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Fernando Pinilla es humorista gráfico, escritor, columnista, caricaturista/ilustrador en Diario Las Américas, ESPN Magazine – Miami, La Voz, La Región (Venezuela). Premio Pedro León Zapata 2014.

«…el tiempo de los políticos no es el tiempo del pueblo…»

En el marco de la crisis actual: las claras violaciones, por ejemplo, al derecho a la información y a la libertad de expresión, y además la conflictividad social que tenemos, qué significa ser caricaturista, los retos, pero también la importancia social

Ser caricaturista ha sido y es históricamente ser un vocero de las personas de a pie, quienes finalmente son los receptores de las caricaturas y a quienes tú reflejas en ellas, por lo general. Cuando tú hablas de escasez, de la inflación, estás hablando de cosas que afectan a las personas, incluyéndome, porque el caricaturista también es parte de este colectivo. Muchas veces vemos que hay personas que no están identificadas con eso: en el caso de los políticos, muchas veces están disociados. Yo siempre digo que el tiempo de los políticos no es el tiempo del pueblo porque ellos tienen otra percepción y otras condiciones de vida, y otros intereses, entonces realmente ellos hablan de los problemas mas no viven los problemas, que es la gran diferencia con el periodista, con el caricaturista que por más que llegue a cierto estatus sigue siempre sufriendo, a no ser que te dispares y trabajes para el New York Times, de resto sigues siempre siendo parte de la conflictividad diaria. Eso hace que el caricaturista tenga el rol de vocero, de poder denunciar, de generar matriz de opinión que es tan importante en este momento porque el gobierno siempre está disparando una matriz ajena a la realidad, y en ese sentido uno tiene una responsabilidad de decir lo que de verdad está sucediendo.

En la Revolución Francesa, la Revolución Industrial, en todos los períodos… por ejemplo aquí en Venezuela que tenemos una tradición de humorismo gráfico desde mil ochocientos cuarenta y pico, aproximadamente, te das cuenta de que la caricatura siempre ha servido como denuncia de una forma inteligente, con diplomacia, es poder decirle las cuatro cosas que uno quiere a quienes tienen la posibilidad directa de generar cambio, que son quienes manejan los hilos del país. Entonces, obviamente, en este momento cuando somos perseguidos: el caricaturista es perseguido, el periodista es perseguido, el político es perseguido, la persona de a pie que llegue a manifestarse en contra del dogma político que nos han querido implantar, es perseguida, es cuando nos toca a nosotros tomar el lápiz e intentar desenmascarar todas las mentiras.

«…cómo duele la caricatura»

En ese proceso creativo, toca toca digerir las noticias, porque creo que hay algo muy cómico que sucede con el humorismo gráfico y con la caricatura que es que por lo general tu puedes escribir dos páginas completas sobre un tema y habrá a quienes les llegue y a otros que no, en cambio la caricatura es algo que a todo el mundo le va a llegar y les duele, cómo duele la caricatura. En ese sentido, ser caricaturista hoy en día tiene una responsabilidad social de la que tenemos que estar conscientes. A diario lo pienso para hacer una caricatura: trato de medir hasta dónde puedo y hasta donde debo llegar, siempre con la intención de denunciar lo que nos afecta como país, como una unidad que finalmente somos. Indudablemente me siento orgulloso de lo que hago, es bonito saber que le llegas a las personas, que eso que expresas se parece a lo que la gente siente también.

«Mi trabajo como artista va a estar siempre a la orden de la sociedad…»

De cara a la necesidad de la reconstruir el país, de sanar heridas, de volver a encontrarnos como sociedad, cuál es el aporte desde tu trabajo

Muchas personas no entienden cuál es el trabajo del caricaturista, a veces me piden caricaturas positivas, y ese no es el rol del caricaturista ni del humorista gráfico. El género periodístico de la caricatura, como lo señalé, es para denunciar, opinar, criticar, nunca estamos para decir al político «qué bien lo hiciste», porque cuando lo hace bien no se le alaba porque esa no es la función de la caricatura.

