Lo ocurrido el pasado 25 de enero en el Centro Penitenciario de Occidente, Uribana, aún no se ha olvidado. Menos aún para quienes sufrieron la experiencia de perder a un hijo, un hermano o un padre, en medio de la violencia que se desató en el recinto.
A días de la masacre, organizaciones defensoras de los Derechos Humanos solicitaron a la Fiscal General de la República una investigación oportuna y transparente de los hechos. 6 meses después, no existe ningún imputado por las muertes ocurridas en Uribana.
Hay quienes afirman seguir padeciendo la masacre día tras día. Hay quienes en medio de la indignación, se llenan de valor para seguir denunciando y para seguir luchando. Hay quienes se niegan a olvidar.
Ellos son los miembros del Comité de Familiares de las Víctimas de la Masacre de Uribana, a quienes el colectivo editorial del Periódico El Libertario, entrevistó recientemente.
Esto fue lo que contaron.
El Libertario: Entrevista con el Comité de Familiares de la Cárcel de Uribana
Tras haber tolerado, promovido y reconocido la organización de “pranes” dentro de las cárceles del país, incluyendo la de Uribana en Barquisimeto, el gobierno decidió unilateralmente quitarles las armas que había vendido la Guardia Nacional a los internos en esa prisión.
El 25 de enero las autoridades toman a la fuerza Uribana, generando una cifra de muertos hasta ahora indeterminada, pero que los propios internos contabilizan en 200. El Libertario conversó con Nayibe López y Milagros de Márquez, dos voceras del Comité de Familiares de la Cárcel de Uribana para conocer su versión de lo sucedido y los sufrimientos de los allegados de los presos y presas en el país.
– ¿Qué pasó en la Masacre de Uribana?
– Nayibe López: Todo el tiempo se decía que iba a haber un desarme y que la Guardia Nacional (GNB) se iba a meter. En septiembre hubo una toma con tanquetas y demasiados guardias. Se retiraron a raíz que venían elecciones presidenciales. Después llegaron a un acuerdo: iba a ser en diciembre, hubo una toma similar y se retiraron porque venía Navidad.
Llega enero y según los pastores, porque vino la Comisión Pastoral de Caracas, manifiestan que en enero se iba a hacer una requisa normal y un conteo de números. Nunca el gobierno supo cuantos presos tenía dentro, porque en años no había un conteo.
Me llaman a mí y a todas: va a haber una requisa normal, donde los muchachos iban a bajar e iban a dejar todo en el lugar donde habitan, iban a ser requisados en el campo y que después iba a haber un conteo de números, sin traslado.
Ese fue el compromiso que hicieron con la pastoral, incluso con el pastor que falleció en la masacre, que era Segundo Camejo, uno de los que llevaban las conversaciones dentro del penal.
Después de ahí viene la toma, llega toda la Guardia y antimotines.
No solamente la GNB actuó ahí, la Brigada 13 de Barquisimeto, que son militares. El día jueves 24 declara el director del penal, Nelson Bracca anunciando la requisa. Ese día, antes, él conversaba con los familiares y nos decía, “Hasta aquí llegó Uribana”, “Hasta aquí llegaron los malandros”.
Se da el día, tuve comunicación con varios muchachos. A las 5 a.m. me dicen que están bajando, que estaban en el campo, ellos no durmieron pues tenían como una semana sin dormir. Pregunto “¿Están todos?”, me dicen que sí. Me comunico a las 9 de la mañana con el pastor Ramón y me dice “Mira las garitas como todas están tomadas, pusieron una gran cantidad de militares, trajeron francotiradores y encapuchados”.
A nosotras nos pusieron unas alcabalas distantes del penal donde permanecimos. Habíamos como 2 mil personas, muchas ya tenían 3 días durmiendo allí.
A las 10 de la mañana sentimos que empiezan los tiros, las bombas. A las 10 me comunico otra vez con el pastor y me dice “Nayibe, esto se nos escapó de las manos, hay muchos muertos y muchos heridos”.
Al rato volvemos a llamar y nos cuenta que el pastor Camejo es el primero de los muertos, y que había muerto uno de los pranes, “el chueco” Henry.
