El domingo primero de agosto de 2010, se celebró una reunión especial del único partido que por más de cincuenta años ha existido en Cuba, el Partido Comunista, para tratar sobre la crisis económica que padece la isla. Es una verdadera tragedia la que sufre el pueblo cubano debido a la caída de la producción y la falta de divisas para importar maquinarias y equipos.
Entre 1963 y 1991, literalmente hablando, Cuba fue una colonia de la extinta Unión Soviética y actualmente es un país subvencionado por Venezuela. Para que se tenga una idea de la situación de crisis, en Cuba el 70% de los bienes alimenticios consumidos son de origen importado, debido a la declinación de la producción nacional, la cual ha descendido vertiginosamente al eliminarse la propiedad privada.
Todavía más. Hoy Cuba produce 1,2 millones de toneladas de azúcar mientras que hace 60 años llegó producir 6,0 millones de toneladas. De hecho, en 2002 fueron cerrados la mitad de los centrales azucareros por ineficientes. Una mezcla de desincentivo para producir, corrupción y mala gestión acabó con la producción azucarera. Lo mismo sucede con otros rubros agrícolas.
Pero con la hecatombe económica que sufre el pueblo, Raúl Castro acordó en agosto el despido de más de un millón de empleados públicos, porque debe recordarse que en la isla el único empleador es el Estado y no tiene cómo pagarles. También ha planteado Raúl Casto que se flexibilicen algunas formas de propiedad y que las casas se puedan vender, también van a otorgar licencias para que sectores de capital extranjero puedan invertir en el transporte porque una parte del de Cuba es de la Edad Media, aunque parezca increíble.
A esto los burócratas cubanos no lo llaman reformas, sino ajustes dentro del sistema. Se niegan a reconocer que el sistema comunista fracasó estrepitosamente, no solamente por el embargo, sino por las políticas internas. Los fondos que Venezuela traspasa a Cuba, valorados en más de US$ 4.000 millones, han hecho mucho daño a la isla porque evitaron que se hiciesen cambios de mayor profundidad que hubiesen evitado el deterioro de la economía, debido a que incentivarían al sector privado, tal como hicieron otros países que abandonaron el socialismo.
Sin embargo, la situación se ha agravado notoriamente en las últimas semanas, dada la escasez de fondos. Ello llevó a Fidel Castro a aseverar a la revista The Atlantic que «The Cuban model doesn’t even work for us anymore», que traducido al español significa que «el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros». Esas declaraciones conmovieron a los hijos adoptivos de Stalin en el mundo y sacudieron a Cuba. Dos días después, como ya es costumbre, Castro se desmintió con el cuento de que lo habían mal interpretado.
El periodista que lo entrevistó mostró la grabación y dejó a Castro mal parado. Fidel planteó algo que todo mundo sabe y es el hecho de que Cuba es un país en bancarrota, que vive a costa de Venezuela y que la gente se quiere ir del país a cualquier costo y por cualquier vía. Tardó 54 años Castro para ver lo que es evidente.
A lo afirmado por Castro siguió lo que desde el exterior dijo el cantante Silvio Rodríguez cuando aseveró que «no quisiera informarme de lo que sucede en Cuba por la prensa extranjera» y que «es hora de cambiar el modelo autoritario». Silvio Rodríguez ha sido una especie de artista oficial del gobierno cubano.
El martes, el Ejecutivo cubano decretó el despido de más de 500.000 empleados públicos con el argumento de que las empresas públicas están quebradas y que no hay dinero para pagar los salarios. La Central de Trabajadores de Cuba que en lugar de defender a los obreros defiende al gobierno, salió a apoyar los despidos de sus compañeros. Ese es el sindicalismo revolucionario, apoyar al Estado patrono.
¿Dónde puede trabajar esa masa inmensa de desempleados? Como en Cuba no hay propiedad privada, esa gente no encontrará trabajo en las empresas y más bien se dedicará a la buhonería, a oficios menores o tratarán algunos de huir del país. Lo lamentable de todo esto es que el pobre pueblo cubano sigue sufriendo por una utopía cada vez menos terrenal y más lejana. Pero más lamentable y a la vez inexplicable es que en Venezuela Chávez persista en el empeño de copiar o emular un sistema fracasado y en idolatrar a Fidel Castro.
José Guerra
Economista
Publicado en Tal Cual