos en ellas y además que valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo.
Para ser rigurosos, en el primer tomo de El Capital, afirma Marx: «Por consiguiente, lo que determina la magnitud de valor de un objeto no es más que la cantidad de trabajo socialmente necesario, o sea el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción».
Grave y fundamental error. Lo es porque parte de una definición de mercancía que se ajusta al resultado que él quiere obtener. Es decir, hay mercancías que no son producto del trabajo humano.
Como afirma el economista austríaco, Eugene Bohm Bawerk, el método que permite a Marx arribar a su conclusión es similar a aquel de alguien que quiere obtener una bola blanca y toma una al azar de un envase que solamente contiene bolas blancas. Evidentemente, si la mercancía se define como fruto del trabajo, el intercambio sucede por el trabajo como elemento común. Como se ve, se trata de un razonamiento circular.
LA PREMISA FALSA
A partir de esa teoría del valor marxista se construye la explicación que deriva en el socialismo como sistema político. Claro, a partir de una premisa falsa no se puede edificar sino una propuesta igualmente falsa.
Lo que viene después del razonamiento marxista acerca del valor es una cadena de equivocaciones, cada una peor que la anterior. Construye Marx tres grandes tesis, ninguna de las cuales se verificó.
La primera, la «ley» de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, la segunda, la de la proletarización creciente de la sociedad y la tercera, la «ley» de la crisis del desarrollo del capitalismo. Por respeto al público lector, se enuncian esas tesis, aunque ellas carecen de todo sentido.
Con relación a la primera, según Marx el capitalismo lleva a su propia destrucción porque se mina la base de la ganancia. ¿Cómo? Al sustituirse el trabajo humano por la máquina se liquida al único factor que crea valor y ganancia. No hay en ningún lugar evidencia de que la tasa de ganancia ha tendido a declinar sostenidamente.
En algunos sectores ha ocurrido pero en otras ramas de la economía ha propendido a aumentar y la prueba está en el sector tecnológico. Por tanto, una supuesta ley que carezca de generalidad no se puede invocar como ley. Tampoco previó Marx, el extraordinario desarrollo de la productividad del trabajo.
Con relación a la proletarización creciente de la sociedad, ello quiere decir que con el desarrollo del capitalismo, la sociedad se polarizaría en dos clases, exclusivamente, los burgueses y los proletarios. Semejante absurdo. Lo que se ha observado en el mundo es una amplia y variada gama de capas medias que no entran en la dicotomía marxista.
Inclusive los pequeños propietarios en muchos países desarrollados superan con creces lo que estrictamente se pueden llamar proletarios. Por eso la revolución es imposible como la pensó Marx, porque el proletariado es una clase socialmente minoritaria.
Respecto a la recurrencia de las crisis del capitalismo, ello no es la base de la revolución sino más bien el principio para que el sistema avance, por eso después de cada episodio de crisis el capitalismo es otro, distinto del anterior.
De la gran depresión de 1929, la economía salió fortalecida y algo parecido está pasando con la caída de los mercados financieros en 2008. Adicionalmente, las crisis se han ido alejando, en vista de los mecanismos reguladores y del arsenal que la política fiscal, monetaria y cambiaria ponen a la mano de quienes dirigen las economías de mercado.
José Guerra
Economista
Debemos tomar en consideracion que Marx fue testigo de los inicios de la revolucion industrial, que resulto en un cataclismo de la sociedad y la economia tradicionales. En una era de produccion artesanal la produccion en serie que producir gran cantidad de articulos a menos precio y de mejor calidad cambio totalmente el modo de vivir de aquellos tiempos, de alli que hubiera confucion, miedo y desequilibrios que conmovieran a la sociedad.
Pero Marx se equivoco, la sociedad se ha desarrollado de un modo que nadie podia imaginarse, los proletarios en su definicion clasica estan en extincion, conforme una sociedad se tecnifica son mas necesarios trabajadores especializados que utilicen su inteligencia antes que sus manos. Respecto a la mecanizacion tambien se equivoco, ciertamente las computadoras han hecho desaparecer algunos empleos, pero en cambio han creado muchos mas, un sistema automatizado de produccion tal vez no necesite a un obrero analfabeta, pero definitivamente necesitara de tecnicos, programadores, ingenieros de distintos tipos.
[…] Artículo de Opinión, 06.04.10, El socialismo como problema […]