Hay un testimonio de una señora que su hijo estaba herido en la puerta y se lo mataron a sangre fría. Ese día me dirigí a la morgue del Hospital Central.
La policía llegó y no nos daban acceso y cuando comenzó a llegar nuestra gente nos dividimos, unas estábamos en el hospital pendiente de los heridos y otros de los muertos.
Era tanto el desastre con los heridos que a los médicos se les hacía imposible atender a los muchachos, pues estaban tirados en el suelo. Ahí hubo una emergencia total, los heridos se morían en las ambulancias, los médicos no sabían qué hacer.
Hubo un muchacho que se murió desangrado. Después nombramos comisiones, unos los mandaron para el Hospital Militar, donde había unos muertos, otros estaban en la morgue y otros en el Seguro Social Pastor Oropeza, había otros en Tamaca y hubo, que después nos enteramos, los que llegaron hasta Yaracuy. Los mandaban para diferentes lados porque la morgue colapsó.
Nos pusieron a hacer cola para reconocimiento. Después, la GNB se puso a sacarle fotos a los muertos e hicieron como una galería, y uno iba y miraba las fotos a ver si era o no era su familiar. Vino el otro drama que es el entierro.
Hubo familiares que tuvieron que empeñar televisores. El ministerio nada más pagó 10 entierros, los demás tuvimos que pedir. Había otros que eran de lejos, de otros estados, y les cobraban un dineral para trasladarlos.
– ¿Qué pasó con las personas que trasladaron a otras cárceles y se encontraban heridas?
– NL: Uno de los problemas más dolorosos fue el de Franklin Méndez, quien agarró unos tiros en la cabeza, que le traspasan los ojos y los pierde. El tenía 8 años preso y aún no le habían otorgado un beneficio, aunque ya había pagado casi todo de su sentencia de 9 años.
Lo trasladan a Caracas al Hospital Pérez Carreño, lo operan el ojo para medio salvarle uno y lo mandan al Rodeo 3. Allí vuelve a sentirse mal Shaggy, que era como le decíamos, y lo llevan al Pérez Luciani, lo vuelven a operar y pasar al Rodeo.
Allí lo dejan abandonado en enfermería y mas nunca fue posible que su esposa lograra una boleta para volver a sacarlo al hospital. A Shaggy se le fue contaminando toda la cara y llegó un momento en que le dieron 20 convulsiones, y a pesar de eso no lo sacaban al hospital.
Esa pobre muchacha vivía en las puertas del penal, sin saber qué hacer. El día que lo sacaron fue porque a Shaggy le dieron 8 convulsiones tras las cuales quedó inconsciente. Cuando se lo llevan al Pérez Carreño le hacen una tomografía y tenía una meningitis. A los 5 días murió.
– ¿Cuál es la cifra de víctimas de la Masacre que ustedes manejan?
– Milagros de Márquez: Yo fui una de las que me quedé en Uribana cuando la masacre. Estuve tres días seguidos, viendo lo que sucedía. Poníamos nuestros teléfonos para que los muchachos hablaran con los periodistas, para que eso lo sacaran en vivo.
Estaba gente de Defensoría del Pueblo y nosotros hablábamos con ellos, para que intercedieran ante otros funcionarios por el tiroteo tan horrible y ellos no hacían nada. Entre las cifras de lo que manejó mi esposo y todos los muchachos que estaban en el campo, afirman que había más de 200 muertos.
Y la versión que me da mi esposo es la misma que le dan a otros familiares: Gente muerta metida en las alcantarillas escondiéndose de los tiros. Mi esposo me cuenta que el campo es grande y estaba cubierto de personas muertas.
Los presos, para salvar su vida, se tenían que esconder debajo de los cadáveres. Nosotras tenemos fotos y videos de cómo ellos estaban siendo masacrados. Iris Varela dice sólo que fueron 64 muertos, cosa que no es real.
Lamentablemente muchos de los familiares de los fallecidos se quedan callados porque ellos dirán “ya me lo mataron, ¿qué puedo hacer yo?”, como hay otros que sí asisten a las reuniones y manifestaciones que hemos hecho.
Otra cosa horrible fue la manera en que trasladaron a las mujeres: les bajaron las nalgas de tanto plan que les dieron y sus piernas estaban llenas de coágulos de sangre, de tanto maltrato.
