En horas de la tarde de este viernes, dos ciudadanos fueron arrestados por “crear rumores falsos sobre el sistema bancario nacional” vía Twitter, o al menos eso dice el CICPC. Uno de los detenidos, Luis Acosta Oxford, tiene una cuenta en la red social que es sencilla de localizar. Luego de hacerle un scan a sus 201 tweets -de los cuales el 70% versan sobre deportes-, me encontré con esto.

Según el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, Acosta Oxford “violó la tranquilidad de los usuarios del sistema financiero” con este “escandaloso” comentario. ¿A cuánta gente llegó este comentario? ¿Es realmente un escándalo?

Para responder, analizaremos dos aspectos de la cuenta de Acosta Oxford que nos darán la respuesta: su influencia y su alcance. Para medir la primera, utilizaremos Twitalyzer; para el segundo, TweetReach.

Influencia

Acosta Oxford se unió a Twitter el pasado 23 de marzo (y las investigaciones, según Flores Trosel, comenzaron 14 días antes, el 9), tiene 32 seguidores y sólo ha colocado 201 “trinos”. El del 30 de junio, enviado desde “Tweets60″ -una plataforma twitter para teléfonos Nokia S60-, tal vez haya sido el más visto, pero si vamos a las estadísticas, el impacto es muy pobre. De acuerdo con Twitalyzer estos son los números de su cuenta.


¿Qué quiere decir esto?. De acuerdo a su definición, la influencia es “la probabilidad que un tweet sea retuiteado o que el usuario que lo generó sea mencionado por otros”. Si el número es 2,1%, eso implica que sólo dos de cada cien de sus seguidores podría llegar a mencionarlo. Tal vez por la naturaleza “escandalosa del tweet”, muchos de sus followers lo hayan retuiteado. Y eso lo mediremos con su alcance.

Alcance

En efecto, al analizar los números de alcance de Acosta Oxford, vemos que uno de sus tweets fue significativamente retuiteado para alcanzar números mayores a sus seguidores.


Como se puede leer en el gráfico de la derecha, uno de los tweets -presumiremos que es el “escandaloso” para efectos de este pequeño análisis- fue expuesto a una cantidad de personas mucho mayor a sus seguidores: 10.639 usuarios. El hecho de que estos hayan estado expuestos no implica que a) lo hayan leído o b) le hayan hecho caso y corrieran a retirar su dinero del banco y avisarle a familia y amigos.

¿Qué podemos concluir con esto? Que la detención de Acosta Oxford es un caso típico de amedrentamiento hacia una comunidad que crece exponencialmente y donde existe plena libertad para expresar ideas, pensamientos u opiniones -tampoco es que el tweet se diferencia mucho de otras cosas que se escuchan en esta red social, desde “ollas podridas del gobierno” hasta silencios comprados-. Los 32 followers de Acosta Oxford seguro estarán extrañados por su desaparición. Lo que al resto de la comunidad tuitera preocupa es que existe un constante monitoreo sobre lo que dicen o hacen todos, para pescar al siguiente chivo expiatorio. Hace minutos acabo de poner un tweet de prueba.


Seguro mañana, el CICPC me toca la puerta para inculparme por estar “desetabilizando la soberanía alimentaria del país”

Posdata de viernes al análisis:

Ante cientos de preguntas de muchos de los lectores, considero prudente aclarar tres cosas:

1. Los números de El TweetReach toma en cuenta los posibles retuiteos de otras personas, es decir, refleja la máxima cantidad de cuentas que se pudieron ver impactadas con la información. Por otro lado, si tomamos en consideración que en Twitter sólo el 15-20% de los perfiles son “activos” (tuitean al menos una vez a la semana), esas 10.600 cuentas se convierten en, a lo sumo, 2.000

2. El análisis acá ofrecido no pretende, para nada, interpretar el artículo 448 de la Ley General de Bancos y Otras Instituciones Financieras. Si bien el mencionado aparte establece “Las personas naturales o jurídicas que difundan noticias falsas o empleen otros medios fraudulentos capaces de causar distorsiones al sistema bancario nacional que afecten las condiciones económicas del país, serán penados con prisión de nueve (9) a once (11) años“, no podemos opinar que considera el espíritu de la ley como “noticia falsa”. Lo que si podemos opinar -y demostrar con números- es que el impacto de la “noticia” generada por Acosta Oxford no es suficientemente grande como para “causar distorsiones en el sistema financiero nacional”.

3. Independientemente de lo que diga un persona como Acosta Oxford -y ojo, no es una defensa-, cualquiera suele preguntar una segunda, una tercera o una cuarta opinión al respecto. Además, el tweet tiene hasta un error ortográfico. ¿Es esa la causa de la zozobra? No lo creo. Twitter, cuando usado para crear rumores, también puede ser usado para desmentirlos. Hay muchos casos de estudio en este sentido: la ocupación de Polar en Barquisimeto (infudada, desmentida en Twitter), la ocupación del Colegio San Ignacio de Loyola en Puerto Ordaz -también desmentida y hasta la foto trucada del Pulpo Paul. Todo el mundo sabe a quién creer. En mi caso, no le creo al CICPC.

Arnaldo Espinoza
Publicado en Código Venezuela

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