No se dan abasto. Tras el apagón que se registró ayer en 18 estados del país, además de Distrito Capital, los diferentes hospitales funcionaron con plantas eléctricas.
A pesar de que Isabel Iturria, ministra de Salud, aseguró que no se reportaron situaciones de emergencia, algunas áreas de los diferentes centros de salud se quedaron a oscuras.
Hasta las 6.00 de la tarde de ayer Maura Tovar no sabía lo que había pasado con su sobrina de 22 años.
A primera hora de la mañana ingresó al hospital Chiquinquirá donde le practicarían una cesárea. Estaba en sala de parto, en el segundo piso, al momento de la falla eléctrica.
No pudieron subirla a pabellón, un piso más arriba, porque los ascensores no funcionaban.
«Como solo podía estar un acompañante con ella, yo me tuve que salir. Ahora no nos dejan entrar al hospital. No sabemos qué ha pasado, pero nos dijeron que la atenderán cuando se restablezca totalmente el servicio».
Ante la falta de insumos que afecta al centro de salud, a Tovar le pidieron yelco e inyectadoras para atender a su sobrina. Algo similar le pasó a Yohanny Colmenarez, quien acudió a la institución a hacerle una terapia a su hija de dos años. Tuvo que llevar la mascarilla.
«A nosotras nos atendieron a pesar del apagón. La planta empezó a funcionar aunque hubo áreas que se vieron afectadas». Miembros de la milicia estaban activados en todos los centros de salud.
Según un reporte que publicó el diario El Universal, en el JM de los Ríos, en Caracas, la planta solo dio para cubrir las áreas de terapia intensiva, emergencia y quirófanos. Sin embargo, se suspendieron tres intervenciones que estaban planificadas.
En el José Gregorio Hernández de Los Magallanes de Catia, la planta no sirvió en terapia intensiva; los respiradores de las dos camas que tienen dejaron de funcionar y tuvieron que activar el modo manual.
«Las plantas eléctricas que se utilizan en los hospitales duran 12 horas y solo ameritan de una interrupción muy breve, luego de ese tiempo, para recargarlas».
Sin consultas
Iturria aseguró que se atendieron las emergencias y pacientes hospitalizados, pero se suspendieron las consultas de rutina. Esto se evidenció hasta en las clínicas, donde muchos pacientes quedaron sin atención, incluso dentro del consultorio.
La señora Ámbar Castillo ingresó a un centro privado con fuertes dolores de pecho el lunes en la noche. Durante la madrugada del martes la sometieron a tres electrocardiogramas y una prueba de sangre. El cardiólogo que la atendió sugirió practicarle un ecocardiograma y aplicarle un holter. Eran la 5.00 de la mañana.
La señora Ámbar Castillo ingresó a un centro privado con fuertes dolores de pecho el lunes en la noche. Durante la madrugada del martes la sometieron a tres electrocardiogramas y una prueba de sangre. El cardiólogo que la atendió sugirió practicarle un ecocardiograma y aplicarle un Holter. Eran la 5.00 de la mañana.
Cruz de espera
La escasez de monitores retardó el seguimiento a su ritmo cardíaco. “En la clínica solo hay cinco equipos y todos ocupados”, le explicó una enfermera que entró a su habitación. El centro de salud estaba abarrotado.
Cuando la sala de ecografía y el Holter se hubieron desocupado, una asistente sanitaria fue a darle la buna noticia: “Señora, la venimos a buscar para hacer los exámenes”. En ese instante se hizo la oscuridad, a pesar de que los relojes marcaban las 12.45 del mediodía.
Médicos, enfermeras, los pacientes y sus familiares esperaban que se tratase de una falla pasajera, uno de los habituales apagones que no duran más de hora y media.
Pero la mala noticia llegó a vía Twitter a través de los celulares: “Sin luz en Maracaibo; sin luz en Lara; sin luz en Caracas”. Era un apagón nacional, de los que duran demasiado.
¿Y ahora?
Las puertas y ventanas de las habitaciones se abrieron para dejar entrar aire y luz. Gente recién operada miraba sin asombro a los transeúntes nebulosos que andaban y desandaban el corredor preguntándose “¿y ahora, qué hacemos?”.
Esperar.
Todo el mundo sabía que no había más nada que hacer, resignados a ello o no. La señora Ámbar tenía la orden médica de no moverse, hablar poco y evitar esfuerzos innecesarios.
Ella, su esposo y sus hijos se desahogaban con anécdotas de tiempos más felices compartiendo un trozo de galleta o frutas, mientras el presidente Nicolás Maduro aseguraba en Twitter que el apagón fue un “sabotaje” de la oposición.
A las 4.00 de la tarde el servicio eléctrico no estaba restituido. “¡Todo se junta!”, lamentó su hija en la penumbra que mediaba entre los miembros de su familia y les impedía ver sus rostros entre sí, esa misma sombra que se descorre entre los ciudadanos y el Gobierno nacional cuando a este le toca rendir cuenta de sus fallos.
«Se han atendido emergencias puntuales en algunos hospitales. Estamos pendientes ante cualquier contigencia, con todos los directores regionales». Luis Díaz Curbelo. Director de Protección Civil. (Yanreyli Piña Viloria / José J. Flores, Diario La Verdad, 04.09.13)