Clarín, el periódico más leído de la nación sureña, resumió días atrás la dramática situación social de quien fuera uno de los países con mayor progreso social de Latinoamérica hasta hace tres décadas atrás, cuando progresivamente la clase militar y política dirigente, comenzó a implementar los dictados de los organismos multilaterales de crédito, en especial el F.M.I. y el Banco Mundial. El resumen pretendía influir en los resultados de la visita de secretario del Tesoro norteamericano Paúl O’Neill, a quién el matutino le exponía crudamente la situación: “19 millones de pobres. Representa más de la mitad de la población: 52,8 por ciento. 4 años de recesión. En ese lapso la Argentina se achicó un 20 por ciento, la inversión se desplomó un 52,2 por ciento y el consumo privado descendió un 22 por ciento. Y creció tanto el desempleo que ya suma 3 millones de personas. De los 19 millones de pobres, más de 8 millones son adolescentes y niños. 16,3 por ciento es la caída que sufrió el Producto Bruto Interno en el primer trimestre del año, de acuerdo a la medición que difundió el INDEC. El 70 por ciento de los que trabajan tienen salarios que no alcanzan para cubrir el costo de una canasta básica de alimentos y servicios. Hay 1,7 millón de jefes de hogar desempleados que, en el mejor de los casos, reciben del Gobierno 150 pesos mensuales, (1,30 dólares diarios), menos que el costo de una canasta de indigencia.”
Muchos venezolanos se preguntan hoy con razón como es que un país que fue destacado por la mayoría de los economistas como un modelo a seguir, pues había implementado todas y cada una de las recetas del F.M.I. para liberalizar la economía: privatizar las empresas estatales inclusive la petrolera Y.P.F., flexibilizar las leyes laborales, privatizar la seguridad social y la libre flotación de la moneda, hoy es abandonado a su suerte por aquellos mismos organismos que dictan la misma receta para los pueblos de esta parte del mundo. Paradójicamente, nadie mejor que Joseph Stiglitz, jefe de asesores económicos de Clinton, vicepresidente del Banco Mundial y premio Nóbel de Economía 2001, para responder esta crucial pregunta. Su libro “El malestar de la globalización”, es de lectura obligatoria para todo aquel interesado en conocer los intríngulis del fracaso neoliberal en la economía mundial, en momentos que todavía muchos economistas locales, inclusive oficialistas, siguen apostando a recetas ya fracasadas, como la privatización de la seguridad social, el incremento del I.V.A. o la privatización (o concesión) de las empresas eléctricas, por citar las más notorias. Más recientemente, Stiglitz confesó al matutino Página 12 que: “En el caso de Argentina, las políticas del FMI tiene mucho que ver con los problemas actuales. El apoyo entusiasta al tipo de cambio fijo, cuando el FMI no debería haber alentado a Argentina para moverse hacia ese sistema. La mayoría de los economistas, que no fueran del equipo del FMI, sabían que no podía sobrevivir. La forma en que las privatizaciones fueron hechas, la privatización del sistema de seguridad social, son todos elementos que agravaron los problemas. Finalmente, las políticas fiscales contractivas, cuando la economía atravesaba una profunda recesión, fueron claramente equivocadas” (subrayado del autor).
Los venezolanos debemos mirarnos en el espejo argentino, para con sabiduría decidir no recorrer caminos que ya sabemos conducen a mayor pobreza y exclusión social. Por ello, debe llamar la atención de todos los miembros de la Asamblea Nacional la confirmación de Stigliz de que una de las causas del fracaso argentino fue la privatización del sistema de seguridad social, que por cierto es de carácter mixto, modelo que parece tener la preferencia de muchos diputados y del gabinete económico. El caso argentino debe ser analizado a profundidad, y a la luz de esa experiencia centrar el debate en el proyecto de Ley del Sistema de Seguridad Social presentado por la Comisión Permanente de Desarrollo Social Integral, ya aprobado en primera discusión y que en opinión de Provea se ajusta a los principios establecidos en el Artículo 86 de la Constitución.
Raúl Cubas, Miembro Asociado de Provea