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La foto circula en Twitter. Se trata de la primera página de En un paisaje boreal, libro del hoy titular de la Defensoría del Pueblo, Tarek William Saab. Allí, en ese pedazo de papel, está la dedicatoria que firma el autor: “Para el amigo Alcedo Mora, Batería. En testimonio de nuestra amistad”.

Ese testimonio de amistad que plasmó el poeta de la revolución ha sido insuficiente, tanto como su esfuerzo, para que Mora, desaparecido el 27 de febrero de 2015, esté de vuelta con su familia.

De hecho, más allá de una reunión con Saab y algunos mensajes de solidaridad por parte del defensor del Pueblo, la familia no ha recibido más.

La desaparición de Mora había sido, antes que hecho, advertencia. Funcionario de la Gobernación de Mérida, había dedicado esfuerzos a denunciar una red de contrabando de combustible desde el llenadero de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en El Vigía.

Las amenazas se atenuaron. Un informe del portal periodístico armando.info detalla que, una semana antes de la desaparición, un grupo de hombres armados apuntó a Mora. La exigencia era la habitual: silencio.

Pero persistió. Y el último viernes de febrero de 2015, junto con Eliezer y Esneider Vergel, desapareció.

Desde entonces, las vigilias, concentraciones, peticiones, llamados, lágrimas y exigencias de su familia han ido a parar a la nada. “El Estado venezolano designó tres fiscales para la investigación. Sin embargo, no sabemos nada de Alcedo (…) Todo está encangrejado y hay una tendencia a que los familiares olvidemos el caso”, aseveró este lunes en entrevista para el programa radial Público & Confidencial, su hermano, Ramón.

Clamando al desierto 

Los Mora, inclusive, se enfrentaron en octubre con uno de los tragos más amargos de estos 365 días cuando les notificaron sobre la aparición del cadáver. Luego de las pruebas respectivas, se determinó que no era el de Alcedo.

El viernes pasado se concentraron en la sede de la Fiscalía del Ministerio Público en Mérida para reclamar celeridad en la investigación. Es difícil, pero no se desalientan. Lo peor para ellos ha sido que, a pesar de que Mora es un chavista convencido, su búsqueda ha sido más un corcoveo.

De hecho, por parte de funcionarios oficialistas han recibido, además de indiferencia, alguna que otra bofetada. Como la del secretario de la Gobernación de Mérida, que le espetó a Alcedo Mora hijo: “eso le pasó a tu papá por hablar pistoladas”.

Otra perla, según el programa Venezolano de Educación Acción (Provea), fue la ausencia del nombre de Mora en la entrega de memoria y cuenta en la Asamblea Nacional de la fiscal general de la República, Luisa Ortega Díaz.

Mora desapareció además en una fecha que el chavismo ha gastado a punta de encausarla como hito represivo de los gobiernos civiles: 27 de febrero, fecha en la que, en 1989, ocurrió el Caracazo. Ni eso ha motivado esfuerzos.

Para muestra un botón: su amigo de testimonio y poemas, Tarek William Saab, no dedicó tuits al aniversario de la desaparición. Papel aguanta todo, dicen.

 

 

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