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“La política, de un lado y de otro, nos está perjudicando a todos, porque rojos, verdes, blancos y azules sufren de tensión, tienen los mismos problemas de salud”

Las farmacias en la Venezuela de 2016 son el equivalente de los bares hace 30 o 40 años: sitios para contarse las penas.

Manuel Díaz buscaba desesperadamente un medicamento (el kentadin) para su mamá -de 84 años de edad- en La Botica de Velásquez, en Caracas. No era la primera farmacia en la que se detenía a preguntar, y tampoco sería la última. Estaba preparado para seguir caminando y para escuchar «no, no no».

“Del kentadin hay escasez desde hace más de seis meses. Las últimas veces lo he conseguido en farmacias de difícil acceso, pero ya no lo encuentro. He recorrido Catia, Petare, todos los sitios donde podría estar este remedio, y no lo encuentro”, cuenta Díaz a Contrapunto, absolutamente desesperado.

Mientras sostiene un frasquito del producto “Rescue”, producto que ofrece la medicina homeopática, Díaz expone el descalabro que ha significado la ausencia del fármaco: lo que necesita su ser querido “no tiene reemplazo”, porque “es un tratamiento para la gente poder conciliar el sueño”.

Considera que el “Rescue” es “como una aspirina, que no soluciona el problema” de fondo. El kentadin se receta para mejorar la circulación cerebral y de las piernas (entre otras funciones). “Como ya está mayor, es una enfermedad que se ha ido agravando. Ella tiene insomnio, más que todo”. Varias noches sin dormir la desequilibran.

Manuel Díaz tiene la presión arterial elevada, por lo que al peregrinar en busca del remedio de su mamá se le suma el éxodo para encontrar su pastilla: “Mi último antihipertensivo (nifedipina) lo encontré hace como seis meses y no lo he vuelto a conseguir más”. De los cinco años como paciente hipertenso “esta es la primera vez que me falta la medicina por escasez”.

Obligado por las circunstancias, decidió picar la pastilla en dos para “rendirla” y extender su duración. Su médico no sabe nada de esta estratagema. Este martes tuvo suerte y consiguió dos cajas de losartán potásico (también contra la hipertensión). “Cada una trae 10 pastillas y me costó 495 bolívares. 10 pastillas son 10 días. Ni siquiera tiene el tratamiento para un mes”.

Como paciente y como familiar de pacientes, refiere que a veces escucha a la ministra de Salud, Luisana Melo: “Ella dice que el abastecimiento está en 80%, pero yo creo que es al revés”.

La solución, a su criterio, “no es política, sino social”, aun cuando “la política, de un lado y de otro, nos está perjudicando a todos, porque rojos, verdes, blancos y azules sufren de tensión, tienen los mismos problemas de salud”. Díaz piensa que “la población completa está pagando las consecuencias”.

Justamente en la vía de encontrar soluciones, plantea: “La ayuda humanitaria sería algo efectivo. No sé qué costo político tendría. Pienso que el presidente Maduro no ha sopesado bien el problema de la escasez de medicamentos. Creo que Chávez lo hubiese hecho de otra manera, no hubiéramos llegado a tanto. Era un hombre estadista, que resolvía de una manera o de otra”. Pero Manuel Díaz se encuentra con que no hay ni ayuda humanitaria ni medicinas. Y sigue su peregrinación de farmacia en farmacia.

Contrapunto

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