Nosotros, académicos que por cerca de veinte años venimos estudiando conjuntamente las relaciones entre nuestros dos países, Venezuela y Colombia, con el propósito de contribuir a su mejoramiento continuo, consideramos un deber expresar nuestra opinión sobre la delicada situación que se vive hoy en la frontera común, y sugerir caminos que puedan conducir a verdaderas soluciones.
Los acontecimientos de estos días ponen una vez más de manifiesto los graves problemas que históricamente han afectado la zona fronteriza de ambos países, y constituyen un clamor dramático para que nuestros dos gobiernos se decidan por fin a enfrentar de manera cooperativa y pacífica, coordinada y enérgica la búsqueda de soluciones efectivas y estables.
Como de todos es sabido, en ninguna parte se vive más profundamente la integración entre nuestros dos países hermanos como en esa frontera. Hay muchas zonas en que su población está entrelazada por estrechos vínculos familiares, sociales y de negocios, compartiendo así una íntima dependencia recíproca. En períodos aciagos de cada uno de los dos países, sus habitantes se han desplazado al vecino buscando su supervivencia, y allí han sido acogidos con generosidad.
Pero, al mismo tiempo, esas zonas padecen de un profundo y secular abandono. Su desarrollo es escaso y muy pobre su infraestructura de servicios, abundan la pobreza y la indigencia, las instituciones son débiles, corruptas o inexistentes. En esas condiciones no es extraño que se desarrolle allí toda suerte de actividades tanto informales como claramente ilegales, tanto más cuanto que los distintos modelos económicos y políticos exhiben hoy agudos desbalances fácilmente aprovechados por grupos irregulares de ambos lados y redes de delincuencia y criminalidad organizada e internacional.
Un aislamiento total -fuera de constituir la más triste evasión de la realidad- no tiene posibilidad alguna de éxito. En realidad, ningún esfuerzo unilateral, y menos aún el recurso exclusivo de la fuerza, puede mitigar o resolver la grave situación; más bien la agrava, afecta a los sectores más débiles y puede suscitar reacciones aún peores. La humillación, el atropello y el agravio de los indefensos es totalmente inaceptable. Por otra parte, la vasta presencia militar en las fronteras pudiera dar lugar a un incidente inesperado e indeseable, conducir a enfrentamientos mayores y marcar para siempre una hostilidad recíproca que solo puede hacernos un daño insuperable a unos y otros. Por todas estas razones, exigimos a los dos gobiernos que empleen todos los medios eficaces para prevenir o frenar cualquier evento similar.
Hoy el único camino es la decisión firme y eficaz de ambos gobiernos de cooperar estrechamente para comenzar a resolver de una vez los desequilibrios y peligrosas realidades que hemos señalado. No será tarea de un día, ni de un año. Se requiere un esfuerzo mancomunado de largo aliento. Siendo así, consideramos imperativo invitar respetuosamente a nuestros dos gobiernos a abandonar toda animosidad recíproca, descartar la batalla mediática y comenzar a colaborar en ese prolongado, imprescindible y esperanzador esfuerzo.
Universitarios colombianos:
Socorro Ramírez, Universidad Nacional de Colombia
Francesca Ramos, Universidad del Rosario
José Guillermo García, Universidad Nacional de Colombia
Ronal Rodríguez, Universidad del Rosario
Arlene Tickner, Universidad de los Andes
Harvey E. Ferrer, Fundación Universitaria los Libertadores
Carlos Otálora C, Instituto Colombiano de Bienestar Familiar
Diana Andrea Gómez, Universidad Nacional de Colombia
Alcides Gómez, Universidad Nacional de Colombia
Hugo Ramírez, Universidad del Rosario
Universitarios venezolanos:
Antonio De lisio, Universidad Central de Venezuela
Carlos A. Romero, Universidad Central de Venezuela
José María Cadenas, Universidad Central de Venezuela
Humberto García Larralde, Universidad Central de Venezuela
Elsa Cardozo, Universidad Central de Venezuela/Universidad Metropolitana
Maurizio Phelan, Universidad Central de Venezuela
Beatriz de Majo, Invitada Universidad Central de Venezuela/Universidad Simón Bolívar
Manuel Anselmi, Università degli Studi di Perugia
Agelina Jaffé, Universidad Metropolitana
Francine Jácome, Instituto Venezolano de Estudios Sociales y Políticos
Alejandro Gutiérrez, Universidad de los Andres, Mérida
Marleny Bustamante, Universidad de los Andes, Táchira
Leonardo J. Caraballo, Universidad de los Andes, Táchira
Francisco J. Sánchez, Universidad de los Andes, Táchira
Bogotá y Caracas, 7 de Septiembre de 2015