Sin embargo, cuando hablamos de ese futuro, de ese momento de reencontrarnos, yo creo que el trabajo lo estamos haciendo ahora porque estamos sembrando para el cambio, cuando denunciamos la corrupción, la desigualdad… cada vez que criticamos las cosas que están mal estamos trabajando en pro de un mejor país en donde podamos encontrarnos todos sin distinción de colores políticos, de religiones , ni de color de piel.

Ahora bien, yo he hecho dibujos, que es muy distinto a la caricatura de opinión, de política. He hecho mensajes, por ejemplo cuando ganamos las elecciones el 6 de diciembre, felicitando a Venezuela, pero eso no tiene un trasfondo más que expresar un sentimiento que yo como artista deseo compartir. Yo podría donar mi arte de dibujo para una campaña social. Por ejemplo el trabajo en equipo con Provea es para hacer una cantidad de mensajes en los que llamamos a la unidad, al respeto a los derechos de los venezolanos. Mi trabajo como artista va a estar siempre a la orden de la sociedad para este tipo de objetivos, pero mi trabajo político va a estar siempre en contra de los que tienen el poder. Nunca se me olvida que cuando inauguré una exposición itinerante en Chacao en el año 2012 cuando las elecciones de Chávez y Capriles, Claudio Nazoa dijo una frase que nunca se me olvida, en ese momento él soñaba con que Capriles sería presidente, y dijo: «Capriles no es presidente y ya le tengo arrechera». Esa es la esencia del humorismo gráfico. Cuando tú ves un humor tarifado, arrodillado ante el poder, ya perdió la credibilidad que debe tener el humor gráfico, se convierte eso en simple dibujo de opinión de un caricaturista sin respeto por los valores, la ética y la esencia del humorismo gráfico. 

«…el medio impreso es como un postgrado, es tener el espaldarazo de un editor…«

¿Cómo es ese mundo de ser caricaturista en la actualidad? No solamente con la web 2.0 que produjo un auge de este género porque ya el papel no es el limite, sino también considerando la Venezuela actual, con la escasez de papel y la capitalización de los medios tradicionales por parte del gobierno. En ese sentido, ¿qué perdió el caricaturista con la crisis de papel?

Fíjate, indudablemente las redes sociales y el internet han sido una de las ventanas para que nuestro trabajo llegue a los lugares más recónditos, hay caricaturas sobre temas mundiales que me han comentado desde Rusia, desde Ucrania. A veces he tenido que usar un traductor para detectar qué idioma es, y de verdad me causa impresión que el trabajo llegue tan lejos, y eso se lo debo a las redes sociales y la web, que el trabajo que yo hago en la prensa le llegue a tantas personas, sin embargo, estos medios (web y redes sociales) son un arma de doble filo porque en un país como Venezuela, en donde no tenemos medios impresos, no tenemos emisoras, no tenemos canales de televisión, se ha ido muriendo la figura del editor, la figura de la línea editorial, porque de cierta forma se han ido vendiendo a los intereses del gobierno o el que pague más, porque estamos en dos extremos: o está el que paga mucho para hablar mal del gobierno o el que paga mucho para hablar a favor del gobierno. No tenemos unos medios independientes, más allá de que siempre ha existido eso de hacérsele sombra a las líneas editoriales con el dinero.

Entonces, frente a esta situación, en un país con tanto talento, no tienes manera de preparar a las personas para que asuman y aprendan un rol como el del caricaturista, el humorista gráfico, y además de esto le robas la oportunidad de que haya medios impresos a donde puedan llegar con su carpeta de caricatura, a un editor que evalúe y le diga «me gusta, no me gusta, puedes mejorar, no estás acorde a la línea editorial». Qué pasa con esto, bueno que efectivamente hay una proliferación de caricaturistas amateur, pero que lamentablemente no tienen  la preparación académica ni una manera de enfocar los temas para hacer un trabajo que se ajuste a los estándares del humor gráfico mundial. Si tú evalúas el humor gráfico estadounidense, el europeo, el colombiano, el argentino, te vas a dar cuenta de la calidad, no solo en el análisis sino también en el dibujo. Esto último también se ha perdido mucho en Venezuela, dibujos que no tienen anatomía, proporción, estética.

