Los médicos han apelado a una serie de paliativos que van desde cambiar las dosis de los medicamentos que hay en el mercado, hasta acondicionar las sondas que disponen por los drenajes que desaparecieron. El presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, Freddy Ceballos, menciona casos en los que han llegado a recetar claras de huevo, para los quemados que no encuentran las pomadas que regeneran los tejidos de la piel.
Los médicos hablan de hacer malabares. No en vano, a algunos se les vio corriendo a oscuras durante el apagón del jueves, en las áreas de Quirófano y Terapia Intensiva del Hospital Clínico Universitario de Caracas. A falta de ascensores y plantas eléctricas operativas, esa tarde hubo pacientes –vestidos con batas desechables– subiendo y bajando escaleras, junto a familiares que sostenían sueros y otras soluciones a las que estaban unidos por vía intravenosa.
La luz volvió más tarde como en el resto de las zonas afectadas, pero continuaron las fallas de insumos e instrumentos básicos como gasa. A falta de mangos de bisturí, los médicos hacen las disecciones únicamente con hojillas.
Aunque se solicitó hablar con las autoridades del centro de salud, los vigilantes de la Dirección el lunes negaron esa posibilidad. Pero más allá del caso del Clínico, bioanalistas, odontólogos, farmaceutas y otros profesionales coinciden en la necesidad de buscar soluciones.
El presidente del Hospital de Clínicas Caracas, Amadeo Leyba, pide al Gobierno que responda las cartas en las que desde hace tres meses solicita atender la escasez de repuestos para equipos que están parados. «Ni siquiera tenemos acuse de recibo», lamentó el miércoles. «No queremos crear problemas sino ser parte de las soluciones; no puede ser que las clínicas –que atendemos a 53,8% de la población– carezcamos de materiales tan elementales y no tengamos quién nos escuche».
Desde la Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales, Cristino García añade que el bisturí ha reemplazado operaciones por laparoscopia. «Las intervenciones electivas se suspendieron hace un mes», cuenta, y como esa hay una lista de fallas y soluciones «made in Venezuela».
1) Dispositivos artesanales. Hasta con botellas de refresco han improvisado las llamadas trampas de agua, un dispositivo que permite drenar líquidos derramados en la caja torácica, bien sea por infecciones pulmonares, traumatismos o impactos de bala. Desde la Asociación Venezolana de Clínicas y Hospitales, Cristino García cuenta dos casos en los que la versión criolla de ese instrumento –una sonda unida a una botella de plástico con adhesivos– ha sido empleada en una clínica de Caracas y otra del interior del país.
En centros de salud pública como el Hospital Clínico igual son habituales; esta semana se veían en Neumonología y el área de Trauma Shock de la Emergencia, a pesar de que puede ocasionar infecciones por falta de asepsia.
2) Artículos ortopédicos. Como no hay suficientes clavos y prótesis, en hospitales como el Clínico ya es común ver pacientes que esperan con piernas inmovilizadas a través de un andamiaje sostenido por pesas, que en Venezuela se convirtieron en garrafas llenas de agua. Desde una de las camillas del piso 6, Joel González cuenta que lleva un mes con la pierna izquierda en alto, buscando y reuniendo el dinero junto a su familia, para adquirir una placa en L y 16 clavos necesarios para operar su pierna izquierda.
Uno de los médicos comenta que se trata de una práctica empleada en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial para evitar complicaciones como pseudoartrosis, en las que dos partes de un hueso se superponen.
3) Insumos quirúrgicos. A falta de grapas y otros insumos para cirugías por laparoscopia, las clínicas han reprogramado operaciones y atendido emergencias con técnicas más invasivas como la laparatomía, que apela al bisturí. «Estamos empleando métodos de hace 40 años», dice el médico Jackson Ochoa desde San Cristóbal.
En Caracas, su colega Cristino García añade que ante la escasez de stents, desde hace un mes han empezado a sustituir cirugías cardiovasculares, como angioplastias, por tratamientos con drogas como la estreptoquinasa, que disuelve coágulos sanguíneos y destranca las arterias coronarias. «El problema –advierte– es que con ese proceso el paciente está en riesgo de padecer arritmias, insuficiencias o paros cardíacos».
4) Medicamentos. En las farmacias han llegado a recomendar clara de huevo, para sustituir pomadas contra quemaduras. Como ese, el presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana, Freddy Ceballos, ha sido testigo de paliativos que van desde instituciones que están haciendo sus propias soluciones fisiológicas, hasta farmaceutas que ajustan drogas a las dosis que recetan los médicos. «Hay pacientes que traen fármacos del exterior», señala.
