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La salud gratuita es un recuerdo lejano para los pacientes del Hospital José María Vargas de Caracas, a pesar de que sigue siendo un centro público. “Aquí hay que comprar del agua en adelante. Estamos sobreviviendo”, dice Geysa Salcedo, quien tiene tres meses internada y es considerada una “paciente social” por los pocos recursos económicos con los que cuenta para mantenerse.

Las enfermeras y los doctores, cuenta Salcedo, le compran algunas comidas para que no se quede famélica durante todo el día, pues la empresa Servicio de Nutrición Integral, C. A., proveedora de alimentos, dejó de trabajar por la cantidad de deudas acumuladas que mantiene el Ministerio de Salud.

Hoy el hospital cumple una semana sin alimentos. “Le dije al médico que quiero irme, que me dé de alta porque no tengo plata para seguir aquí hospitalizada. Mi hija ha tenido que pedir real prestado. Hemos gastado casi 25.000 bolívares porque hay que comprarlo todo, el agua, la comida y los medicamentos”, indica Orquídea Soto, paciente con lupus que tiene 10 días internada. “Hemos pasado hambre. Ayer comí dos arepitas nada más: una que me regaló un paciente y otra que me trajo mi hermana en la noche”, relata Soto.

La semana previa al cese de las actividades de la contratista los pacientes recibían yuca con zanahoria en los almuerzos y salchicha picada con plátano en los desayunos. “Aquí uno se muere de enfermedad y de hambre”, dijo la paciente.

Además de la comida, Orquídea Soto ha tenido que comprarse los antibióticos, la solución para aplicarlos, los tubos para la extracción de sangre y el tratamiento para el lupus. Los exámenes los hacen afuera: “Me mandaron a hacerme una resonancia y no puedo pagarla. Ya me hicieron una tomografía en la clínica La Arboleda y me salió en 12.500 bolívares. ¿Cómo lo pago si estoy incapacitada y tengo 7 años esperando la pensión?”.

Hasta las paredes se enferman. Las condiciones del hospital son cada vez más críticas. De 26 salas de hospitalización hay, por lo menos, 5 inhabilitadas; cada una tiene capacidad para 16 camas como mínimo. La sala 26 está cerrada, pero desde afuera se ven carteles con la cara de los presidentes Nicolás Maduro y Hugo Chávez. Los hongos también corroen gran parte de las paredes del centro asistencial. El camino hacia la consulta de Urología está roído hasta el techo y sucio por el polvo.

En el servicio de Terapia Intensiva redujeron los cupos de 8 a 3 para garantizar mejor atención a los pacientes. “De la requisición de insumos diarios siempre quedan 20 o 30 ítems sin recibirse porque no hay en el hospital”, dijo Juan Goecke, presidente de la Asamblea de Residentes del Vargas.

Las diálisis tienen una semana sin realizarse en el servicio de Nefrología por un problema con la bomba de agua. Los pacientes empezaron a ser referidos ayer por el IVSS a otros centros. “Es la desidia total. No hay bajalenguas, a veces no hay gasas. Los pacientes tienen que traer todo para hacerles unas curas”.

Hace años que no hay servicio de Radiología en el Vargas. En el lugar hay unos equipos Phillips, obsoletos y dañados. El resonador fue instalado sin haberse habilitado primero el lugar, pero como no hay aire acondicionado no puede utilizarse y se está deteriorando por el desuso.

En la entrada este, detrás de unas rejas negras, reposan más de 50 cajas con 12 unidades cada una del insumo más requerido en el hospital: las soluciones fisiológicas.

“Preguntamos y nos dijeron que se vencieron. ¿Por qué las dejaron vencerse ahí si las necesitamos tanto?, no sé”, dice Goecke. Los pacientes sacan de su bolsillo para comprar soluciones en la farmacia que está enfrente del hospital, donde dicen que nunca faltan.

«Le quitarán las piernas y no hay medicinas»

Médicos salieron a las puertas del Hospital Central de San Cristóbal para protestar una vez más por la precaria dotación de insumos y medicamentos al principal centro asistencial del suroccidente del país.

Daniel Urbano, vocero de los médicos, dijo que se habían preparado para salvar vidas: “Lamentablemente, en este momento, no podemos hacer mucho”.

No es la primera vez que los profesionales de la Medicina salen a manifestar por la inconstante dotación de medicamentos y materiales. Los médicos expresaron su apoyo a sus pares de Mérida que están desde hace tres días en huelga de hambre a causa de la difícil situación que atraviesa la red de salud en esa entidad.

Yolanda Roa tiene a su hermana recluida desde hace cinco meses en el Hospital Central. Acompañó a los médicos en la protesta porque no hay cómo darle calidad de vida a su pariente. Roa debe hacer cada día un recorrido de 77 kilómetros, desde La Fría, para estar pendiente de su familiar.

“Le tienen que amputar las dos piernas y no hay medicamentos. No la han pasado a cirugía. Estamos esperando. Tenemos que comprar suero, gasas, guantes. Esta semana lo único que ha habido es gasa, más nada. Ya no tenemos plata”, dijo la mujer.

El Nacional

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