El conflicto armado colombiano se constituye como la peor crisis humanitaria del continente, ubicando a Colombia dentro de los cinco primeros países expulsores del mundo con aproximadamente 374.000 colombianos bajo el estatus de refugiado en diversos países, otros miles en espera por el reconocimiento del Estado donde se encuentran y muchos otros desconociendo la posibilidad de ser protegidos.
Tomando en cuenta sus vulnerabilidades específicas, los refugiados no deben ser vistos como cargas a las sociedades que los reciben, sino como individuos sujetos de derecho con capacidades de brindar todo de si para salir adelante y superar los obstáculos de idioma, cultura, religión o economía que puedan presentarse, haciendo gala de una gran fuerza y valentía que los convierten en pilares valiosos de las comunidades donde logran rehacer su vida, que en el caso venezolano y gracias a la relación histórica de hermandad entre el pueblo venezolano y colombiano, ha facilitado la integración de grupos de refugiados en la frontera y en algunas zonas del interior del país donde trabajan apoyando el desarrollo de la región.
Entre los distintos rostros del refugio, siempre se encuentra una misma historia de esperanza que debe ser difundida y reconocida, no solo por parte de la sociedad sino también del Estado que cumple un papel principal en cuanto a la protección y garantía de vida de este grupo de individuos, pues es a través de este que los refugiados finalmente pueden encontrar la justicia que tanto anhelan. El apoyo y reconocimiento de las comunidades receptoras y del Estado al cual solicitan protección en indispensable para que puedan integrarse completamente y comiencen un proceso de reconciliación con su pasado. Es por ello más que necesario que exista un compromiso de la sociedad en conocer y difundir la situación de las personas en situación de refugio que se encuentran en Venezuela acercándose a la historia de miles de individuos que por un temor fundado de persecución han tenido que abandonar su país y que como toda persona gozan de Derechos que le son inalienables; así como es preciso que el Estado se comprometa a dar una respuesta efectiva a las solicitudes de refugio y necesidades especificas de este grupo de individuos, orientando todo los medios disponibles a garantizarles el ejercicio y goce de sus derechos.
Este año el SJR-Venezuela quiere recordar a los casi 200 mil colombianos que se encuentran con necesidades de protección internacional en Venezuela, los aproximadamente 15.000 que han solicitado refugio y los casi 2.500 que han recibido el estatus de refugiados en el país, quienes obligados a huir de lugar de origen viven día a día intentando reconstruir sus proyectos de vida.
En Venezuela, el Día Mundial del Refugiado debe ser una fecha de reflexión sobre los valores de solidaridad y responsabilidad que rigen las relaciones entre los individuos y que permiten entender las situaciones que llevan a una persona a huir de su país de origen, las cuales, lejos de configurarse en actos voluntarios se encuentran dentro de los más forzosos y apresurados con los más altos costos psicológicos.
Los(as) refugiados(as) requieren más que un reconocimiento jurídico un reconocimiento humano de su lucha por reconstruir su vida y poder comenzar de nuevo y ese reconocimiento se logra conociendo sus historias y dándole rostro a las miles de personas que se encuentran aún invisibles ante los ojos de la mayoría. El refugio en Venezuela va más allá de la conmemoración de una fecha, es un tema presente que requiere de la atención y compromiso de todos(as), pues es de este acompañamiento que depende la posibilidad de reconciliación en la vida de un refugiado(a).