Entre varios productos, faltan analgésicos, antihipertensivos y anticonvulsivos. «Es triste ver a personas en la calle, en las iglesias, el Metro o cualquier lugar convulsionando», expresó el mes pasado la directora de la Liga Venezolana Contra la Epilepsia, Beatriz González.
5) Materiales básicos. Aun en las clínicas más exclusivas ya se escucha que han empleado seda y hasta hilo corriente para paliar la escasez de vicryl y otras suturas más modernas. En el sistema público, entretanto, falta gasa y compresas, y la mejor prueba está en una de las camillas del área de Cirugía I del Hospital Clínico, en el piso 5, donde el lunes usaron la funda de una almohada para cubrir la herida que José Guardia asomaba en su pie derecho. «Hoy no me van a hacer la cura porque no tengo la gasa», decía.
La lista de materiales escasos incluye placas de radiología. Por eso en Rescarven y Clínicas Caracas, entre otros, han resuelto guardar los exámenes en sus memorias digitales y entregar los resultados en discos compactos.
6) Instrumentos de laboratorio. Los bioanalistas del país han empezado a sacar los tubos de ensayo de vidrio que desde los años 80 tenían guardados, lo que afecta estándares de bioseguridad que habían alcanzado en tareas como el desecho de la sangre. «Estamos volviendo a preparar los tubos pero no contamos con la cantidad ni el personal para sustituirlos por los de ahora, que vienen listos para ser desechados», explica la presidenta de la Federación de Colegios de Bioanalista de Venezuela, Judith León.
Menciona laboratorios que han dejado de hacer exámenes para no correr riesgos con resultados inexactos. El miedo es que el sistema colapse: «Si el acto del bioanálisis está en riesgo, habrán pruebas que no se podrán hacer».
7) Tratamientos clínicos. Cuando no hay antibióticos de amplio espectro, se sustituye por dos o tres que juntos hagan el mismo efecto. Así están haciendo en los hospitales del país. La presidenta de la Sociedad Venezolana de Oncología, Loretta Di Giampietro, destaca la creatividad que han demostrado los médicos venezolanos y entre varios ejemplos, menciona casos en los que han convertido sondas nasogástricas en drenajes intraabdominales.
No es que no hay nada. Di Giampietro recalca que ante la falla de varios insumos y fármacos, los han sustituido por otras alternativas. «No es lo ideal pero ante ante esta situación, los médicos están recetando tres y hasta cuatro opciones de medicinas y tratamientos», comenta.
8) Tecnología especializada. Aun con el equipo, en el Hospital de Clínicas Caracas cuentan unos 200 pacientes al mes que no pueden hacerse gammagramas para detectar tumores, porque sus proveedores no tienen divisas para importar los repuestos de esa máquina. El presidente de la institución, Amadeo Leyba, lamenta que el servicio de Medicina Nuclear permanezca paralizado por esa razón: «Hemos sido una institución de tecnología de punta, ¿pero qué será de las clínicas si no podemos reparar los equipos?».
En hospitales públicos como el Clínico Universitario suman otros aparatos dañados: los traumatólogos advierten sobre una cola de pacientes que esperan para operarse la mano, por falta de intensificadores de imagen.
9) Productos odontológicos. El presidente del Colegio de Odontólogos de Venezuela, Pablo Quintero, habla de consultas pospuestas y tratamientos que se han prolongado ante la escasez de gasa, anestesia y algodón. También menciona casos de profesionales que han tenido que lavar y reutilizar guantes, así como otros que ante la falta de eyectores de saliva, trabajan con interrupciones para que el paciente vaya escupiendo, lo que podría contaminar y hasta dañar el tratamiento por falta de asepsia.
Quintero de cualquier forma es optimista; le da un voto de confianza a la nueva ministra de Salud, Nancy Pérez, y al Gobierno en general, para que agilicen la entrega de divisas a los proveedores de insumos y equipos médicos.
10) Recurso humano. La fuga de talentos y las condiciones laborales han hecho que en hospitales de Caracas como el Dr. José Ignacio Baldó, de El Algodonal, hayan disminuido su plantilla de médicos. «El posgrado de pediatría quedó cerrado y de 25 cirugías ahora hacemos 10 a la semana por falta de anestesiólogos», lamenta Marietta La Rea desde ese centro de salud.
El sistema privado tampoco escapa a esa situación. En 10 años Clínicas Caracas ha visto la partida de 70 profesionales hacia el exterior. «Y se trata de médicos con dos y tres posgrados de áreas especiales como trasplantes de córneas o de médula ósea», comenta el presidente de la clínica, Amadeo Leyba. «¿Cuánto tiempo tardaremos en reponer ese personal?», pregunta. (Joseph Poliszuk, El Universal, 28.08.2014)