La organización Reporteros Sin Fronteras emitió una declaración tras conocerse el reconocimiento a Liu Xiaobo, actualmente detenido en China.
Nos llena de alegría la atribución del premio Nobel de la Paz al intelectual chino Liu Xiaobo. Esta decisión del Comité noruego es un gesto de una dimensión histórica a favor del movimiento por la libertad de expresión en China. Vemos en ello un mensaje de esperanza para el premiado, condenado a once años de prisión, pero también con los disidentes detenidos en el mundo y hacia el pueblo chino.
Las amenazas de represalias de las autoridades chinas no han conseguido asustar al Comité Nobel ni a las autoridades noruegas. Es una lección para todos los gobiernos democráticos que, demasiado a menudo, se someten ante las presiones de Pekín.
Apoyamos primero a Liu Xiaobo, encarcelado injustamente por su lucha pacífica, pero también a su esposa, sola en Pekín, sin su marido.
En 2004, Liu Xiaobo fue recompensado con el Premio Reporteros sin Fronteras para los defensores de la libertad de prensa. En un mensaje dirigido en tal ocasión, declaró: “Aunque el Partido decrete leyes cada vez más estrictas contra Internet y que las tecnologías de control mejoren sin parar, [el poder] no podrá nunca controlar ni censurar por completo Internet.”
Liu Xiaobo: el desafío de la palabra libre
Ex profesor de filosofía de la Universidad de Pekín, Liu Xiaobo tiene una idea fija: la prensa china debe convertirse en un contrapoder frente a la omnipresencia del Partido comunista. Por ello lucha sin descanso por el principio universal de la libertad de prensa, pide la liberación de los periodistas y disidentes encarcelados, y publica panfletos en Internet o en los periódicos de Hong Kong y de la diáspora china. Por ello arriesga su libertad.
Después de defender públicamente el movimiento democrático de los estudiantes en junio de 1989, Liu Xiaobo, de 54 años, fue encarcelado durante dos años. También fue condenado a tres años de reeducación para el trabajo en 1996 por discutir el papel del Partido único. Más recientemente, en mayo de 2004, la policía política cortó su acceso a Internet y su teléfono después de la publicación de un ensayo en el que criticaba los juicios por “subversión” contra los periodistas y los disidentes. Sigue residiendo en Pekín y las autoridades le deniegan sistemáticamente un pasaporte a pesar de las repetidas invitaciones de universidades estadounidenses. Liu Xiaobo, también fue uno de los responsables de la Asociación de Escritores Independientes, única de este tipo en China.
Detenido en diciembre de 2008, Liu Xiaobo se quedó casi un año detrás de las rejas antes de que lo inculpasen oficialmente de “subversión”. A decenas de periodistas extranjeros, diplomáticos y partidarios del disidente se les negó asistir al juicio, que tuvo lugar el 23 de diciembre de 2009. El día de Navidad, fue condenado a once años de prisión por “subversión del poder del Estado”. Las autoridades le reprochan la publicación de unos artículos en Internet así como su participación en la elaboración de la Carta 08, texto de referencia del movimiento democrático chino.
Lanzada el 8 de diciembre de 2008, víspera del 60 aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Carta 08 fue elaborada siguiendo el modelo de la que fue difundida en 1977 por unos disidentes checoslovacos. Más de trescientos intelectuales y militantes pro derechos humanos son los signatarios originales. Actualmente recoge más de diez mil firmas.
En un texto dirigido a Reporteros sin Fronteras en marzo de 2004, Liu Xiaobo escribía: “Los medios de comunicación electrónicos dentro del país y en el extranjero permiten vencer la censura del Partido comunista chino. (…) En este juego de prohibición y contra prohibición, el espacio de expresión del pueblo aumenta de milímetro en milímetro. Cuanto más avanza el pueblo, más retroceden las autoridades. Ya no falta mucho para que se pueda cruzar la frontera de la censura y para que la libertad de expresión se convierta en una exigencia pública del pueblo.” (Andrés Cañizález, Noticiero Digital)