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“Esto antes no era así”, se quejan los familiares de los pacientes que acuden al Instituto Venezolano de Seguros Sociales (Ivss) – Medicamentos de Alto Costo. Tienen que esperar en la calle, sin ningún lugar donde sentarse y con un pequeño espacio de sombra. “Y si uno también está enfermo y no puede llevar sol, ¿cómo hace?”, se queja Iris Monterrey*, que acompañaba a su cuñada a buscar Granocyte.

Se refieren a la militarización de la institución. Al menos seis funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) se mantienen en la entrada y no dejan acercarse a nadie que no sea el paciente. Revisan los requisitos de cada uno -récipe e informe médico- antes de permitir el acceso.

Efecto Cocuyo visitó la institución el viernes pasado y no estaban. El lunes ya habían llegado, pero permitían mantenerse en las cercanías. Hoy, no se podía estar ni siquiera en la acera del instituto. “Colaboren, la espera es por allá”, decían.

María Bracho* visitaba el Ivss con frecuencia hace tres años, porque su esposo sufría cáncer. Hoy acompañaba a su sobrino, al que le diagnosticaron psoriasis y artritis psoriásica. Aseguraba que había que agradecer el servicio prestado, pero se quejaba constantemente de tener que estar a la intemperie. “Cuántas veces no cayó un palo de agua cuando esperaba a mi esposo. Si llueve, ¿qué hacemos?“, decía.

Aunque la espera de los pacientes es bajo techo y sentados, las recién implementadas medidas de seguridad también les aplican. “Mira, mi nuera me está diciendo que me envió un mensaje escondida porque no la dejan usar el celular”, dijo Vanessa Gutiérrez.

En el Ivss los pacientes saben cuándo entran, más no cuándo salen. El proceso con el sobrino de Bracho duró menos de una hora. Gutiérrez, cuyo familiar también visitaba el servicio por vez primera, tenía cerca de dos horas de espera.

Para buscar un medicamento se debe llevar récipe e informe médico, pero si es la primera vez que se acude al servicio las cosas cambian. El sobrino de Bracho debió llevar, además de esos dos requisitos, exámenes médicos y una carta de residencia para lograr acceder a las inyecciones de Humira, que igualmente no le dieron. “Le dijeron que le estaban creando la ficha y más o menos en un mes deberían llamarlo para entregárselas”.

Y es que no siempre el cumplir con los requisitos garantiza obtener las medicinas. María Gorafa estaba buscando Hidroxiurea, un antineoplásico, y no lo consiguió. Cerca de ella estaba la hija de una paciente cancerígena que el mes pasado recibió su quimioterapia sin Avastin, un anticuerpo, por no encontrarlo. Monterrey cuenta que su familia ha tenido que traer medicinas del exterior para que su cuñada pueda recibir su tratamiento.

Para los pacientes hay una línea telefónica destinada a dar respuesta sobre si un medicamento llegó o no. “Ese número no sé ni para qué lo dan, nadie contesta. Toca venir constantemente a ver si algo llegó”.

Los familiares pensaban que la presencia militar se debe al lote de medicinas que anunció el ministro de Industria y Comercio y vicepresidente de Economía Productiva, Miguel Pérez Abad. “Yo escuché que en el de Maracay los trabajadores se estaban robando las medicinas, a lo mejor por eso están así aquí”, dijo Gutiérrez.

Mientras tanto, Bracho llamaba a su prima, paciente de Lupus, para avisarle que había Plaquinol, un antimálarico. “Pero apúrate, que ya llegó ayer. Eso se acaba rápido”, decía al teléfono. Desde hace tres meses no aparecía el medicamento.

Efecto Cocuyo

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