Dirigida por Rober Calzadilla y escrita por Karin Valecillos, El Amparo es una producción rodada en Apure con la participación de los actores Samantha Castillo (Pelo Malo), Vicente Peña (Papita, maní, tostón) entre otras figuras del cine venezolano

“La estrategia de la impunidad” es lentamente efímera, tarde o temprano es sorprendida en su escondite. Con ese mismo título el Programa Venezolano de Educación por la acción en Derechos Humanos (PROVEA) entregó uno de los tantos informes en la búsqueda por la justicia dentro del caso de los 14 pescadores asesinados en El Amparo (Apure), un 29 de octubre de 1988, por funcionarios policiales y militares. Con la fecha, la dramaturga Karin Valecillos y el resto de Tumbarrancho Teatro, titularon su tercera pieza en 2009. Fue una puesta en escena de temporada breve, con una investigación que maduró en las sienes de Rober Calzadilla, comprendiendo el cine como el lugar para liberarse de los trucos.

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–El cine da la razón otra vez, o al menos ayuda a desentrañar. Va contra el olvido de estos eventos con voz alta y contundente.

Rober Calzadilla (RC): Yo jamás pensé que la primera película que hice la iban a ver más de cuatro personas. Pero esta estuvo pensada para que la gente la viera.

Karin Valecillos (KV): Sí, es nuestro primer trabajo con mentalidad de industria. Es más, siempre pensamos que era una película antes que una obra de teatro. Rober hacía un documental para PROVEA sobre la masacre y en un viaje en metro me comenta la historia. Tuvimos una conexión, primero por la infancia, teníamos la misma imagen, sobre todo la de la declaración de los dos sobrevivientes, que es la gran marca de la película.

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–Primero fue Tumbarrancho Teatro y ahora Tumbarrancho Films. Qué se puede adelantar del tratamiento en esta nueva incursión.

KV: Quisimos trasladar la esencia de lo que hacemos en teatro al cine. Al principio fue idealista porque son dos maquinarias distintas, pero somos lo mismo en cuanto al trabajo grupal, cada quien se involucra en todos los aspectos. El trabajo con la historia y, por supuesto, la actuación eran las prioridades. Siento que se logró extrañamente porque el cine tiene unas formas menos cercanas que la familia teatral.

RC: Para los productores no es una película netamente comercial, no es críptica, de autor; a mi el tema enfermizo del cine de autor me parece tan desastroso como el enfermizo del comercial.

–La obra de teatro tiene una carga documental marcada. ¿Cómo creció en el set de Apure?

RC: Nos trasladamos a El Yagual, porque El Amparo cambió mucho como pueblo por la influencia comercial, definitivamente no es lo mismo que hace 28 años atrás.

KV: Empecemos por el título. No se llama como lo obra de teatro: 29/10/88. El proyecto pasó a llamarse Sobrevivientes, porque pasó de ser la historia de los hechos a centrarse en la de dos seres humanos. El cine exigió que nos olvidáramos del hecho real, y lo sufrimos mucho. Cuando entendimos eso la película comenzó a fluir. Ahora se llama El Amparo y ganó mucho más al encontrarse con su gente. Pasó de ser una cosa mucho más documental, a la historia de dos hombres que representan a un pueblo. Los documentos se transformaron en personas de carne y hueso.

RC: La primera vez que yo vi el testimonio (de los sobrevivientes), lo digo con el recuerdo de mi infancia, hubo una ruptura. Descubrí lo vulnerable.

KV: También dijimos que esto se tenía que parecer, más que al testimonio, a la sensación que uno tuvo cuando lo vio. Para mi en ese momento aparece no solo la vulnerabilidad sino el país. Hay un momento donde tu te das cuenta que no sólo perteneces a una familia, y luego hay otro momento en que te das cuenta que perteneces a un país, en ese momento te transformas en un ser político. Yo me di cuenta que el país existía en 1988.

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–Cuál fue el mayor reto de la reconstrucción de los hechos, de hacer de esto ficción.

RC: Tiene que ver con sacarme la historia real de la cabeza. Cuando te separas dejas de ver a tus protagonistas de rodillas, entonces lo miras y lo cuestionas frontalmente. Es una película en la que se intenta reconstruir el aroma, es una pelea con la lógica, buscando una atmósfera de mi infancia. Sacrifiqué cosas para darle paso a eso.

–Trabajaron también con actores del pueblo y no actores.

KV: Sí, y fue un proceso complejo. Creo que como se maneja el cine en Venezuela no se había logrado nada parecido. Los actores principales como Giovanny García, Vicente Quintero, Vicente Peña y Rosanna Hernández, se fueron un mes antes de comenzar el rodaje a El Yagual. A pesar de que ellos son de distintas regiones les era ajena la realidad de un pueblo llanero. Vivieron las fuertes condiciones que siempre evoca la barbarie, cosa que me puso a pensar en esas mismas condiciones aunadas al valor de decir: “No me des dinero, quiero justicia”.

El Amparo inició su recorrido internacional siendo guión, apoyado primeramente por El Garfio, laboratorio de guiones con sede en México, Producir en el sur, taller de formación sobre coproducción cinematográfica y, tras haber sido filmada, participó con éxito en Cine en construcción del Festival de San Sebastián de 2015, evento al que resultó seleccionado este año en la sección Horizontes Latinos. También abrirá el Latin American Film Festival de Washington en septiembre.

El Universal

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