Tenemos entonces muchos caricaturistas de baja calidad, pero no por culpa de ellos porque nadie nace aprendido, sino por falta de un espacio donde puedan prepararse, para conocer los parámetros, entonces terminamos teniendo un humor gráfico anémico que no cumple con su función. Estamos en un país tan politizado y tan urgido de que alguien le miente la madre al gobierno que cuando vemos un garabato que lo hace, pensamos que es tremenda caricatura, y eso es peligroso para el desarrollo de un género de calidad, porque confunden la denuncia con la falta de respeto: son ordinarios, obscenos… Es delicado.

En suma, publicar en un medio impreso te da la credibilidad que no te da la web, el medio impreso es como un postgrado, es tener el espaldarazo de un editor, que el editorial apruebe lo que estás diciendo, que estén de acuerdo con el estilo que trabajas, y de cierta forma respalda cada idea y pensamiento que expresas. Sin embargo, frente a la censura, las redes sociales son una opción para seguir denunciando.

«… un legado que no muere…»

¿Que se perdió con la partida de Zapata, y que dejó para ustedes que son la nueva generación?

Con respecto al maestro Zapata, indudablemente fue el referente de toda esta generación de caricaturistas… lo que es Zapata, Fonseca, Régulo, el propio Sancho… bueno, tantos caricaturistas que han hecho historia y que dejaron un legado que no muere y creo que eso es lo importante, fíjate que en El Nacional se siguen publicando sus caricaturas (las de Zapata)… el humor demuestra que la historia es cíclica, se repite, cambian los disfraces, los trajecitos… pero el ser humano sigue cometiendo los mismos errores, los mismos abusos, y el humor siempre está ahí para denunciar lo mismo. Mientras el ser humano siga cometiendo tantas atrocidades va a ser difícil que el humor gráfico muera. Antes las caricaturas hablaban de Lusinchi y de Luis Herrera, y hoy en día hablamos de Maduro.

Con la partida de Zapata queda un vacío porque se perdió la oportunidad de que hubiéramos podido tener una gran academia de dibujo . Yo me imagino una dirigida por Zapata, Sancho, Régulo, con el maestro Fonseca… hubiese sido tremenda academia de dibujo, de humorismo, de caricatura, de arte que tanta falta le hace a Venezuela en este momento, y no existe porque los espacios de arte han sido secuestrados: la Cristóbal Rojas, la Armando Reverón… todo eso desapareció y quedó ese vacío en un país lleno de talento y de arte para darle al mundo.

Es triste que no se hagan más proyectos con el legado del maestro Zapata, quien, como muchos otros caricaturista, merece un museo. Zapata hizo periodismo, radio… sería espectacular tener esos audios, unas salas interactivas donde puedas verlo, escucharlo, analizar su trabajo. Entonces está ese vacío pero el legado queda, como Da Vinci, Dalí, Picasso…

«… un reflejo caricaturesco de nuestra historia tragicómica»

¿Qué te gustaría dejar en las generaciones siguientes?; ¿cómo defines tu estilo,tu pincelada?

Lo que yo hago hoy en día no sé en qué magnitud, o cómo va a ser visto por las demás personas, pero sé que lo verán. No sé cómo será visto mi trabajo en el futuro pero espero dejar un mensaje de constancia, de amor por Venezuela que finalmente es lo que se necesita para poder construir un país distinto, pujante… mientras la gente quiera al país, las cosas van a ir bien.

Con respecto a mi estilo y mi pincelada: es Pinilla. Yo creo que el estilo de cada uno es como la huella digital, Edo es Edo, Rayma es Rayma… cada uno al momento de empuñar el lápiz y escribir una mancheta que va a empañar ese lápiz, un fumetto, es distinto, más allá de que muchas veces nos ha pasado que hemos coincidido en temas con caricaturas similares, o que de repente pienso en hacer una y resulta que ya la han hecho. Es decir, los temas son los mismos pero cada quien con su estilo y sus ideas y percepciones, y la gente lo identifica. Pero si quieres darle algún tipo de definición: mi pincelada es frontal, es un humor ácido, de cierta forma negro. Me gusta aprovechar cada palabra que dicen los políticos, cada palabra que dicen las personas en la camioneta, para hacer las caricaturas cada vez más reales, exageradas algunas veces, otras veces no tanto, pero en esencia son un reflejo caricaturesco de nuestra historia tragicómica.

Jennifer Peralta
Provea