– Ahora ustedes tienen a sus familiares lejos, en otros penales…
– MM: La Masacre de Uribana no se ha terminado, continúa y la padecemos nosotras todos los días. En las otras cárceles no quieren a los “guaros”, y a veces duran hasta 20 días en las “placas” [dormir en el techo de la prisión].
Al criterio de los pranes de los demás penales ellos se dejaron “chiguirear”, pues entregaron el penal y acarrean una mala fama. Así que en los otros penales por cualquier cosita los echan o los mandan a que se suban a la placa para no matarlos.
En Uribana en ningún momento se pagaba “causa”. En los otros penales los familiares tienen que estar pagando “causa”, tienen que estar viajando, pagando viáticos, lo que le tienen que dejar a ellos. ¿Dónde está la corrupción? La corrupción y los problemas vienen de los mismos funcionarios.
Un familiar no te va a pasar droga, una pistola, un cuchillo dentro de la totona o la barriga, porque todas somos requisadas. ¿Cómo pasaron las armas a Uribana? Por los mismos funcionarios.
“Humanización” de mentira
– El gobierno dice que ha venido adelantado una supuesta política de “humanización penitenciaria” para lo cual existe un ministerio. ¿Cómo evalúan la actuación de Iris Varela?
– MM: Iris Varela no se ha abocado a resolver el problema. Ella ha venido a Uribana y ha visto a los familiares afuera y nunca ha tenido la dignidad de atender a un solo familiar.
Sabiendo la problemática que se ha presentado, no de ahorita, sino mucho antes de la masacre. Ella nunca se ha reunido ni con el Comité ni con ninguno de los familiares.
Las investigaciones incluso se han paralizado. Nosotros nos hemos reunido con Gabriela Ramírez, con Iris Rodil presidente del circuito, con Arreaza pues fuimos a la vicepresidencia en Caracas. Todo es puro “bla bla bla”, “deme los informes médicos”, “nosotros los vamos ayudar” y tal, pero ya van 4 meses y ningún familiar hemos obtenido una respuesta por parte del gobierno.
NL: Ella pensó que dividiéndonos a nosotros como familiares y repartiendo a nuestros hijos por todo el país nadie iba a hablar y no iba a haber una voz. Nosotros somos una voz acá en el estado Lara.
A veces somos poquitas, a veces somos muchas, pero hay una voz todo el tiempo. A ellos no les ha agradado mucho de que nosotros estemos todavía a estas alturas reclamando. A raíz que fuimos a la vicepresidencia dejamos un documento allí. Nos mandaron al ministerio de prisiones con la viceministra Eliana Reyes.
Esa joven nos atendió comparándonos a nosotros los familiares con malandros. Nosotras sí tenemos hijos presos, más muchas mamas y padres no somos ningunos malandros para que nos traten a las patadas.
– Ustedes han venido denunciando el retardo procesal de los casos de los privados de libertad, además de la realización de “juicios express” sin garantías procesales…
MM: Los están rematando así rapidito.
Si tú ya tienes un retardo procesal y por fin los van a atender, en el juicio ojean apenas un expediente de 6 cuerpos, comienzan a pasar páginas rápidamente, y cuando llegan a la conclusión dictan 25 años. No es justo. Cada juez debe abocarse a cada expediente y a cada caso particular como debe ser.
Ellos deben determinar un tiempo para leer con calma los expedientes, llamar a los testigos. ¿Qué está pasando? Que están sentenciando a lo loco, y no bajan de 8 años, eso es para arriba los años que sentencian.
NL: Desde finales del año pasado todos los meses hemos mandado comunicaciones pidiendo 12 jueces itinerantes para disminuir el retardo procesal.
La respuesta es que no hay plata para crear más jueces. No es posible que una juez tenga 50 ó 60 casos al día, apertura y apertura y no tenga como darle salida a los casos.
Nosotras seguiremos hablando a los medios. Por lo menos hemos conseguido que nos escuchen, es lo único que hemos conseguido en esta lucha.
Si esto no lo vemos resuelto en unos días, todas nosotras estamos dispuestas a irnos a una lucha más fuerte, a irnos a la calle, a encadenarnos o lo que sea. (Publicado en Periódico El Libertario el 31.07.13)