Después del derrame de petróleo acontecido en el Golfo de México, en el Continente Americano, el derrame ocurrido en las cercanías de la ciudad de Maturín capital del Estado Monagas en Venezuela, pasa a ser el más significativo, tanto por las pérdidas materiales, como por el impacto que ha hecho al principal estuario de agua dulce de esa región y a su biodiversidad.
Nuestra condición de país petrolero, no nos exime de ver los continuos derrames, pequeños o grandes, como algo “normal” o propio de las actividades operacionales en las áreas petroleras. Producimos además de la riqueza que genera la comercialización del petróleo y sus derivados, un inmenso daño cada vez mas irreparable a la naturaleza. El principal estuario de agua dulce de Latinoamérica, el Lago de Maracaibo en el estado Zulia, tiene en sus entrañas miles de kilómetros de tuberías corroídas que filtran cientos de micro derrames al día, contribuyendo así a imposibilitar la capacidad auto regeneradora de este cuerpo de agua y agrediendo mortalmente a los tesoros ecológicos asociados a los bosques de costa de esa región.
Hoy, la producción petrolera venezolana tiene una nueva víctima, el importante reservorio de agua dulce del oriente, el Río Guarapiche de Maturín. Donde recoger el petróleo derramado en barreras, es una parte menor si se quiere del problema. Están los otros afectados, los no humanos, las verdaderas víctimas de estas contingencias ambientales.
Como ambientalistas venezolanos, como dolientes sin intereses políticos o de cualquier índole, que no sea la protección de la naturaleza, de su flora y fauna, y de la armoniosa relación de los humanos y el resto de la biodiversidad, además de dejar por sentado nuestra alarma ante lo ocurrido, pedimos ser escuchados ante los siguientes planteamientos:
Los principales aliados de la naturaleza son las organizaciones ambientalistas, ecologistas y conservacionistas y ellas deben ser las primeras convocadas ante este tipo de contingencias de impacto ambiental.
Todos los ciudadanos y ciudadanas que habitan en las áreas sensibles a este tipo de contingencia petrolera, deben estar capacitados para auxiliar a la biodiversidad que se vea afectado por estos derrames, y así, permitirnos ser parte de la solución y no vetar nuestra voluntad de ayudar por temores comunicacionales o políticos.
Las aves petrolizadas, mamíferos y demás especies de la fauna y fauna, también deben ser auxiliadas, atendidas, así sea una sola vida la que se salve. Como ambientalistas defender el derecho a la vida es nuestra razón de ser.
Por todo lo antes expuesto solicitamos al gobierno nacional que no insista en ignorarnos y por el bien de este país, que nos alberga a todos (humanos y no humanos) se nos convoque.
Gustavo Carrasquel | Director General de Azul Ambientalistas