Al entrar a la comunidad de Maisanta, un camino de tierra con algo de maleza te recibe. De inmediato se puede divisar una pequeña construcción de tablas, palos y techo de zinc. Con esfuerzo, cuesta imaginar que 150 niños cultivan su educación en aquella choza de precarias condiciones.

 Desde hace cinco años que fue fundada la UE Colegio Maisanta, los vecinos de la comunidad han denunciado las condiciones infrahumanas en las que sus hijos ven clases. Aun así, la única respuesta que han recibido son excusas y desvíos de las peticiones a otros municipios.
 
 “Hasta hace poco no se sabía a qué municipio pertenecía esta comunidad. Si pedíamos ayuda al municipio Caroní, nos decían que era competencia del municipio Casacoima; y así viceversa”, afirma Roger Salazar, residente del sector y representante de dos niños de la institución.

 Según explican los vecinos, la división de los salones se da por medio de láminas de madera deterioradas que, en ocasiones, se tambalean poniendo en riesgo toda la construcción. Mientras que la iluminación, llega de improvisados ventanales que dejan pasar la luz del sol, debido a que las fallas eléctricas son constantes.

 Aunado a esto, la falta de un vigilante en la institución ha generado el robo de los pocos insumos con los que cuentan los maestros. “La escuelita se está cayendo. Se han metido varias veces a robar y se llevan lo poquito que hay: la computadora, el filtro y los ventiladores”, denuncia Noremys Romero, madre de una niña en quinto grado.

 Roger Salazar indica que tienen el apoyo del Distrito Escolar, pero para mejorar la estructura necesitan la ayuda de la Alcaldía.

Iniciativa comunal


 Los vecinos de la comunidad aseveran que los pocos insumos que se pueden ver en la escuela son por iniciativa de los docentes y la comunidad. Sin embargo, afirman no poder reconstruir el plantel sin la ayuda del gobierno.

 “Solos no podemos. Afuera tenemos a la sección de cuarto grado viendo clases debajo de un árbol porque los salones no están aptos para los estudiantes; mientras que el baño se tuvo que cerrar, y los niños deben utilizar el monte”, informó Rosa Cabello, madre de dos niños de la institución.

 Asimismo, Salazar explicó que en la comunidad hay muchas personas que pertenecen a la Misión Rivas y Misión Robinson, las cuales tienen muchas ganas de estudiar, pero no lo pueden hacer por las condiciones en las que está el colegio. (CorreodelCaroní; 17.01.2011)

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