Foto del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y Tecnología

Los alimentos transgénicos u organismos genéticamente modificados (OGM) están cada vez más presentes en nuestro mercado, sin saberlo.

Pese a que el Estado prohíbe cultivar transgénicos en los campos venezolanos, hasta ahora no hay ninguna restricción nacional para el ingreso de productos importados terminados, derivados de la soya y maíz, principales cultivos transgénicos mundiales.

El país —signatario del Protocolo de Bioseguridad de Cartagena que establece reglas mínimas para el traslado transfronterizo de los OGM— está en mora con una normativa propia que regule la producción, manejo y comercialización de los OGM y los productos que los contengan.

De igual manera este Protocolo establece la creación de una infraestructura, tanto física como humana, que controle, detecte y verifique la entrada de esos organismos modificados al país. que han generado polémica mundial por sus efectos en la salud.

Hace ocho años, se creó la Comisiónde Bioseguridad para elaborar esta normativa; sin embargo, se reunió un par de veces y hasta el día de hoy no se ha vuelto a convocar.

Ramón Bolotín, productor de cereales de Portuguesa y presidente de Productores Agrícolas Independientes. (PAI), quien integró la comisión, confirmó que ciertamente “no nos reunimos desde el 2008. Solo nos convocaron cuatro veces”.

Bolotín lamentó que aún no se haya logrado un reglamento; pues calificó de “injusto” que por un lado se nos prohíba cultivar rubros transgénicos y por el otro haya libre entrada de productos terminados de ese tipo. “Estamos rodeados de ellos”, aseguró.

“Hasta ahora no se ha comprobado que los transgénicos tienen efectos dañinos para la salud, pues los genes que se utilizan existen en la naturaleza, son genes de otro similar o diferente especie. El problema está cuando se convierten en malezas”, manifestó.

Sobre la comisión, la directora de Bioseguridad y Biocomercio del Ministerio de Ambiente, Carliz Díaz, afirmó que se espera reactivarla pronto. “Ya por el lado de Gobierno están los representantes, faltan los del sector privado que aún co han consignado los currículos”.

Díaz reiteró que “no es correcto decir que los trangénicos entran sin regulación al país, pues tenemos el Protocolo de Cartagena y el reglamento de biodiversidad. Hasta ahora, los alimentos que hemos evaluado no han presentado trazas positivas de origen transgénico”.

Sin embargo, pese a los dicho por Díaz la presencia de los OGM es un hecho en nuestra mesa.

Un estudio preliminar realizado por el Laboratorio de Detección y Cuantificación de Organismos Modificados Genéticamente (OGM) del Instituto de Estudios Avanzados (Idea), realizado y publicado en 2008 , reveló que por lo menos un 35% de positividad de transgénicos en una muestra de 52 productos procesados —en su mayoría importados— derivados del maíz y soya, como el cereal de la mañana ,la galleta de la tarde o el maíz en crema importado o la leche de soya en polvo.

Para saber si la cifra de los OGM había aumentado en los últimos cuatro años, el diario consultó de nuevo al coordinador del estudio y del laboratorio del Idea —el único instalado para la realización de las pruebas requeridas para detectar OGM—, el experto en biotecnología, Iván Galindo, quien aseguró que “se está trabajando en una tesis de maestría, en la que estamos evaluando semillas, granos y otros materiales; pero aún no se ha terminado el estudio. Esperamos tenerlo listo para noviembre de este año” .

El investigador del Idea recordó que “la comercialización internacional de los alimentos está bajo un acuerdo de la Organización Mundial del Comercio que establece que ningún país podrá prohibir la venta de un alimento, siempre y cuando no se demuestre que sea nocivo para la salud, y hasta el momento, no hay estudio que afirme que los alimentos transgénicos sean perjudiciales”.

Si bien hasta ahora no se ha comprobado, cientificamente, que el desarrollo de cultivos y el consumo de transgénicos haya causado daño alguno al ambiente, o a la salud humana, esto no quiere decir que este tipo de cultivos esté exento de riesgos.

Ya Europa ha aplicado medidas al respecto. Implementó hace más de ocho años la obligación de etiquetar los alimentos OGM, pues los consumidores tienen todo el derecho, y en la libertad, de decidir lo que consumen y lo que compran. América Latina aún está en deuda con sus consumidores. Y, Venezuela, por supuesto, no se exime de este deber alimentario.

Sirlene Araujo Díaz | www.panorama.com.ve

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