Para los agricultores del estado Portuguesa sembrar en el ciclo invierno fue todo un reto. La producción se inició sin que se revisaran los precios de los cereales obligando a los productores a asumir deudas para cultivar sus tierras.
La actividad agrícola de la región dejó de ser rentable, de la misma manera que en el resto del país; y en el mejor de los casos, apenas alcanza para cubrir los costos mermando la capacidad de reinversión.
Aun cuando el Ejecutivo nacional autorizó la semana pasada un ajuste de 27% en los precios del maíz, tanto blanco como amarillo; y 30% en el caso del arroz paddy, los mismos siguen siendo insuficientes para cubrir los costos de producción.
El clamor tanto de los pequeños como de los medianos productores de esa región era que se sinceraran los precios.
Los productores de arroz esperaban que el precio subiera de Bs 1,20 a al menos Bs 1,7 por kilogramo. Con esto se cubrirían los costos de la actual cosecha que comienza a salir, y dejaría un ligero margen de maniobra financiera. No obstante, el precio fijado fue de Bs 1,55 para el arroz de mejor calidad.
Igual ocurrió con el maíz, cuyos precios todavía arrastran un rezago de 37%, pues los productores esperaban que el precio subiera a Bs 1,4 el kilo.
Esfuerzo grano a grano
José Rivero es productor de arroz desde hace 25 años y su siembra está situada en el municipio Turén. Señala que la producción se ha visto afectada en los últimos tres ciclos porque se han conjugado varios factores: cambios climáticos, plagas, aumento en los precios de los insumos y escasez de algunos materiales agrícolas.
Para Rivero, el precio del arroz debería ser Bs 2, pues estima que ese monto cubre los costos y deja beneficios. Asegura que tiene un año que no le queda ganancia. «Siempre he sembrado con apoyo de Asoportuguesa. Los años anteriores la cosecha era buena y los precios regulares. Había equilibrio, cuando subía algo toda la cadena se ajustaba. Ahora los insumos suben y los precios (del arroz) bajos todo el tiempo», comenta Rivero.
María Elena Antequera es una pequeña productora de esa región. Desde hace 16 años cultiva arroz con ayuda de sus hijos y sobrinos, y se mantiene con el fruto de sus 16 hectáreas. Considera que lo más costoso de sembrar el rubro son la semilla, el abono y los fertilizantes. «Lo que se produce es para pagar eso y todavía uno queda debiendo».
La situación del cultivo de maíz no es distinta. La producción del rubro estuvo amenazada este año por un efecto contrario al que causó la sequía el años pasado: el exceso de lluvias retrasó la siembra y se perdió la primera parte. (EU; 13.09.2010)