“Los Guardianes de Chávez” fue el detonante. En un programa especial de CNN el presidente de TeleSUR, Andrés Izarra, dejó clara su posición frente a la cadena: Son “pornógrafos del periodismo, amarillistas que utilizan una grabación sin contraste para tergiversar la realidad de Venezuela”. Lástima que no llevó argumentos reales a la batalla de ideas que se presentó anoche.
Carlos Montero le preguntó sobre el problema de la inseguridad. Izarra se desvió. Repitió la pregunta. Volvió a atacar a CNN. Se le presentaron cifras, testimonios. Respondió con una risa y un un “¡Ay, Carlos!”. No llevó las cifras -de la Policía Nacional Bolivariana. Pedía precisión y no pudo ser preciso. Es cierto, la inseguridad no es un problema exclusivo de Venezuela, es una condición inherente a las condiciones de vida del latinoamericano y eso no lo puede tapar ni siquiera los gráficos de descenso de pobreza que Izarra mostró en CNN.
Y a las pruebas me remito: ¿Por qué Izarra -un hombre que se ha formado en televisión- tenía el audio de retorno fuera de su oreja? Carlos Montero le pudo haber preguntado como estaba el clima en Caracas e Izarra hubiera respondido con la misma cantaleta sobre cómo CNN en Español es controlada por la ultra-derecha cubana. No era una respuesta espontánea, sino un discurso de teleprompter.
Más aún: si uno tiene rabo de paja, siempre es malo acercarse al fuego. Las primeras reacciones a sus comentarios vinieron de colegas periodistas que estuvieron bajo su mando cuando trabajó en RCTV -y compañeros de fuente. “¡Sangre, sangre, sangre! era lo que pedía Izarra porque “la sangre vende”. ¿Basar la línea editorial de un noticiero nacional -el más visto para su momento-, en notas de suceso, no es también pornografía periodística? Sin contar que el ahora presidente de TeleSUR también trabajó en CNN antes de que la revolución entrara a su cabeza -logro que contaba como la experiencia de su vida-
Sí, “Los guardianes de Chávez” es un reportaje que magnifica la realidad, pero ¿eso no es lo que se trata de hacer en el periodismo? Es llamar la atención de un hecho específico, hacerlo saltar a la palestra pública. ¿Qué tiene sus fallas? Por supuesto, todos los reportajes la tienen y en este caso no se pidió la respuesta oficial a las acusaciones hechas -o tal vez se pidió y no la recibieron. Pero Andrés Izarra intentó ir por la yugular -risitas incluidas- y salió trasquilado, aunque se debe estar claro que él era un oficial del gobierno haciendo su trabajo: defender la gestión y desmentir -o intentar desmentir- las acusaciones en su contra.
De todos los voceros comunicacionales oficiales, Andrés Izarra era el idóneo para refutar las acusaciones hechas en el reportaje de Cuatro. Su reputación y su currículum lo preceden. El problema es que al radicalizar la conversación, lo único que dejó ver es que las costuras de la revolución pueden tapar hasta al más apto funcionario.
Arnaldo Espinoza
Publicado en Código Venezuela