Pdval-Pudreval, apagones en todo el país, devaluación, inflación, inseguirdad, violencia, protestas, exclusión. En cualquier país del mundo, parece la receta perfecta para que la popularidad de un gobierno se venga abajo. Pero esto es Venezuela: el país donde la Pepsi es reina y el Blackberry es el que manda. ¿Por qué la oposición política ha sido incapaz de transformar los puntos flojos del Ejecutivo en votos a su favor? Bueno, esto no es necesariamente cierto, pues la base votante de los partidos que adversan a Chávez ha venido creciendo, pero con el escenario-país que estamos viviendo es para que punteen cómodos en las encuestas. Entonces, ¿qué pasa?. Mis reflexiones se basan en cinco puntos que he observado ( y se han magnificado) en la campaña electoral.
1. ¿Unidad (de discurso)? ¡Por aquí!
Mientras Enrique Mendoza habla de la inseguridad en Caucagua, Leopoldo López y Voluntad Popular instalan “Expo-Pudreval” en Chacaito y Julio Borges (en sus acostumbradas ruedas de prensa de domingo) destapa cada semana más cifras de corrupción en el gobierno. Si bien es bueno que el elector tenga todo el espectro informativo de lo que, a juicio de la oposición venezolana, han sido las falencias del gobierno, también es importante sincronizar los mensajes para que no se diluyan. ¿Para qué sirve la MUD si no puede articular y coordinar el discurso opositor?.
Esta observación también es válida desde el punto de vista gráfico-ilustrativo. En la calle circulan miles de volantes y están colgadas cientos de pancartas de los mismos candidatos con colores diferentes. Eso se presta a confusión, a tal punto que mi madre, una abogada porfesora universitaria de 60 años, está REALMENTE CONFUNDIDA. En mi última visita a su casa, me mostró un trio de panfletos del mismo candidato, con boletas distintas mientras me preguntaba cómo votar. ¿Es eso lo que la oposición realmente quiere, confundir tanto a su masa de votos duros que al final pueden terminar sin el voto (ya sea ahuyentando al elector o simplemente llevandolo por el camino del voto nulo? Yo no creo.
2. Chávez, eternamente en campaña
No hay duda. El hombre tiene arrastre. Sus niveles de popularidad -luego de once difíciles años en el poder- siguen rondando el 50%. Cuando el “comandante” se enfunda la chaqueta (que no se la tricolor porque viola las normas del CNE aunque él diga que no) y sale a hacer campaña, conecta con el “pueblo” de una manera que muy pocos dirigentes de oposición pueden imitar- y que por ahora no pueden superar-. Es el lingo, la cantadera y bailadera, las expresiones. Chávez es un maestro de los medios y de la semiología, y eso nadie se lo puede quitar.
Es por eso que sale a la campaña: los números están demasiado pegados para su gusto y hay estados claves -donde los votos se consiguen más fácilmente porque sencillamente son menos- donde una visita de Chávez puede significar la diferencia entre ganar y perder. Por eso la campaña no es en Caracas -donde un diputado puede costar hasta 400 mil votos- sino en Táchira, Barinas, Bolívar y en Zulia. ¿Cuál ha sido la contrapropuesta opositora en esos estados? A 19 días para las elecciones, parece que se adhieren al plan original: “Pudreval-Inseguridad-Inflación”.
3. ¿Dónde están las propuestas?
Algunas están sobre la mesa: Ley de Desarme, Ley del Primer Empleo, Ley Candado. Otras simplemente no están. Otras se han ido confeccionando en el camino – y eso no siempre termina bien. El punto es que, para haber sido seleccionados por una “Mesa de Unidad”, los candidatos opositores parecen carecer de una agenda legislativa (salvo sus excepciones) acorde no sólo con la realidad del país, sino con las regiones donde compiten.
En el documento “Agenda Parlamentaria 2011-2015″ la MUD propone 22 instrumentos para “cambiarle la cara a Venezuela”. El problema es que la mayoría de las leyes, si bien responden a muchos de los problemas nacionales, vuelven a dejar por fuera algunas inquietudes locales. Una de las cosas admirables de los regímenes parlamentarios es la preocupación de los representantes en atender los problemas de la circunscripción que los elige. Eso NUNCA se ha visto en Venezuela y fue una de las razones por las que “cayó” la democracia representativa en 1999.
Otra de las preocupaciones de los votantes está en que, en el mismo documento antes citado, se propone la revisión de las leyes o decretos-leyes que atenten contra el mandato popular reflejado en el referendo de 2007. En algunos casos (especialmente los inherentes a división político-administrativa y régimen militar) es una buena idea. En otros, es sencillamente charlatanería. Chávez, en la reforma constitucional, proponía el recorte de la jornada laboral. Eso se puede lograr con una modificación a la Ley Orgánica del Trabajo. ¿Responderían los diputados de la MUD con una negativa si la propuesta fuese introducida a discusión? Hay que ser más precisos a la hora de colocar este tipo de objetivos y no caer en el deshacer por deshacer adeco-copeyano, que tanta parálisis le trajo al aparato gubernamental durante los 70 y los 80.
4. Las lecciones de Obama
Para ganar la presidencia de Estados Unidos, Barack Obama emprendió la llamada “estrategia de 50 estados”: ninguna circunscrpción es pequeña o se puede ceder al oponente, por muy difícil que parezca ganar allí. Pues la oposición parece que lo único que copió de la campaña Obama fue el comercial de Voto Joven. Si, Ricardo Sánchez fue a Delta Amacuro, pero el Guárico parece estar abandonado, igual que Apure. ¿Quién hace campaña en Amazonas? De nuevo caemos en un punto mencionado anteriormente. Son estados donde un idputado “cuesta” menos votos y la campaña cara-a-cara puede resultar decisiva. ¿Es necesario colgar mil pendones en Chacao cuando con ese dinero se puede hacer un viaje conjunto a uno de esos Estados?.
5. Las “caras lindas” de la oposición
Que sencillo resulta a los dirigentes del PSUV atacar a los “sospechosos habituales”: Ramos Allup (cuyo ‘highlight de los últimos años es el rap que le sacó La Hojilla tras el ataque a la sede de AD), Borges (que además lleva la procesión por dentro tras la derrota en Bolívar en las regionales y por la cual fue señalado culpable), Barboza (grillos) o William Dávila en Mérida. Si bien ha habido renovación en la dirigencia opositora, el proceso de divorcio de la “IV” no ha ocurrido. Para cimentar sus chances, es necesario dar espacio a nuevos dirigentes preparados que puedan llevar la batuta en sus respectivos estados y que posean suficientes propuestas para representar a sus electores. Se ha logrado medianamente el objetivo con gente como Stalin González (caraqueño de pura cepa, líder estudiantil, aunque le falta la preparación académica), Tomás Guanipa en Zulia o la misma María Corina Machado.
Pero que dentro de las listas se presenten figuras sinónimo del gobierno “que-ya-pasó” atenta contra la credibilidad opositora: Si, son líderes de mucho peso en sus partidos políticos, pero si tienen vocación de servicio por el país (que es algo que todo político debería tener) deberían haber leido mejor el escenario antes de lanzarse desesperados en busca de un curul “donde haiga”.
A menos de tres semanas para las elecciones, las encuestas pronostican una diferencia inferior a diez puntos entre ambos bandos (unas pro y otras contra el chavismo). El caso es que amanecerá el 27 de septiembre y veremos la cantidad de diputados opositores y, aunque nos sintamos satisfechos, en el fondo sabremos que se pudo hacer un mejor esfuerzo.
Arnaldo Espinoza
Publicado en Código Venezuela