El pasado 06 de marzo, aproximadamente la 01:30 de la madrugada, Carla Lugo de 19 años, recibió impacto de bala en pierna derecha, que le ocasiono fractura abierta en la tibia, cuando se disponía a ayudar a otra chica trans que se encontraba en la avenida Libertador siendo golpeada por un sujeto a bordo de una camioneta.
El día lunes 10, al recibir información de lo ocurrido, miembros de Venezuela Diversa nos trasladamos al Hospital Pérez Carreño, para verificar el estado de salud de Carla Lugo, el acceso al área de emergencia colmada de personas sentadas en el piso, aceras y una pocas sillas dispuestas a las afueras del mismo, en lo que dice ser una sala de espera.
El trato del personal militar y seguridad privada encargado del acceso, deja mucho que decir, a estos parece importarles poco el derecho a la información, a la no discriminación, trato digno y no denigrante para con los usuarios que hacen uso de este centro de salud, perteneciente al Instituto Venezolano del Seguro Social.
Dichos “servidores públicos”, nos negaban el acceso al centro de salud y toda información sobre Carla, luego de varios intentos logramos entrar, hasta la sala de observación donde recién era trasladada. Procedimos a conversar con ella, manifestándonos lo ocurrido.
“Cuando llegue a la Libertador, vi a una de mis compañeras que esta trajinado con un hombre en una camioneta que le estaba dando una paliza, empecé a pedir auxilio a las otras chicas que estaban en la avenida, me acerque a quitarle al hombre de encima para que no la golpeara más, después el hombre lanzo muchos disparos, sentí cuando la bala entro y salió fui a dar al piso, me arrastre a las escalera, el hombre voló, al rato la otras chicas vinieron a ayudarme pero costó conseguir un carro que me llevara para un hospital, los taxis no se paraban, el hombre no dejaba de dar vueltas y lanzar tiros, las otras corrían a esconderse, hasta que casi las 2:00 fue que pudo una de las manas sacarme para el Pérez Carreño:”
Continua su narración: “botaba mucha sangre estaba fría mana, los labio blancos, no supe nada de mí, como a las 7:30 me desperté sentada en una silla y la pierna montada en otra, a la mitad de la mañana me atendieron, varias enfermeras y doctoras se portaron positiva conmigo. Eso si me toco calarme las muestras de asco, burlas y cuchicheos de otras, los pacientes y familiares que veían a una como un monstruo, y lanzaban unas carcajadas divinas cada vez que me llamaban por ese nombre de hombre”.
Posteriormente, procedimos a conversar con el jefe de enfermería, que nos invito a conversar con la medico tratante en el piso 7 aérea de traumatología II. Una vez en el lugar indicado, la Dra. Rivero nos hablo sobre el diagnóstico y las condiciones en la que se encontraba Carla. -“El” paciente se encuentra estable, le indicamos varios exámenes en laboratorio en servicio privado, que “él” tuvo que pagar porque aquí no tenemos reactivos y carecemos de muchos insumos para realizar nuestro trabajo, “él” presentó un resultado reactivo a la serología para hepatitis razón por la cual, el día domingo al enterarnos de los resultados y por no tener un “Kits de bioseguridad” no realizamos la operación que requería, vamos a esperar cómo evoluciona, mientras gestionamos los equipos necesarios, incluido el Kits de bioseguridad.-
Frente al trato masculinizado con el cual se refería a Carla durante su intervención y al tema del “Kits de bioseguridad”, procedimos a realizarle varias observaciones al respecto, las cuales escucho con atención, quedando en transmitirlas a sus colegas y tomar las medidas que desde sus competencias pudiera asumir.
Posturas receptivas como la mostrada por la médico traumatóloga, no suelen ser común, aun cuando estas/os trabajan básicamente con cuerpos sexuados, debido a la escasa formación académica, en materia de derechos humanos y diversidad sexual, con el cual cuentan la mayoría del personal de salud de nuestro país; Quienes mantienen los centros de salud pública y privados como espacios heteronormados, excluyentes para las personas que desean vivir su orientación sexual, identidad y expresión de género libres de la asignada al nacer.
Siete (7) días después Carla es dada de Alta, aun con la lesión en la tibia, con manejo ortopédico conservado, tratamiento médico y referencias medicas para ser atendida en consulta de infectología y consulta de traumatología externa; Todo esto sin considerar en absoluto el hecho que motivado a su estado, ve interrumpida su actividad laboral, que carece de formas para cubrir sus necesidades básicas, (vivienda y alimentación), que no cuenta con el apoyo familiar y que queda ahora a expensa del apoyo de quienes le demos una muestra de solidaridad.
Es importante señalar, que muchas personas trans, postergan la atención de su salud para no soportar la criminalización, el estigma, la discriminación y violencia con la que son revictimizadas cuando asisten los centros de salud. Llegando por lo general a situaciones de extrema urgencia, con afecciones a su salud muchas veces irreversibles, dolorosas y desgarradores; Como le ocurrió a Cabloca, mujer trans de 21 años quien falleció a finales de 2013 por no recibir una atención adecuada, soportar malos tratos, y negarse a ser tratada como masculino.
La mayoría de las mujeres trans, subsisten realizando trabajo sexual en vía pública, ante la negación del derecho a la identidad, acceso a la educación y al sistema laboral formal en razón de su identidad y expresión de género. Ser trans, no contar con recursos económicos y tener cualquier afección de salud, ponen rápidamente de manifiesto la discriminación imperante en las instituciones públicas y privadas de salud.
Un buen número del personal que labora en dichos centros, fácilmente se deja orientar por su moral, creencias religiosas o prejuicios alejados del saber científico, reflejando desde sus prácticas una gran carga de violencia psicofísica contra las personas trans, lesbianas y gais tratándoles como ciudadanos/as de segunda categoría dignas atendidas como antinaturales, desviadas y un enorme peligro para la salud pública.
De aquí que el fundamentalismo heterosexista reproductivo de la religión, emparejado con la inacción del Estado, poco comprometido con estos temas, son los encargados confeccionar los planes de estudio de los profesionales de la salud, extendiéndose este mal a todas las áreas del conocimiento, impregnando al sistema educativo de la irracionalidad del prejuicio y la ignorancia, siendo la raíz institucional de la violencia hacia personas trans, lesbianas y gais, que requieren ser atendidas en los centros de salud, instituciones educativas, entes públicos y privados encargados de prestar servicios de carácter social.
Por ahora, ante este escenario nada favorable para las personas de la diversidad sexual, principalmente la comunidad trans, se hace imperiosa la necesidad de denunciar y hacer público este tipo de casos, aumentar la solidaridad entre cada uno de nosotras/os, establecer vínculos con todos aquellos profesionales de la salud que pese a las deficiencias de formativas, salariales, carencias de insumos y fallas estructurales existente de los centros de salud pública, se encuentran sensibilizados para brindar atención sin discriminación a todas las personas.
Todo esto sin dejar de lado el llamado de atención/acción constante al Estado venezolano, para que cumpla con sus obligaciones en materia de salud, garantizando la Disponibilidad, la Accesibilidad, la Aceptabilidad y la Calidad; adoptando y aplicando las estrategias y planes de acción necesarios, teniendo en cuenta las preocupaciones y necesidades de toda la población, especialmente la de aquellas personas o grupos vulnerables y marginados por la sociedad.