El país ha sido testigo en los últimos meses de un despliegue de protestas, que bien podrían considerarse la estela del caso Franklin Brito, el agricultor que tras haber protagonizado una huelga de hambre, con motivo de la invasión y expropiación de sus tierras en el estado Bolívar, murió el agosto del año pasado sin haber recibido sus justas reivindicaciones.

Y es que estudiantes, obreros estatales, enfermeros y personalidades como el Alcalde Metropolitano Antonio Ledezma y el empresario Francisco Alves Félix, entre otros muchos, parecieran haber sido inspirados por Brito, dado que también eligieron asumir el sacrificio del ayuno con el lema de poder ser escuchados.

Este hecho es corroborado por el portal web de la cadena internacional de noticias BBC Mundo, que publicó haber contabilizado sólo desde enero de 2011 hasta el 22 de febrero, un total de 31 huelgas distintas. «En 2009 apenas fueron cinco, el año pasado superaron las cien. Y las cifras de enero y febrero de 2011 nos hacen inferir que existen altas posibilidades de que se supere la cifra de 2010», aseguró el medio de comunicación.

Asimismo, las organizaciones Espacio Público y Provea, se refirieron a este fenómeno sociopolítico en su informe Manifestaciones Públicas 2010, en el que se destaca la participación de gremios y figuras públicas en el recurso de la huelga de hambre como método de protesta, el cual había sido durante la historia únicamente utilizado por los presos, en un 80% hasta el 2008.

INSPIRADOS POR BRITO «La ideología que mi papá comulgaba era la de que no podía permitir que violaran sus derechos sin él hacer nada, y una vez avanzada la huelga, sentía un compromiso de hacer entender a la gente de que no se podían dejar pisar por las arbitrariedades de este país», dice Ángela Brito, hija del agricultor.

Pues no sólo es apariencia la idea de que los gremios que han empleado este radical método de protesta han sido influidos por Brito. La enfermera, Susan Huamán, huelguista activa en la sede de la embajada de Brasil en Caracas, confiesa que Brito ciertamente fue una especie de ejemplo a seguir, puesto que «nos gusta pensar que alguien nos va a resolver los problemas, pero él nos hizo entender que uno mismo es quien tiene el poder de cambiar las cosas».

Del mismo modo el estudiante, Gabriel Bastidas, ex huelguista de la protesta que se realizó en la sede de la OEA el pasado enero, dice que Brito significó para él «un símbolo de fuerza y dignidad», en los momentos en que luchaba por defender lo que cree justo.

EFECTIVIDAD DE LA PROTESTA Pero, ¿qué tanta efectividad tiene este recurso de protesta en Venezuela para que se masifique de la manera como lo ha hecho? Para el politólogo Ángel Álvarez, sí se han logrado éxitos a través de ellas, a pesar de que paradójica mente Brito, que es el inspirador, no haya conseguido sus reivindicaciones como las pedía.

Sin embargo, Álvarez encuentra respuesta a esto rescatando dos grandes diferencias entre las huelgas gremiales y la original iniciada por Franklin Brito y es que éste hizo una protesta «básicamente solo, eran él y su familia, no había estructura gremial o política y eso hizo que la huelga fuera más débil».

Además, lo que Brito pedía era una reivindicación económica individual, mientras que el resto lo hace por intereses colectivos, cuestión que genera más presión para el Gobierno, según Álvarez.

Y si bien es cierto que en las últimas huelgas registradas los involucrados están arriesgando sus vidas, «ellos saben que difícilmente el Gobierno los deje morir», porque el caso de Brito «generó dudas en el campo internacional sobre la verdadera vigencia de los Derechos Humanos en Venezuela», afirma el politólogo.

POSIBLE DEBILITACIÓN Ahora bien, el temor de que este recurso, considerado como última acción de protesta, pueda sufrir fisuras y debilitarse llegada una cifra inmanejable para el Gobierno, comparándolo tal vez con las populares marchas de inicios de la gestión del presidente Chávez, no debe ser, según Álvarez, punto de cuestionamiento.

«Ni en los inicios del gobierno de Chávez los gremios lograron hacer retroceder una medida marchando, en cambio con las huelgas de hambre sí se han visto hechos concretos», dice resaltando, a su vez, que toda huelga de este tipo va a conseguir un éxito parcial, dado que precisamente «se hace para propiciar la negociación», y eso lo sabe el huelguista desde un comienzo.

Pero Nicmer Evans, politólogo de tendencia oficialista, advierte que la utilización desmesurada de esa herramienta responde a un manual importado que, más temprano que tarde, hará que la misma caduque en Venezuela.

«A pesar de que algunos sectores asumen reivindicaciones que considero justas, como en el caso de los estudiantes en relación a su Universidad y los enfermeros a su aumento salarial, me cuesta pensar que un joven deje de comer por un mes y se cosa la boca por unos cuantos autobuses y unas becas. Igualmente con los enfermeros, cuesta creer que se sacan la sangre sólo por un aumento salarial», dice el politólogo.

OBJETIVO DESESTABILIZADOR Es allí donde Evans se convence de que quienes manejan estas huelgas de hambre gremiales tienen una intención de fondo que es la de desestabilizar, como sea, al gobierno de Chávez. Y si esto no fuera cierto, entonces concluye que se estaría tratando una absoluta materialización de la vida, en la cual se ponen los elementos materiales de este mundo por encima de la valoración de la vida misma.

Asimismo, encuentra que este fenómeno es común también con el de Franklin Brito, el cual considera que dio la vida por motivos materiales. Sin embargo, Evans destaca una gran diferencia entre Brito y las huelgas gremiales de los últimos meses, y es que sostiene que los huelguistas del sector salud y de educación realmente no eran consistentes con la esencia de una huelga de hambre que es renunciar a comer. «En las huelgas de ahora no están arriesgando su vida, como sí lo hizo Brito, porque ellos saben que terminarán negociando con el Gobierno».

Evans considera que «el gran problema es que esto se ha convertido en una trampa y un mecanismo de extorsión que se le ha ido de las manos del Gobierno, por haber admitido concesiones a los estudiantes en la OEA de la manera en que se las dieron», dice, quien asegura fue un error estratégico del Ejecutivo y que como consecuencia «originó que cualquiera se lanzara a la calle a hacer una huelga».

Todos estos factores conducen obligatoriamente, según Evans, al vencimiento de este recurso. «El exceso del abuso de la utilización de una herramienta como ésta, banalizada, trivializada y materializadas va a tener que perder vigencia en un corto plazo.

Primero, porque el Estado no puede dar las concesiones a todo el que diga que se va a coser la boca y además porque justamente ha perdido ese sentido noble de la lucha».

De esta manera y sin ninguna duda, para Evans la huelga de hambre en Venezuela llegará a su punto de quiebre cuando los motivos de ellas sean tan exorbitantes que el Gobierno decida no determinar ningún tipo de respuesta, y ellos, naturalmente, desistirán de la misma.

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