El 29 de abril del año 2008, en el sector Yabalito al oeste de Barquisimeto, los hermanos y productores agropecuarios Ángel Alexander Hernesto Pérez Heredia (33 años) y Fabricio Douglas Iván Pérez Heredia (31 años) se dirigieron a una entidad bancaria para efectuar un depósito. Al salir de la institución financiera, se trasladaron a una casa de repuestos, donde fueron abordados por agentes de la División de Investigaciones y Apoyo Criminalístico (DIAC) de la policía del estado Lara, quienes los persiguieron hasta finalmente alcanzarlos y obligarlos a ingresar a un vehículo con rumbo desconocido.
Horas más tarde, la familia de los hermanos Pérez Heredia fue notificada de sus muertes en un presunto enfrentamiento. Los familiares desmintieron esta versión y las posteriores experticias forenses les darían la razón: Ángel y Fabricio no mostraban características de haber fallecido en un enfrentamiento policial, pero sí de haber sido torturados; presentaban en sus cuerpos múltiples hematomas, escoriaciones y tiros de gracia. La pruebas realizadas de la policía científica de la región también comprobaría el montaje de pruebas en la DIAC.
Desde entonces hasta la fecha, este juicio ha pasado por manos de varios jueces y juezas, y ha sido suspendido en diversas oportunidades por causas diferentes e injustificables. El pasado 29 de abril, se cumplieron dos años de los sucesos sin que se haya hecho justicia.
Iván Pérez, padre de las víctimas y reconocido luchador social, afirmó que «el asesinato de los hermanos Pérez Heredia se suma a la gigantesca lista de crímenes policiales, parapoliciales y paramilitares que gozan de vergonzosa impunidad en todas las épocas hasta la actualidad, como es el caso de las masacres de Chabasquén, Los Pocitos, Lomas de León, Quíbor y el asesinato masivo de dirigentes campesinos. Muchos de esos casos de sicariato contaron con la complicidad de los cuerpos de seguridad (…) Las instituciones son el reflejo de la sociedad y viceversa. Los vicios que se incuban en la sociedad se trasladan a la institución a través del sujeto social».
La muerte de un hijo, familiar o amigo genera profunda indignación y sensación de impotencia, además de la necesidad de obtener justicia. Por eso, desde la noche que le tocó al señor Iván Pérez reconocer a sus hijos en la morgue en compañía de sus amigos, luchadores como él decidieron constituir allí mismo el Comité de Derechos Humanos Argimiro Gabaldón, e inspirándose en canciones de Alí Primera, sentenciaron una verdad que debe resonar hasta en las más altas esferas del poder judicial de este país: «Sin justicia no hay revolución».
Este año 2010, para conmemorar la luctuosa fecha, familiares y amigos de los hermanos Pérez Heredia decidieron tomar una vez más la calle. Tomar la calle para mantener el recuerdo, para que no se olvide la indignación que provoca la impunidad grosera que sufre el pueblo larense y para que la justicia (tan esquiva en Venezuela) encuentre de nuevo su cauce.
Pablo Fernández
Coordiandor General de la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz