En esta oportunidad, les presentamos el testimonio de Diana González, una activista de derechos humanos, Psicóloga e integrante de la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz, quien a través de estas líneas escritas por ella quiso compartir con nosotros y nosotras los aprendizajes que ha obtenido en 11 años de acompañar a víctimas de abuso policial y militar en la búsqueda de justicia.

“Desde que nació, la Red de Apoyo, ha avocado su misión a la promoción y defensa de los derechos humanos, a la lucha contra la impunidad, acompañando a quienes son víctimas y familiares de víctimas de abuso policial y militar. Hemos acompañado al que llora por la pérdida de un ser querido, al pobre, que históricamente ha sido excluido, al que lucha por la justicia, la paz y la esperanza. Esas mujeres y esos hombres que han sido marginados, discriminados, criminalizados. A aquellos y aquellas que les han arrebatado la vida, porque la muerte cercena, mutila. Pero a aquellos y aquellas que la muerte también ha despertado de la indiferencia, de la apatía, del silencio, de la desesperanza; que se han atrevido a pronunciarse, a no callar las injusticias, a exigir sus derechos, a contar sus historias, que es la historia popular de lucha y reivindicación social. Nosotros y nosotras, “cuidadoras”, “guías”, “acompañantes”, tenemos la difícil misión de hacer más llevadero el camino después del trauma, de hacer que la persona comprenda lo que pasó y redimensione su vida para volver a pensar en futuro. Pero no les quepa la menor duda que a pesar de la complejidad, de lo duro que incluso pueda ser para nosotros ser testigos de los dolores, de las heridas del alma, de la salud quebrada, el apoyo que damos, reconforta a estas personas y les ayuda a permitirse una nueva oportunidad. Ser también testigos de ese proceso reafirma el compromiso humanista y potencia nuestra motivación para hacer que de nuevo sea posible la vida. Comparto con ustedes algunos aprendizajes, que en la Red de Apoyo hemos venido sistematizando a partir de un diálogo reflexivo sobre nuestra práctica y sobre el valioso trabajo que hacemos quienes atendemos y acompañamos a las personas víctimas de abusos policiales. Estos aprendizajes los hago míos también. “Hemos aprendido a vivir desde la perspectiva de derecho, a celebrar y dar gracias por la fortaleza de las personas víctimas y sobre todo de sus familiares y los cambios que van experimentando, por muy pequeños que parezcan. A implicarnos con los otros y otras en su contexto y reconocer la otra cara del dolor y la violencia, así como el poder de la resistencia y la fuerza del poder popular. A vivir en el péndulo entre el dolor y las circunstancias de las personas víctimas y no derrumbarse o desesperanzarse. A tener fe y creer en los milagros del día a día. Hemos aprendido a comprender a otros y otras, a escuchar, mirar a los ojos, tratar a la persona como un todo, ser solidarios, respetar los miedos y las diferencias. A tener visiones complejas e integrales de las situaciones. Hemos aprendido a observar, preguntar, dialogar, esperar, revisar, problematizar. Hemos aprendido a creer en la humanidad a pesar de la maldad de algunos que viven en esta tierra, a aproximarnos a la dimensión espiritual de las personas. A creer en el grupo y en la dimensión colectiva del aprendizaje por su infinitud. A creer en la capacidad que tiene la gente de sobreponerse frente a la pérdida y el dolor y comprender que la ternura es la estrategia por excelencia para darle forma a nuestra acción. A reconocer el barrio como un lugar de solidaridad, de encuentro entre iguales, de empatías construidas, de diálogos y deliberaciones, asuntos todos que potencian la recuperación de los familiares de las víctimas. Hemos aprendido que los derechos humanos son una perspectiva de vida y que la solidaridad es una condición que fortalece a la persona que posibilita la sanación. Que somos sujetos de poder, que podemos cambiar las cosas, que los milagros existen, que la gente no cambia de la noche a la mañana, que es una decisión propia la de cambiar, que la gente tiene su propio saber, que la educación favorece el empoderamiento.” Ojalá estas líneas les anime y motive a sumarse a la lucha y a convertirse en “reparadores y reparadoras de sueños”.

Diana González Mendoza
Activista de derechos humanos, psicóloga de la Red de Apoyo por la Justicia y la Paz

(VENTANA)
“…uno llega aquí con una ausencia terrible, con una carencia profunda, con una indignación, uno llega aquí que no tolera nada, que no quiere nada, que no quiere ni un abrazo, que no quiere ni un beso, uno esta así como, yo diría como mal parado, no tiene espacio para el amor, para la ternura, y aquí en la Red uno aprende a cambiar de perspectiva, a volver a ser capaz de todo eso” (Raquel Aristimuño, familiar de víctima,2008).
Palabras como las de Raquel, se convierten en una oportunidad para reafirmar cada día el sentido del trabajo que realizo con las personas víctimas de la violencia policial, animándoles, orientándoles, escuchándoles, reforzándoles, ayudándoles a reparar los daños, pero sobretodo a re-significar los dolores y redescubrir un motivo de vida. He aprendido en 11 años acompañando a estas personas que el único camino es la reconstrucción de la historia para dar paso a la reconciliación con la vida, a pesar del dolor, de la rabia, de la frustración y la desesperanza.

Referencias bibliográficas
Red de Apoyo por la Justicia y la Paz (2009) 24 años de Atención Integral.1985 – 2009. Manuscrito no publicado. Caracas, Venezuela.
17.01.11 La Voz

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