El 28 de junio se celebra mundialmente el día del orgullo de las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI), una fecha con componente político que reivindica la orientación sexual y la identidad de género como manifestaciones de la experiencia humana, a la par de la exigencia de respeto y reconocimiento de derechos históricamente negados a este colectivo. Esta celebración se originó en conmemoración de los disturbios de Stonewall, efectuados en contra de una redada policial que tuvo lugar el 28 de junio de 1969, en el pub Stonewall Inn, en el barrio Greenwich Village de Nueva York.

Lamentablemente, la violencia policial de Stonewall no se quedó en la agitada Greenwich Village de finales de los 60, y la Caracas de hoy, por mencionar una entre tantas ciudades, sirve de escenario para los más brutales atropellos a la dignidad humana. Frecuentemente, los cuerpos policiales se ensañan con personas sexo diversas o género diversas, especialmente hombres gays y personas trans que hacen vida en distintos espacios de encuentro de nuestra capital, como Sabana Grande, El Recreo o la avenida Libertador. Insultos, burlas, vejámenes, torturas, tratos crueles y degradantes, privación ilegítima de libertad y extorsión, son parte del repertorio de abusos cometidos por funcionarios y funcionarias que, investidos de la autoridad del Estado y en ejercicio de sus funciones, infligen a quienes manifiestan tener una orientación sexual o identidad de género distinta de la hegemónica.

En otros países este tipo de abusos se denominan crímenes de odio, para denotar que la motivación del delito es un prejuicio que se expresa en violencia e intolerancia en contra de un determinado grupo. En Venezuela, no sólo no existe una categorización parecida para estos abusos, sino que además son favorecidos por la impunidad, la falta de investigación y la carencia de políticas públicas destinadas a combatir este tipo de prácticas indignas y discriminatorias.

La homofobia, expresada en distintos ámbitos y especialmente en la actuación policial, es un problema que afecta el libre y pleno goce de los derechos humanos de muchísimas personas. Actualmente, no se quema a nadie en la hoguera ni se le encierra en un campo de concentración, pero no hemos avanzado mucho, pues la violencia simbólica está siempre presente, y como si ésta no bastara, la violencia policial hace su parte para consolidar la indefensión de personas LGBTI.

Gran parte del problema es la falta de denuncias en los casos de violencia policial motivada por razones de identidad de género y orientación sexual, ya que las víctimas temen sufrir represalias, exponerse al escarnio, o lo que es aún más grave, terminan legitimando la agresión, considerando que merecen esta clase de atropellos. Nada justifica la violencia ni la discriminación, y denunciar los abusos de este tipo constituye un paso esencial para erradicarlas.

Es bueno celebrar este día, pero es aún más importante reflexionar sobre su significado, y hacer de esta fecha una ocasión para denunciar la violencia y la intolerancia que tanto daña a quienes afirman libremente su identidad. (Rafael Garrido, El Universal, 28.06.10)

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