Es la primera denuncia de tortura que recibe Provea en 2012. El texto fue escrito directamente por el familiar de uno de los torturados.
Unos once pescadores de las orillas del Lago de Maracaibo fueron torturados por la Policía Municipal de Miranda en el Estado Zulia. Una veintena de oficiales uniformados utilizaron las instalaciones de la sede policial del municipio para ejecutar las torturas.
Narran los pescadores que durante 6 horas fueron apaleados y sometidos a asfixias. ”Nos llenaron la boca con papel, nos amordazaron con tirro, nos metieron las cabezas en bolsas, las amarraron en el cuello casi ahorcándonos y entonces empezaron a coñasearnos por la boca del estomago, las costillas y la nuca” narra con llanto de indignación y amargura uno de los pescadores.
Con las botas del uniforme policial pisaron los órganos genitales y dedos de los jóvenes pescadores. La asfixia brutal y la casi muerte de uno de los pescadores detuvo la brutalidad policial. Los familiares de las víctimas, en las afueras del recinto, vieron llegar la ambulancia médica del Cuerpo de Bomberos del municipio a la sede de los Polimiranda para el desagravio cómplice de las consecuencias médicas de la tortura de aquel exceso policial cometido.
La violencia de los Polimiranda se origina luego que un oficial, en horas de la mañana dejara sus ropas, moto y arma de reglamento a las orillas de la playa para meterse al agua con una mujer. Al volver a la orilla el arma de reglamento no estaba. Ese mismo miércoles, 10 de enero, una banda de 15 policías motorizados y una patrulla, relatan los pescadores, fue apresándolos uno a uno y sacándolos del muelle, entre ellos dos menores de edad, abusados con el mismo grado de intensidad y tortura. Todos permanecieron esposados durante las seis horas de tortura.
Esta tarde al medio día, en un acto de intimidación contra una de las familias denunciantes, el hermano de una de las víctimas fue secuestrado de su vivienda por otro grupo de funcionarios también sin identificar, la comunidad enardecida casi quema la patrulla policial y los efectivos debieron liberar al menor unas horas después ante la evidencia. Las intimidaciones a las familias de las víctimas se mantienen.
Narra una de las víctimas que el paramédico diagnosticó un pre infarto al joven. Mientras los efectivos policiales le procuraban que le parte medico debía diagnosticar baja de tensión por no haber ingerido alimentos.
Los cuerpos de los pescadores fueron cubiertos con tiras de tripas de cauchos, rollos de cartón, y trozos de colchón en el área del pecho. El impacto de los golpes pasó las barreras que los envolvían y las lesiones se hicieron evidentes por la contundencia. Todos fueron aislados, uno a uno, sólo los gritos desesperados avisaban de los otros torturados también. Los pasillos de la sede policial, llamados los callejones, fueron los espacios de tortura, sin embargo, algunos pescadores relatan que entre los mangles y los matorrales del municipio fueron torturados otros pescadores. Uno de los jóvenes pescadores tiene condición de retardo o discapacidad intelectual, aún así fue sometido a torturas también. Se practicaron allanamientos en casas vecinas y los pescadores torturados, miembros de la comunidad aseguran que durante los asaltos a sus residencias las pertenecías de valor les fueron sustraídas, entre ellas, relojes, prendas y dineros. Rompieron las puestas, ventanas y otros espacios de las propiedades. También denunciaron. No les fueron presentadas ordenes de aprehensión, allanamientos y los oficiales todos, entre ellas dos mujeres oficiales, ocultaron sus identificaciones durante las 6 horas de tortura y represión contra los pescadores